“Ya hablé de más y he dicho muy poquito”, dijo Martín Caparrós. “Estos versos son el rito para decirles que quizás hoy es el día en que más quisiera decirles algo. Pero valgo lo que valgo y no se me ocurre mucho. Solo que he luchado y lucho, y que de esa no me salgo. Ahora debo despedirme […] No suele ser el temor lo que define mis frases, pero hoy la emoción me hace temer y temblar entero. Muchas gracias, compañeros, muchas gracias, mis queridos, me han dado felicidad, de esa que cuando se da nunca cae en el olvido”. Los aplausos y las voces de “bravo” de un teatro colmado abrazaron las palabras del escritor argentino, pronunciadas con su emocionada voz de bajo, desde una silla de ruedas en el centro del escenario. Lo rodeaban 27 amigos, familiares y colegas que, durante una hora y media, lo habían homenajeado leyendo —con risas y angustias compartidas—fragmentos de Antes que nada, sus memorias.. “Caparrós y amigos” fue el título del encuentro que tuvo lugar este jueves en el Teatro Alvear, en el centro de Buenos Aires, a imagen y semejanza del realizado en abril pasado en Madrid. Cuando el público que hacía fila sobre la Avenida Corrientes ya estaba en sus butacas, los lectores ocuparon sus sillas sobre el escenario y entró el homenajeado. Él fue el primero en leer parte de su libro y eligió unas líneas referidas a la enfermedad que sufre, esclerosis lateral amiotrófica.. “Hago todo lo posible por no hablar del tema. No quiero convertirme en ay, pobre, qué mala suerte tuvo […] No quiero convertirme en ese héroe de la época, la víctima […] No quiero que los que me quieren me vean con tristeza. No quiero que, al verme, vean al muerto. Mientras siga vivo, quiero seguir vivo».. En el fondo del escenario, en una gran pantalla, se proyectaban los trazos que allí mismo, sobre un papel, sobre una mesa ubicada sobre el mismo escenario, iba esbozando el dibujante Miguel Rep. Mientras ya se leían otros fragmentos, el primer dibujo fue un Caparrós bebé, con su bigote naciente. Los dibujos siguientes, en sintonía con las lecturas, ilustraron un encuentro con el expresidente Juan Domingo Perón (1895-1974) y el lucimiento de una camiseta de Boca. Luego, la imagen de un quijotesco Caparrós acompañó el relato que leyó la actriz y periodista Marta Nebot, pareja del escritor, de un incidente callejero, una herida y su costosa sutura.. La sucesión de hechos narrados fue recorriendo la vida de Caparrós como un tejido que, detrás, dejaba ver la historia argentina. Así pasaron las ilusiones de una generación que quiso y no pudo construir un mundo mejor, la revancha del terrorismo de Estado durante la dictadura (1976-1983) y la desaparición de compañeros, las noches interminables de charlas y cocaína en los ochenta, una persecución periodística al dictador Jorge Videla, entre muchas otras escenas.. Los grandes éxitos de la velada, si se los mide por la reacción del público, acaso hayan sido las nebulosas memorias de Caparrós sobre su encuentro homosexual con Juan José Saer y, sobre todo, el relato de su gestación, que leyó su propia madre, la reconocida médica y psicoanalista Martha Rosenberg (Buenos Aires, 1936).. “Con todo mi amor, voy a vencer mi pudor y mi recato para poner en mi voz su escritura”, dijo Rosenberg. Cuando empezó a leer, las carcajadas hicieron eco y no dejaron de escucharse hasta que terminó: “Tampoco solemos saber mucho sobre el polvo que nos hizo. Es curioso, alarmante. El momento decisivo de nuestras vidas, el momento sin el cual nuestras vidas no existirían, les sucedió a otros y no sabemos nada o casi nada. Ni queremos saber, en general”. Y siguió luego Martha: “Mi madre Martha y mi padre Antonio se echaron un polvo alguna noche. Quizá lo harían muchas noches, quizá