Si juntas 122 Premios Nobel de Literatura, los analizas, calculas que más del 70 por ciento de los galardones se han otorgado a Europa (azul), que más del 80 por ciento ha sido a hombres y que ninguna lengua africana está representada se obtendrá como resultado la radiografía del poder en la historia de la humanidad.. Y también, el afán restaurador en las últimas décadas.. Hagamos cuentas.. En los primeros 103 años, solo lo recibieron nueve mujeres, un ocho por ciento, y desde 2004 hasta hoy, las otras nueve, un 41 por ciento. La igualdad a punto de caramelo. Muy bien. Pero pongamos los números sobre la mesa. 104 Premios Nobel para ellos y 18 para ellas. Igualdad, igualdad, en sentido matemático estricto, sería que los próximos 86 galardones recayeran solo en mujeres. Una barbaridad, un truco, una injusticia. Cierto. Y si es cierto en un sentido, lo es también en el otro. La propia Academia Sueca parece haberlo reconocido a partir de 1991 con el premio a Nadine Gordimer, nominada por su «épica de la experiencia femenina que con escepticismo, pasión y fuerza visionaria se ha puesta a examinar una civilización dispersa», alegaron en su nominación. Doris Lessing criticó que se redujeran los dominios de la escritora a la «experiencia femenina», según cuenta uno de los presidentes del Comité Nobel, Kjell Espmark, quien añade que si Gordimer ocupa un lugar relevante en la literatura del siglo XX es «precisamente por su épica articulada vigorosamente con una nueva sensibilidad para una realidad frecuentemente ignorada».. Como tantas otras realidades que explosionan en este gráfico.. Pasen y vean.. Hasta la Segunda Guerra Mundial, el Nobel de Literatura, no salió de Europa (azul), con algunas pinceladas de Estados Unidos (rosa), salvo la excepción de Rabindranath Tagore en 1913 (amarillo). Y tras la Gran Guerra, el premio empieza a incrementar su tonalidad cromática fuera del continente, con el Nobel a la poeta chilena Gabriela Mistral. El monopolio eurocéntrico parece empezar a quebrase, pero no acaba de hacerlo. De 1940 a 1980, tan solo ocho Nobel saltan fuera de sus fronteras, entre ellos, el concedido a Patrick White en 1973, el único en Oceanía. A la hora de la verdad, tan solo 21 de los 122 Nobel de Li teraturaprovienen de fuera de Europa o de Estados Unidos.. Y sí, aunque la distribución geográfica haya podido tener su peso en alguna ocasión, los académicos suecos han discutido en especial sobre si anteponer la literatura o el bien común, sobre si primar un solo libro o toda una obra, sobre la salud mental de determinados escritores y sobre todo, por una sola palabra, por la definición exacta de la la palabra ideal.. Alfred Nobel, químico, ingeniero, escritor e inventor de la dinamita, dejó su fortuna para conceder los premios de Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y Paz «a quienes durante el año anterior hubieran llevado a cabo el mayor servicio a la humanidad», y añadió una formulación, si cabe aún más vaga, al galardón de Literatura, el cual debía entregarse a quien «hubiera producido lo mejor en el sentido ideal».. Pero qué significa ideal.. Kjell Espmark ha examinado la correspondencia secreta disponible de la Academia Sueca —estos documentos deben permanecer clasificados 50 años— y ha dividido la historia del Nobel de Literatura acorde con la interpretación de este término.. Al principio, la Academia consideró ideal aquello relacionado con la nobleza, el altar y la familia, y si en 1913 lo recibió Tagore fue porque el poeta «aparece como escuchando las voces de la naturaleza con fe ardiente en elevados ideales de origen arcano». Les entusiasmaba esta perspectiva y así, merced a esta «poderosa imaginación primitiva» conceden también el premio al más joven de todos los Nobel, Ruyard Kipling, 41 años. Una tendencia que cambió con la Primera Guerra Mundial, cuando en vez de por un ideal, se decidió optar por una imparcialidad que significó más bien un no irritar, es decir «no concitar a estímulos de pasiones populares extranjeras contra nuestro país».. No era fácil elegir al mejor del mundo, no cabe duda, e incluso un par de académicos rechazaron que la Academia Sueca se convirtiera en un tribunal literario cosmopolita sometido a interpretaciones, obligado a superar dos guerras mundiales y a sobrellevar contratiempos como que en 1919 solo recibieran 12 propuestas. Fue entonces, en mitad de esa neutralidad no irritante, cuando saltó al tablero la perspectiva de «no ignorar a pueblos menos numerosos». Aunque al parecer, se limitaron a los dos autores de Dinamarca que premiaron en 1917, el mismo año en que ante la propuesta del escritor catalán Ànguel Guimerà y Jorge, se consideró que «sería una lástima que la Academia, contra su voluntad, hiriese el delicado sentimiento nacional castellano».. A partir de 1920, el concepto ideal recupera su humanismo con «el propósito serio de liberar a los espíritus de conceptos