En 1943, Wassily Kandinsky pintó un pequeño cartón llamado Alrededor de la línea en el que, sobre un fondo oscuro, las formas de apariencia microorgánicas buscan escapar del acostumbrado estilo geométrico del autor. En 2017, el artista kosovar Petrit Halijah replicó pequeñas esculturas neolíticas encontradas por grupos de arqueólogos en su tierra natal que después ensambló en ramas de árbol rescatadas del bosque. En 2021, la portuguesa Diana Policarpo concibió un vídeo en el que reprodujo digitalmente el avance de un hongo alucinógeno y mortífero que había causado estragos durante la Edad Media.. A priori, la interacción de estas tres piezas que se exponen juntas desconcierta. Para entender lo que sucede en este gabinete de curiosidades naturales y humanas que es Terrafilia, la nueva muestra del Thyssen que no deja indiferente, el espectador debe hacer un ejercicio intelectual importante: dejarse llevar más allá de la lógica tradicional de una exposición para ver y experimentar la historia del arte de otra manera, con saltos temporales de hasta cinco siglos y paralelismos no siempre evidentes, que van más allá de lo estético.. «Intentamos trazar diferentes modos de crear mundos y relaciones entre las culturas y las especies naturales», afirma la comisaria Daniela Zyman, directora artística de TBA21, la fundación de Francesca Thyssen-Bornemisza. Es la primera vez que el Thyssen organiza una exposición con todas las colecciones de la familia: la estatal del propio museo, la de la baronesa Carmen Thyssen y la de TBA21.. «Terrafilia aboga por ampliar la participación más allá de lo humano, proponiendo un nuevo paradigma de pensamiento ecológico y planetario basado en el amor y la responsabilidad hacia la Tierra», añade en un discurso ecologista que TBA21 lleva lustros potenciando, con proyectos específicos ligados al arte y el medio ambiente.. Uno de los artista contemporáneos más comprometidos en este vínculo entre arte y naturaleza es el islandés Olafur Eliasson, que en Terrafilia levanta una arquitectura óptica a partir de análisis matemáticos que descompone la confianza en la visión, transformando la geometría en un campo inestable «en la que ya no confías en lo que ves», señala Zyman. Frente al islandés, el pintor alemán renacentista Hans Baldung Grien representa el binarismo cultural que ha regido las sociedades occidentales en un cuadro de Adán y Eva, donde el individuo masculino es el recipiente de todo conocimiento.. En Terrafilia las obras se agrupan como las raíces bajo tierra: sin orden explícito ni visible, pero estableciendo conexiones que van más allá. Por ejemplo: una biblioteca del siglo XVII junto a antiguos mapas y un primigenio globo terráqueo holandés representan el orden occidental que impuso divisiones y definió lo otro; mientras, en una sala adyacente, se despliega el concepto de sueño de las culturas ancestrales como una puerta de acceso a mundos más reales que el nuestro y, quizás, también una salvación a la tradición enciclopédica.. Extendiéndose como otra raíz, Hervé Yamguen pinta la noche en Prendre soin (2023), un óleo de tonos azules que imagina astros, pájaros, plantas y cuerpos que danzan y respiran con un estilo que ya no se puede definir como naif, por las connotaciones peyorativas del término. «Reunimos mitos de origen no europeo junto a pintores occidentales, pero no como una crítica al eurocentrismo, sino como medida de coexistencia», asegura Zyman. Frente a Yamguen y junto a Dalí, el estadounidense Charles Burchfield traduce un mismo impulso surrealista en las mágicas acuarelas de gran formato que hizo a mediados del siglo pasado de paisajes naturales distorsionados.. En otra de las salas, denominada Terra Inferma -en contraposición a tierra firme-, la pieza de Rashid Johnson Born by the river (2011) despliega un archivo histórico del dolor. Sobre una pisoteada tarima de madera que parece extraída de alguna selva africana el artista aplicó sellos de metal incandescentes que dejaron en esa piel natural cicatrices geométricas en forma de quemaduras, sobre las que derramó también pintura negra, como si fuese sangre.. La exposición se cierra con un vídeo del artista español Daniel Steegmann Mangrané, que vive en Brasil desde hace años, en el que sigue los movimientos en bucle de una pantera perdida en una selva digital, confundida, buscándose a sí misma. «En momentos de crisis surgen nuevas mitologías y otras antiguas regresan», reivindica Zyman, para quien esas estructuras actúan como marcos que permiten construir sentido en un tiempo de emergencias climáticas y orden mundial belicista.. «Buscamos nuevas mitologías porque estamos necesitados de significado», añade. Y es que Terrafilia propone un paradigma nuevo que se mueve entre escalas, lo natural y lo mitológico, lo tangible y lo visionario.
La Lectura // elmundo
‘Terrafilia’ desafía la lógica de las exposiciones tradicionales con un centenar de obras, del Renacimiento a hoy, que invitan a repensar el vínculo entre arte y naturaleza Leer
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