no. Quizá fue un gesto casi rutinario, quizá no. Quizá él estaba arriba, quizá ella, quizá ninguno de los dos. Insisto, qué raro no saber nada sobre eso. Pero tampoco estoy seguro de quererlo”. El dibujo de Rep representó a madre e hijo, con ella diciendo: “Nunca lo sabrás”.. Para entonces, ya habían leído la mayoría de los participantes en el homenaje: Cristian Alarcón, Eduardo Anguita, Juan Boido, Gonzalo Caparrós, Margarita García Robayo, Ezequiel Fernández Moores, Rafael Goñi, Daniel Guebel, Ignacio Iraola, Alejandro Katz, Silvia Labayru, Ariel Mlynarzewicz, Lola Lanata, Laura Marino, María O’Donnell, Paula Pérez Alonso, Claudia Piñeiro, Sarah Stewart Brown, Matilde Sánchez, Martín Sivak, Graciela Speranza, Ernesto Tenembaum, Jorge Telerman y Dani Yako. También participaron, pero a través de mensajes grabados, Jorge Fernández Díaz, Leila Guerriero y Reynaldo Sietecase.. Antes de los versos de despedida que recitó Caparrós, el último texto de sus memorias fue el referido al origen del otro nombre del escritor: “Morocho, me decían y de ahí morochito, mopochito, mopito. Todo terminó en Mopi […] Siempre hasta que me hice adulto [me llamaron] Mopi, y ahora todavía la familia y la gente de esa época. Pero los más me llaman Martín, por supuesto […] El problema ahora es que no sé si soy Martín o Mopi. Según con quién, para qué, de qué manera […] En general, suelo creer que puedo ser cualquiera de los dos. Pero sospecho que no es cierto. Al fin y al cabo, si debo confesarlo, creo que cuando me llaman Martín llaman a un señor que conozco de cerca, con el que he hecho muchas cosas y que me resulta íntimo. En cambio, cuando los de antes me llaman Mopi, me llaman a mí”.. Seguir leyendo
Con la lectura coral de sus memorias, el escritor argentino es homenajeado en un teatro colmado
“Ya hablé de más y he dicho muy poquito”, dijo Martín Caparrós. “Estos versos son el rito para decirles que quizás hoy es el día en que más quisiera decirles algo. Pero valgo lo que valgo y no se me ocurre mucho. Solo que he luchado y lucho, y que de esa no me salgo. Ahora debo despedirme […] No suele ser el temor lo que define mis frases, pero hoy la emoción me hace temer y temblar entero. Muchas gracias, compañeros, muchas gracias, mis queridos, me han dado felicidad, de esa que cuando se da nunca cae en el olvido”. Los aplausos y las voces de “bravo” de un teatro colmado abrazaron las palabras del escritor argentino, pronunciadas con su emocionada voz de bajo, desde una silla de ruedas en el centro del escenario. Lo rodeaban 27 amigos, familiares y colegas que, durante una hora y media, lo habían homenajeado leyendo —con risas y angustias compartidas—fragmentos de Antes que nada, sus memorias.. “Caparrós y amigos” fue el título del encuentro que tuvo lugar este jueves en el Teatro Alvear, en el centro de Buenos Aires, a imagen y semejanza del realizado en abril pasado en Madrid. Cuando el público que hacía fila sobre la Avenida Corrientes ya estaba en sus butacas, los lectores ocuparon sus sillas sobre el escenario y entró el homenajeado. Él fue el primero en leer parte de su libro y eligió unas líneas referidas a la enfermedad que sufre, esclerosis lateral amiotrófica.. Martín Caparrós rodeado de familiares y amigos, en el Teatro Alvear, el 10 de julio de 2025.ENRIQUE GARCÍA MEDINA. “Hago todo lo posible por no hablar del tema. No quiero convertirme en ay, pobre, qué mala suerte tuvo […] No quiero convertirme en ese héroe de la época, la víctima […] No quiero que los que me quieren me vean con tristeza. No quiero que, al verme, vean al muerto. Mientras siga vivo, quiero seguir vivo».. En el fondo del escenario, en una gran pantalla, se proyectaban los trazos que allí mismo, sobre un papel, sobre