«Las utopías de los vencidos siempre han estado ahí para quien quiera tomarlas», afirma en un momento la protagonista sin nombre de Atusparia (Random House), la nueva novela de la escritora peruana Gabriela Wiener (Lima, 1975), en la que continúa la senda iniciada con Huaco retrato (2021). Si en aquella obra, nominada al último International Booker Prize, exploraba el turbulento pasado colonial de su tierra, en esta nos traslada al agitado presente -y futuro- de un Perú que, como denuncia la autora, «vive un colapso absoluto del sistema democrático».
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La política es, sin duda, el centro de Atusparia -nombre tomado del líder indígena peruano que encabezó en 1885 la Rebelión de Huaraz- ya desde su génesis. «El libro nace de algo que me viene fastidiando desde hace mucho tiempo: cómo se han ido desactivando y criminalizando las luchas sociales y la protesta, algo flagrante en mi país, donde no hay manera de ser de izquierdas sin que te llamen terrorista», denuncia Wiener. «Es imposible hablar de justicia social sin que te terruqueen, esto es, sin que te identifiquen con los grupos que se levantaron contra el Estado en los 80, como Sendero Luminoso o el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru)».
Hija de destacados militantes políticos -el fallecido periodista Raúl Wiener y la trabajadora social Elsi Bravo- en lugar de escribir un ensayo sobre esas reflexiones, la también periodista, Premio Nacional en su país por sus reportajes, decidió poner parte de su infancia al servicio de la ficción. «Igual que yo, la protagonista estudia en un colegio fundado por gente que había estudiado en la URSS y que traía consigo un gran conocimiento científico y una fuerte ideología que se preguntan cómo aplicar en la realidad social peruana», explica Wiener.
Entre clases de ajedrez, canciones en ruso, sueños de ser cosmonauta y ácidos debates ideológicos, la protagonista va creciendo hasta que la caída del gigante soviético rompe la burbuja instalada en pleno centro de Lima y ella se ve abocada a una adolescencia marcada por las drogas y la marginalidad mientras el capitalismo desaforado se hace dueño del país.
«En Latinoamérica hemos sufrido sucesivamente los regímenes más bestiales: colonialismo, latifundismo y neoliberalismo salvaje»
«Narrar esos años me permite hablar de lo que pasaba en el mundo y de la Guerra Fría, pero lo cierto es que mi país pasó directamente del latifundismo al capitalismo extremo«, reflexiona la escritora. «Los levantamientos armados, las luchas violentas contra las dictaduras tenían que ver con la condición, hoy evidente y reconocida, de patio trasero de Estados Unidos que tenía América Latina. Hemos sufrido sucesivamente los regímenes más bestiales: colonialismo, latifundismo, neoliberalismo y libre mercado salvaje. Y el saqueo de recursos, la persecución y muerte de los defensores de la tierra, no han dejado nunca de ocurrir».
De esta especie de bildungsroman pasamos directamente a la parte política, narrada a través de la toma de conciencia de la innombrada protagonista de sus raíces indígenas y de la necesidad de movimientos y luchas sociales. «La idea era conciliar dos visiones. Por un lado, me pregunté qué pasaría si una mujer con una formación ideológica como la del personaje decidía entrar en la política institucional, en el cauce democrático. Y quería conciliar eso con mi férrea creencia en la participación política popular, una idea tan vilipendiada que ha generado el concepto de populismo», explica Wiener.
«Cualquier movimiento en el que haya un atisbo de representación o participación popular se ve como peligroso y, por tanto, se criminaliza. Así que quise tratar de conciliar esa tensión entre los dos polos de la izquierda, el institucional y el que representan los movimientos sociales».
Como decíamos, si en Huaco retrato era el colonialismo el que subía al estrado, en este caso es el indigenismo y los abusos contra esta población el que centra en buena medida el relato. «No quise hacer un catálogo exhaustivo de los movimientos sociales, pero sí detenerme en el tema indígena y explicar muy bien esa frase del poeta y novelista Manuel Scorza: ‘En los Andes hay cinco estaciones: primavera, verano, otoño, invierno y masacre'», apunta.
«Eso se podría aplicar a los territorios indígenas de toda Latinoamérica, siempre devastados por levantamientos y represión. Quería demostrar cómo lo que ocurre hoy se enlaza con las revoluciones de Túpac Amaru, del propio Atusparia o con las de inicios del siglo XX en Puno», recalca la escritora, quien sostiene: «En mi país cuando hay protestas, y hablo de hace poco tiempo, en Lima muere uno, pero en Puno, en Cuzco o en los Andes, mueren 50, y de forma mucho más impune».