tradicionalmente subordinados y sentimientos falsos o engañosos». En los años 30 se busca al «lector normal» con infinidad de propuestas de América Latina, y se rechaza la candidatura de Sigmund Freud «poseído de una fantasía enferma y retorcida» en un grado más alto que sus pacientes.. Y durante los años 40 se considera ideal lo innovador, lógico que recibieran el Nobel William Faulkner y André Gide. Llama la atención por otra parte, el desprecio hacia la propuesta francesa de la escritora Colette, en 1948, por «moverse en un plano que no puede llegar a considerarse seriamente».. Bueno, en realidad no sorprende tanto.. Las cosas como son. Durante el primer siglo y medio del Premio Nobel de Literatura no hubo manera de que las mujeres fueran ideales: ni nobleza, ni humanismo, ni normalidad, ni innovación, ni calidad literaria. Nunca acababan de atesorar las cualidades necesarias.. Que ellas tuvieran menos acceso a la educación, que no fueran tomadas en serio o que se las considerara inmorales cuando se expresaban o adquirían protagonismo social, si bien otorga una explicación, no puede argüirse como argumento que sostenga la envergadura de un premio considerado universal. O se modifica su definición o se aplican las correcciones necesarias. Y esta redefinición (voluntaria o no) se intuye de algún modo en los años 70, cuando los académicos se vuelven pragmáticos y consideran que la misión del Nobel no consiste en premiar al mejor del mundo, porque eso no existe, sino en encontrar a quienes son buenos, lo merecen y hacer con esto una perspectiva histórica. Una apuesta más que una condecoración.. «Cómo va a poder compararse objetivamente a un astrónomo en la esfera de la radiofísica con un especialista en la transmisión de electrones».. Correcto.. «Quién es mejor, Dante o Cervantes».. Correcto.. De 1970 a 1990, ninguna mujer recibió el Nobel de Literatura.. ¿Correcto?. Sí lo recibieron dos españoles: Vicente Aleixandre en 1977 y Camilo José Cela en 1989, por ser «el gran renovador de la novela española de posguerra». También se premia a García Márquez que muy desconocido no era. Y en 1986 llega por fin el primer Nobel de Literatura a un autor africano, Wole Soyinka, nigeriano. A Soyinka le sigue rápidamente el egipcio Naguib Mahfud y seis años más tarde, Kenzaburo Oe.. Las cuestiones políticas han salpicado constantemente a este Nobel. China atribuyó el reconocimiento de Gao Xinjiang a «ocultos movimientos políticos». El presidente del consejo de ministros de la Unión Soviética, Nikita Jhruschov afirmó que fue él quien propuso a Shólojov. Hay quien afirma que Pirandello recibió su Nobel «mientras las legiones de camisas negras, que él nunca condenó, estaban bombardeando la población civil de Etiopía». Con el premio a Pablo Neruda hubo problemas por sus «contribuciones al culto de Stalin». Se rumorea que Jorge Luis Borges no fue galardonado «por haber declarado su agradecimiento a los dictadores Pinochet y Videla, pues ellos más que otros velan por la cultura occidental».. Respecto a las mujeres, hará falta esperar al año 2040 y venideros para desvelar nuevos secretos documentales y descubrir cómo empezaron a ser ideales, pues en los últimos veinte años, lo han ganado ocho veces. Sabremos entonces cómo la maestría poética de Wislawa Szimborska logró encajar en el canon, cómo se apreció la «fuerza visionaria» de la escritora Toni Morrison, a quién conmovió ‘La vegetariana’ de Han Kang. Y resultará revelador conocer con precisión qué pasó con el escándalo sexual dentro de la Academia Sueca debido al cual no se otorgó el Nobel de Literatura en 2018, algo que no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial. Jean-Claude Arnault, prominente figura cultural, fue condenado por violación y acusado de abusar de otras 18 mujeres.. Yo, personalmente, ya estoy hidratando mis guantes de boxeo de cara a 2054, año en que podremos presenciar el combate intra académico que otorgó el Nobel a la renovadora austriaca Elfriede Jelinek en 2004. A raíz de su elección, hasta un académico dimitió por «haber causado un daño irreparable a las fuerzas progresistas». La obra de Jelinek, llevada al cine por Haneke en ‘La pianista’, se considera provocadora, feminista tan radical que desconcierta a las feministas y «pornografía roja» según la derecha de su país. Así habló ella en el discurso que grabó en vídeo para la ceremonia:. «Nadie logrará hacerme renunciar a mis bromas estúpidas, a mi tono desengañado, ni siquiera por la fuerza; bueno, quizá por la fuerza».. Ideal.
La Lectura // elmundo
Su fundador Alfred Nobel, inventor sueco de la dinamita, quiso un premio ‘ideal’, pero siempre explota. Que si politizado, que si machista, que si blanquito. Que hablen las cifras. Leer
Su fundador Alfred Nobel, inventor sueco de la dinamita, quiso un premio ‘ideal’, pero siempre explota. Que si politizado, que si machista, que si blanquito. Que hablen las cifras. Leer
