La protagonista y narradora de la novela más reciente de la escritora, cineasta y artista Miranda July (Vermont, 1974) es una artista medio famosa, madre de un hije (Sam, 7 años, género no binario), con un matrimonio funcional y aséptico -cada uno en su habitación, sexo una vez a la semana y todo, posturas incluidas, más bien programado-. La protagonista, que no tiene nombre, está en el momento en que debería ocurrírsele algo para un nuevo proyecto. Tiene además 45 años, o sea, la mitad del camino, siendo optimistas.. De pronto, recibe una cantidad de dinero inesperada (20.000 dólares) de una marca a cambio de una frase suya sobre masturbación y decide invertirlos en un viaje en coche a Nueva York, que planea cuidadosamente con su marido, Harris, productor musical. A ella le motiva la estancia en el hotel Carlyle (icono del lujo, la historia y la cultura de Manhattan) y ver a sus amigos neoyorquinos -esos con los que se manda selfis desnuda, aunque cada vez se complique más dar con un ángulo favorecedor-.. Traducción de Luis Murillo. Random House. 384 páginas. 22,90 € Ebook: 10,99 €. Puedes comprarlo aquí.. En cuanto a lo de hacer el viaje en coche, la razón está en algo que dice su marido en una fiesta, sobre tipos de personalidades, conductores y aparcadores: «El Conductor es capaz de mantener la concentración y el compromiso incluso cuando la vida es aburrida. No necesita que le aplaudan por cada nimiedad: le hace feliz acariciar a un perro o pasar un rato con su hijo, y eso le basta. Pues bien, este tipo de persona puede hacer largos trayectos en coche». Veamos, el otro tipo: «Por el contrario, el Aparcador necesita de una tarea discreta que parezca irrealizable, algo que exija la máxima concentración y que pueda ser motivo para el aplauso […] El resto del tiempo se aburre como una ostra y se siente básicamente… decepcionado».. Por supuesto, Harris está hablando de su matrimonio: le atribuye a ella personalidad de «Aparcador», y ella, por su parte, quiere demostrar que puede ser «Conductor». Se empeña y su plan se tuerce a pocos kilómetros de su casa, en un pueblo donde para a echar gasolina y una cosa lleva a otra y acaba pasando las dos semanas y media previstas para el viaje a Nueva York allí. Se aloja en la habitación de un hotel y se gasta todo el dinero en reformarla (queda muy bien, a juzgar por los comentarios de quienes la ven). Estamos aún en el primer tercio de la novela, que se divide en cuatro partes.. El centro de A cuatro patas es el sexo, a veces en su versión libre de fluidos, el deseo. A la protagonista creada por July le preocupa haber perdido el deseo y luego, cuando su ginecóloga le hable de la perimenopausia, usará el nombre científico, libido. Abre ahí una especie de ensayo dentro de la novela que se compone sobre todo de entrevistas con mujeres de diferente condición sexual sobre el asunto. Piensa que si con la menopausia se va a acabar el deseo, las mujeres deberían poder darse un atracón final. Ella se tomará el remedio por su cuenta en una escena genial donde por fin da a la cama de la habitación reformada el uso para el que la pensó, aunque lo haga con una pareja totalmente inesperada.. El sexo es el centro, pero el sexo no es sólo sexo; el sexo es algo así como la batalla contra la muerte y el paso del tiempo, que es lo que de verdad le preocupa a la protagonista de la novela. El personaje resulta antipático, absolutamente frívolo en el mal sentido de la palabra, egoísta, narcisista, etc., etc. Vamos, la protagonista es lo que se dice una petarda. Pero no quiere parecer otra cosa que lo que es, comparte sus deseos, sus impulsos mezquinos, ridículos y patéticos: no hay dobleces con ella.. La apuntalan, además, algunos hechos trágicos, como el suicidio de su abuela y su tía, según el padre de la protagonista, porque no soportaban la idea de envejecer. Reflexionando sobre esto ella descubrirá que quizá en esa aparente frivolidad había algo más profundo: la insatisfacción vital, digamos. Otro episodio traumático es el nacimiento de su Sam, quien nació con tres gramos de sangre en sus venas y pasó varios meses en la UCI entre la vida y la muerte.. A cuatro patas despliega muchos temas (la maternidad, la relación con los padres, las expectativas, el mundo del arte, el baile como expresión de libertad, la sexualidad, la biología femenina, etc., etc.), pero la descomposición de la pareja y lo agotadora que resulta la rutina destacan entre todos, aunque también la búsqueda de nuevos modos de ser familia o las partes de uno mismo que no llegan a mostrarse a la pareja son muy importantes.. Entre las virtudes de la novela está que resulta muy divertida, también cargante por momentos, es alocada y disparatada y alguna trama parece más funcional que otra cosa (como la de la estrella del pop Arkanda). Hay mucho sexo, real e imaginario, a solas y en compañía, entre mujeres, entre hombres, entre un hombre y una mujer… así en lo demás: el libro tiene algo de excesivo y un poco torrencial, es el modo que July ha elegido para contar una crisis vital.. «Todo el mundo piensa que el estilo perrito es muy vulnerable -dijo Jordi [la mejor amiga de la protagonista, su confidente y cómplice]-, pero en realidad es la postura más estable. Como una mesa. Es difícil que te tiren cuando estás a cuatro patas». Cuatro años después del primer intento, la protagonista acude por fin a Nueva York, en avión porque ya no tiene que demostrarle nada a nadie, sobre todo no a sí misma, y ahí deja July a su criatura, caminando tranquila hacia una lectura de la novela que finalmente escribió. Final feliz.
La Lectura // elmundo
‘A cuatro patas’ sigue a una mujer en su crisis vital, sexual y artística: el resultado es una novela divertida, a ratos excesiva, honesta y sin tapujos que entre mucha frivolidad reflexiona sobre el miedo a la muerte y el paso del tiempo Leer
‘A cuatro patas’ sigue a una mujer en su crisis vital, sexual y artística: el resultado es una novela divertida, a ratos excesiva, honesta y sin tapujos que entre mucha frivolidad reflexiona sobre el miedo a la muerte y el paso del tiempo Leer