Escribe la analista cultural argentina Camila Caamaño una plegaria a los dioses del trap en El ritmo no perdona (Caja Negra), el acta en forma de ensayo que verifica la existencia de un movimiento generacional que rentabilizó este subgénero: «Quizás allí resida el encanto: el trap en sus comienzos fue la posibilidad de desafiar la historia».. Caamaño no fue la única que sintió la llamada del beat. O de la posibilidad de establecer una civilización en la orilla opuesta al género conocido como indie. ¿Cómo no va a ser más interesante Yung Beef que Arde Bogotá? «Me acerco al arte de una manera pasional y al poco me olvido y quiero descubrir algo nuevo. Con el trap duró un poco más. A principios de 2019, en un show bastante pequeño que dio Neo Pistea, dije: ‘Esto es historia’. Me di cuenta de que tenía necesidad de documentarlo», justifica el encantamiento. Coincidió con Amadeo Gandolfo, doctor en Ciencias Sociales, en la misma parada: los dos trataban de certificar las intuiciones sobre los pibes que habían invadido la industria musical, pibes como Neo Pistea, Duki -la gran estrella del trap argentino- o Polimá Westcoast. Y acabaron firmando juntos la investigación que traza los orígenes y las tendencias para el primer libro de familia del trap argentino.. Caja Negra. 480 páginas. 29,95 €. El momento cumbre de la escena argentina lo marca, precisamente, Duki. «Cuando Bad Bunny hace el rémix de Loca. Ahí se da cuenta de que no es un juego. Que les miran desde fuera». Ernesto Castro hizo una aproximación al estudio de Camila y Amadeo en 2021 con El trap: filosofía millenial para la crisis en España (Errata Naturae). «Escribe el libro desde su casa. No va a shows. Y por una cuestión de género: en el libro se está hablando todo el tiempo de varones y se habla de mujeres en un capítulo de manera escueta», añade Caamaño. Castro sí acertó -conceden- en el título. «El ascenso del trap tiene que ver con la crisis económica de la Argentina» , habla Gandolfo. «Estuvo muy marcada por un cierto abandono. Algunas temáticas del trap tienen que ver con el dinero, salvarse, estar pegado y adquieren una característica singular en Argentina. El trap se vuelve una posibilidad de ganarle al estrago argentino».. «Los intentos de Nathy Peluso por llamar la atención son ridículos. No ‘podés’ borrar tu identidad argentina». Solo una vez aparece la expresión «música urbana» en El ritmo no perdona. Consideran racista la etiqueta, utilizada para marcar la escena desde el principio por la relación de sus componentes con la calle. Hay otras diferencias con España. «Aquí todos querían ser ídolos y estrellas. No había crew, grupos con productores o filmmakers, se generaba un producto vacío. En España empieza antes. De hecho, el libro tenía mucho del trap español y lo acabamos editando para hacer mención a los argentinos que hacen carrera aquí», señala Camila. Como en el libro, Amadeo Gandolfo entra en conversación con ella. «En España Yung Beef funda La Vendición, un sello autogestivo de trap. Aquí llegó tarde un sello autóctono que juntase la escena».. El trap es un movimiento, además de musical, performativo. Casi todo el mundo tiene clara la ambición de sus componentes por instalar un relato. Pero casi nadie entiende la inyección musical de su irrupción. «A mí me interesa lo performático», considera Camila. «Es importante el protagonismo absoluto del ídolo que trae. Hoy por hoy vuelven a existir las bandas de música. Pero el trap era el espacio del ídolo». Para Amadeo, el trap también trajo sonidos nuevos. «Nuevas técnicas de producción, maneras de hacer sonido. Está caracterizado por el uso de determinados ritmos más veloces que en el hip hop. También por poner en primer plano el Autotune, que hasta entonces se utilizaba como una herramienta para ocultar la voz».. La conversación entre los dos autores coincide en un punto álgido: la crítica a Bizarrap, el productor argentino que hace música en su habitación. «Las tres o cuatro experiencias que resultan buenas lo son gracias al artista invitado y no a él. Tiene fecha de vencimiento», sentencia Camila Caamaño, que es tajante: «No me gusta». En el libro apenas hay una línea dedicada a Nathy Peluso. «Está omitida», aparece Caamaño. «Corashe», la canción del plano secuencia, «es un tema interesante. Mezcla el bolero, con el trap y lo mexicano, lo que nos pasa con Nathy Peluso es que resultan ridículos sus intentos por llamar la atención. Todo el mundo la ve. Además, en Argentina no nos gusta la desterritorialización. Somos muy nacionalistas. No te podés borrar la identidad y ser una mezcla de antillana, caribeña, española y argentina y tener las cosas buenas de cada uno pero ninguna desventaja».
La Lectura // elmundo
‘El ritmo no perdona’, ensayo sobre la irrupción de un estilo de música unido a la precaridad y la crisis, aborda desde un enfoque crítico la historia del trap en Argentina Leer
‘El ritmo no perdona’, ensayo sobre la irrupción de un estilo de música unido a la precaridad y la crisis, aborda desde un enfoque crítico la historia del trap en Argentina Leer