La escritora peruana Gabriela Wiener fotografiada la semana pasada en Madrid.Natalia Grande
Atraída por sus raíces, nuestra protagonista, ya bautizada como Atusparia, se une a Las Ritas, grupo de protesta feminista, izquierdista e indigenista, activo en la región de Puno, al sur del país, y pronto comienzan las disensiones. A través de diversos formatos, tamizados de literatura y que denotan el gusto por el collage de la también poeta -informes policiales, cartas, un diario o una entrevista y una columna periodísticas-, Wiener satiriza, refleja y reflexiona sobre las distorsiones ideológicas de la izquierda clásica, las disensiones, discusiones bizantinas, las fragmentaciones y la complejidad de plasmar los ideales en la realidad.
«La necesidad de la lucha armada es un debate muy vivo porque en Perú nunca ha habido voluntad de una reconciliación nacional»
Un tema candente, que parece devolver-nos a los oscuros años 80 peruanos, es el de la conveniencia, incluso la necesidad, de la lucha armada a la hora de tomar el poder. «Es un debate muy vivo porque nunca ha existido un espacio para la memoria histórica, para pensar en común lo que fue, aunque muchos lo niegan, una guerra civil. Ahora mismo en el Perú está bloqueada totalmente la posibilidad de un espacio posconflicto. El bando ganador no quiere hablar de reconciliación nacional, no quiere que todos los actores que participaron en esa guerra se sienten a hacer un nuevo país», lamenta Wiener.
Por eso, opina, «es imposible» pensar que la violencia política es algo del pasado. El libro se pregunta por el origen de esa violencia, si es legítima en quien protesta hoy contra Boluarte, por ejemplo, o en quien se levanta contra regímenes dictatoriales», reflexiona. «¿Qué haces contra un mundo ultraderechizado que odia, deporta, discrimina, segrega y al mismo tiempo tiene todas las armas y el poder del Estado? ¿Defenderse de eso es violencia ilegítima? Como decía Víctor Jara, debemos luchar por el derecho a vivir en paz. Pero ¿cuánto tendremos que pasar hasta llegar a ese momento?«.
Ese debate sobre la necesidad o no de la violencia en la toma del poder es lo que separa a las dos líderes de Las Ritas -nombre que homenajea a Rita Puma, mujer aymara y campesina que se dedicó a fundar escuelas populares hasta su brutal asesinato-, Atusparia, partidaria de insertarse en los engranajes democráticos, y Asunción Grass, su antigua maestra en la escuela soviética, que piensa que la lucha armada es innegociable. La fuerte presencia de dos profesoras enfatiza el peso que el libro y la propia Wiener da a la educación.
«En Perú hay un colapso absoluto del sistema democrático: en los últimos 8 años ha habido 6 presidentes, ninguno durante más de dos años»
«Como decía la escritora chilena mapuche Daniela Catrileo: ‘No se puede huir de la forma en que se aprende a conocer el mundo’, así que la educación es clave, pero también quiero criticar que es uno de los grandes clichés que se repiten en política. La educación siempre se proyecta en el futuro lejano, por lo que es también una forma de desactivar a la gente», explica. «En nuestros países es una deuda pendiente y, además, una educación pública en democracia está amenazada por los regímenes políticos que gobiernan. Hay que reclamar una educación de calidad, pero mientras llega, la lucha social, la educación popular, es la alternativa más plausible«.
«Este libro ha sido escrito pensando en la crisis política que vive mi país, donde las cosas están rotas, desarticuladas. Hay un colapso absoluto del sistema democrático: en los últimos ocho años ha habido seis presidentes y ninguno ha estado más de dos años en el cargo», destaca Wiener, para quien Dina Boluarte es «una mujer identificada con valores fujimoristas y fascistas, claramente militaristas».
Ambientado en la próxima década, el final del Atusparia es poco halagüeño, pero Wiener conmina a no pensar en los siguientes años, sino en el presente. «El futuro ya está aquí y es sangriento. ¿Qué hacemos para que nada siga igual? Debemos volver a enamorarnos de la idea de revolución».
La Lectura // elmundo
Tras su incursión en el pasado colonial en ‘Huaco retrato’, la escritora peruana aborda los dilemas de la izquierda contemporánea y la represión contra las luchas indigenistas y sociales en ‘Atusparia’. «La violencia política no es cosa del pasado» Leer
Tras su incursión en el pasado colonial en ‘Huaco retrato’, la escritora peruana aborda los dilemas de la izquierda contemporánea y la represión contra las luchas indigenistas y sociales en ‘Atusparia’. «La violencia política no es cosa del pasado» Leer