Hace poco contaba el productor musical George Drakoulias, (de Tom Petty and The Heartbreakers y responsable de la mezcla de la película ‘Barbie’) en un medio español que lo más importante para los músicos que tiene bajo su paraguas es que estén bien comidos. Y no le vamos a quitar la razón. Frente a las modas de alta cocina, reivindicamos la comida tradicional: callos a la madrileña, conejo al ajillo, bacalao con tomate, mollejas… Todo eso y más se puede comer en La Sanabresa (calle del Amor de Dios, 12), casa de comidas que cumple medio siglo en el centro de Madrid y que siempre está a rebosar. Durante años, el doblete ‘Filmo’-Sanabresa fue para mí la felicidad elevada a su máxima expresión. Toca hacer cola para coger mesa, que asignarán uno de sus dos camareros: Joaquín o Antonio, que junto a su mujer en la cocina han recogido el testigo del dueño, ya jubilado. Su especialidad son las berenjenas rebozadas, imprescindibles. ¡Y las patatas fritas son insuperables!. Cuando era niño y llegaban estas fechas, tocaba bajar al trastero a recuperar el utillaje navideño: guirnaldas, bolas, figuritas y corchos del belén. El olor a moho y a madera anunciaba la Navidad. Cuando Moratalaz todavía no había crecido hacia el Este, iba con mi padre a los descampados a recoger musgo, hierbas, ramas para armar el belén. Él traía, de antiguas casas del centro, escoria que sobraba de las calefacciones de carbón, que luego serían las montañas desde donde venían los Reyes Magos. En mi casa siempre hubo tradición belenística e íbamos a ver a los mejores, como el belén del Príncipe del Palacio Real, configurado por figuras napolitanas, que el Rey Carlos III le regaló a su hijo Carlos, el Rey Carlos IV, y que puede visitarse del 5 de diciembre al 7 de enero; o el belén de la Puerta del Sol, visitable desde el 29 de noviembre hasta el 6 de enero, con 480 figuras de escultores belenistas como José Luis Mayo o los hermanos Cerrada. Otro plan chulo es acercarse a contemplar el belén monumental de San Lorenzo de El Escorial, realizado hace 27 años por 600 figuras a tamaño real distribuidas en torno a la plaza de la Constitución, la de Jacinto Benavente y la calle de la Reina Victoria. Después de la caminata, sienta bien un carajillo con una torrija en el cafetín de estilo francés Croché.. Una de las sagradas y más sanas costumbres que adopté casi al alcanzar la mayoría de edad es sustituir el culto de misa de doce por las mañanas dominicales en el Auditorio Nacional. Mi caída del caballo y mi conversión a la música sinfónica desde el heavy metal (que, por supuesto, no he abandonado) se realizó en una ocasión en la que me colé desde la sala de cámara con mi amigo Alex, por las rejas de madera del pasillo, a la sala sinfónica. El descubrimiento fue la ‘Titán’ de Mahler, su primera sinfonía. Quedé enganchado para siempre al sonido en directo de una orquesta sinfónica. Este domingo vuelvo para ver a la OCNE, dirigida por Josep Pons, interpretar una reducción que el director francés Lorin Maazel hiciera de ‘El anillo del nibelungo’, de Richard Wagner, tetralogía que cambió la historia de la música para siempre.. Una tarde hace más de treinta años, estaba con mi padre en su coche terminando de estacionar mientras sonaba en la radio el ‘Agnus Dei’ de Barber, arreglo coral que el compositor estadounidense hiciera de su celebérrimo ‘Adagio para cuerdas’ (que, a su vez, era un arreglo del segundo movimiento de su ‘Cuarteto op. 11’). «Papá, esto suena en ‘Platoon’», le dije ufano. «También suena en esa película de ‘El fantasma y la señora Muir’, ¿te acuerdas?»… «No», le contesté. Cuando falleció, no falté a ninguna de las veces que la Filmoteca la programó en su flamante versión original. Sonaba la preciosa partitura de Bernard Herrmann, pero ni rastro de Barber. En una ocasión, hace pocos años, en casa, zapeando entre canales (cosa vetusta ya) la estaban echando en La Otra TV. Y, hacia el final de la peli, escuché el ‘Adagio’. Misterio resuelto: suena en la versión doblada. Dirigida por Joseph L. Mankiewicz, es una película redonda sobre el concepto del tiempo, la memoria, el amor, lo real y lo ilusorio y, cómo no, la muerte. Era la peli favorita de Javier Marías. La tiene Filmin.
La Lectura // elmundo
El redactor de EL MUNDO propone planes para gusto, vista y oído: desde una histórica casa de comidas hasta la exuberancia del sinfonismo escrito por Richard Wagner para ‘El anillo’ Leer
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