una mesa ubicada sobre el mismo escenario, iba esbozando el dibujante Miguel Rep. Mientras ya se leían otros fragmentos, el primer dibujo fue un Caparrós bebé, con su bigote naciente. Los dibujos siguientes, en sintonía con las lecturas, ilustraron un encuentro con el expresidente Juan Domingo Perón (1895-1974) y el lucimiento de una camiseta de Boca. Luego, la imagen de un quijotesco Caparrós acompañó el relato que leyó la actriz y periodista Marta Nebot, pareja del escritor, de un incidente callejero, una herida y su costosa sutura.. La sucesión de hechos narrados fue recorriendo la vida de Caparrós como un tejido que, detrás, dejaba ver la historia argentina. Así pasaron las ilusiones de una generación que quiso y no pudo construir un mundo mejor, la revancha del terrorismo de Estado durante la dictadura (1976-1983) y la desaparición de compañeros, las noches interminables de charlas y cocaína en los ochenta, una persecución periodística al dictador Jorge Videla, entre muchas otras escenas.. Los grandes éxitos de la velada, si se los mide por la reacción del público, acaso hayan sido las nebulosas memorias de Caparrós sobre su encuentro homosexual con Juan José Saer y, sobre todo, el relato de su gestación, que leyó su propia madre, la reconocida médica y psicoanalista Martha Rosenberg (Buenos Aires, 1936).. La sala lució llena.ENRIQUE GARCÍA MEDINA. “Con todo mi amor, voy a vencer mi pudor y mi recato para poner en mi voz su escritura”, dijo Rosenberg. Cuando empezó a leer, las carcajadas hicieron eco y no dejaron de escucharse hasta que terminó: “Tampoco solemos saber mucho sobre el polvo que nos hizo. Es curioso, alarmante. El momento decisivo de nuestras vidas, el momento sin el cual nuestras vidas no existirían, les sucedió a otros y no sabemos nada o casi nada. Ni queremos saber, en general”. Y siguió luego Martha: “Mi madre Martha y mi padre Antonio se echaron un polvo alguna noche. Quizá lo harían muchas noches, quizá no. Quizá fue un gesto casi rutinario, quizá no. Quizá él estaba arriba, quizá ella, quizá ninguno de los dos. Insisto, qué raro no saber nada sobre eso. Pero tampoco estoy seguro de quererlo”. El dibujo de Rep representó a madre e hijo, con ella diciendo: “Nunca lo sabrás”.. Para entonces, ya habían leído la mayoría de los participantes en el homenaje: Cristian Alarcón, Eduardo Anguita, Juan Boido, Gonzalo Caparrós, Margarita García Robayo, Ezequiel Fernández Moores, Rafael Goñi, Daniel Guebel, Ignacio Iraola, Alejandro Katz, Silvia Labayru, Ariel Mlynarzewicz, Lola Lanata, Laura Marino, María O’Donnell, Paula Pérez Alonso, Claudia Piñeiro, Sarah Stewart Brown, Matilde Sánchez, Martín Sivak, Graciela Speranza, Ernesto Tenembaum, Jorge Telerman y Dani Yako. También participaron, pero a través de mensajes grabados, Jorge Fernández Díaz, Leila Guerriero y Reynaldo Sietecase.. Antes de los versos de despedida que recitó Caparrós, el último texto de sus memorias fue el referido al origen del otro nombre del escritor: “Morocho, me decían y de ahí morochito, mopochito, mopito. Todo terminó en Mopi […] Siempre hasta que me hice adulto [me llamaron] Mopi, y ahora todavía la familia y la gente de esa época. Pero los más me llaman Martín, por supuesto […] El problema ahora es que no sé si soy Martín o Mopi. Según con quién, para qué, de qué manera […] En general, suelo creer que puedo ser cualquiera de los dos. Pero sospecho que no es cierto. Al fin y al cabo, si debo confesarlo, creo que cuando me llaman Martín llaman a un señor que conozco de cerca, con el que he hecho muchas cosas y que me resulta íntimo. En cambio, cuando los de antes me llaman Mopi, me llaman a mí”.. El escritor y periodista Martín Caparrós, este jueves.ENRIQUE GARCÍA MEDINA