La experiencia —las malas experiencias, en realidad— me ha hecho desconfiar de los cantos de sirena que emiten los inventarios de best sellers de las publicaciones estadounidenses, encabezadas por la consagratoria lista de The New York Times.. Muy recientemente, esa desconfianza se potenció con la publicación del catálogo de los 100 libros más importantes de lo que va del siglo XXI realizado por el prestigioso diario neoyorquino a partir de las votaciones de intelectuales de ese país. El recuento dio como resultado que la novela La amiga estupenda, de Elena Ferrante, podía ser considerada la mejor de las publicadas (en inglés o traducidas al inglés) en lo que va de milenio. Si tal consideración fuera posible (¿cómo medir que un libro es mejor que otro y categorizarlo así?) y esa novela mereciera semejante distinción, pues creo que deberíamos huir despavoridos. Sin pretender el vacuo ejercicio de comparar calidades, solo proponiendo recordar, podríamos anotar que a estas alturas del transcurso del siglo pasado ya Joyce había publicado Ulises; Thomas Mann, La montaña mágica; Proust, varios episodios de En busca del tiempo perdido, y Kafka había muerto sin destruir sus escritos inéditos para que, gracias a la infidelidad de su albacea, hayamos podido leer El proceso y El castillo. Parece palmario, y no solo por la desproporcionada exaltación de Ferrante, sino por el contenido total del inventario (y sus ausencias), que la categorización que ese listado nos ofrece de lo mejor que ha entregado la literatura del siglo resulta, cuando menos, alarmante.. Por eso, cuando me recomendaron la lectura de la novela de James McBride Una tienda en Chicken Hill (The Heaven & Earth Grocery Store, publicada en 2023) y leí los resultados de sus éxitos de venta (más de un millón de ejemplares) y los comentarios que ha provocado su lectura (considerado el libro del año para The Guardian, The New Yorker, The New York Times, Time, The Washington Post, las librerías Barnes & Noble y Amazon y… hasta para el Oprah Daily) entré en la obra con la necesaria cautela.. Los elementos del libro son una época caótica, unos personajes entrañables y un espacio de discriminación. Cierto es que en mucho me ayudaba a asumir el riesgo la información del trabajo previo del autor, galardonado en 2013 con el National Book Award por su novela El pájaro carpintero, y el hecho de que otras dos de sus obras hayan sido llevadas a la pantalla por un cineasta tan heterodoxo como Spike Lee. Y así, con suspicacia y curiosidad le tendí la mano a McBride y entré con él en el mundo de ese pueblucho llamado Chicken Hill, municipio de Pottstown, Pensilvania.. La aventura que comienza entonces con la aparición en 1972 de un viejo esqueleto y una joya ritual judía en un pozo cerca de donde estuvo la desaparecida sinagoga del pueblo y que salta a un pasado de 1936 cuando en ese sitio misérrimo vivían familias de emigrantes judíos y de afronorteamericanos, desde los primeros párrafos comienza a cobrar los colores de la buena literatura.. Una época caótica, unos personajes entrañables y esquivos, un espacio en donde la pobreza, la discriminación (racial, religiosa, económica) y los prejuicios arman su férrea estructura social son los elementos que sirven a McBride para realizar un ejercicio de inmersión en la vida norteamericana del momento y el escritor lo hace armado con dos espadas: la de la pertenencia y el conocimiento (madre judía, padre negro), y con el empleo de una ironía que le permite evidenciar mejor las interioridades de esa realidad.. La novela tiene una línea dramática central urdida alrededor de cuatro o cinco personajes: el judío Moshe, dueño del pequeño teatro musical El Auténtico Americano; su bella esposa, Chona, desprejuiciada y bondadosa, que regenta la tienda de comestibles El Cielo y la Tierra; el negro Nate, hombre reservado, con un pasado turbio; el niño Dodo, negro y sordo. A su alrededor se mueve una verdadera galería de tipos más o menos típicos y estrafalarios, que van desde blancos que se dicen descendientes directos de los pioneros del Mayflower hasta judíos llegados de diversos rincones de Europa y negros estadounidenses de disímiles estalajes, sin que falten italianos, irlandeses y hasta pase por sus páginas (o por el teatro de Moshe) la banda cubana del maestro Mario Bauzá, Machito y sus Afrocubanos, para enloquecer a los bailadores judíos.. El autor plantea una contundente reflexión sobre el bien y el mal, sobre lo cierto, lo falso y lo injusto. El destino del niño Dodo marcará el rumbo argumental de la novela, aunque trabajando con una estructura en la que se adicionan con coherencia muy diversas historias de los personajes convocados. Pero el propósito de McBride no apunta tanto a la solidez de la trama como al sentido panorámico que quiere darle a su mirada sobre la vida en la pobre localidad de Chicken Hill, un microcosmos estadounidense. Así, penetrando en la psicología y el carácter de prototipos cuyas motivaciones, cultura y comportamiento conoce de primera mano, el novelista busca dejarnos con esos personajes, sus destinos y peripecias, una reflexión que va más allá del recuento de hechos: perfila el carácter de una época y sociedad.. Porque Una tienda en Chicken Hill es una hermosa y contundente reflexión sobre el bien y el mal, sobre lo cierto, lo falso y lo injusto, sobre la riqueza y la miseria, pero, sobre todo, habla sobre la posibilidad de que la comprensión y la convivencia armónica consigan establecerse entre los seres de nuestra especie, sean judíos o gentiles, blancos o negros, europeos o norteamericanos. Y, tras el destino del niño Dodo y la injusticia de que es víctima por su clase y color, la novela se eleva para convertirse en un canto a la tolerancia, una oda sobre la inclusión, el amor y la aceptación. Una tierna mirada sobre esas virtudes y valores que fueron tan necesarios en 1936 como lo son hoy. Y tratándose de una novela que con arte y humanismo nos conduce a esa reflexión, uno puede entender mejor que en las listas de best sellers actuales, este libro se encuentre en el sitio que por su calidad merece.. Seguir leyendo
La experiencia —las malas experiencias, en realidad— me ha hecho desconfiar de los cantos de sirena que emiten los inventarios de best sellers de las publicaciones estadounidenses, encabezadas por la consagratoria lista de The New York Times.Muy recientemente, esa desconfianza se potenció con la publicación del catálogo de los 100 libros más importantes de lo que va del siglo XXI realizado por el prestigioso diario neoyorquino a partir de las votaciones de intelectuales de ese país. El recuento dio como resultado que la novela La amiga estupenda, de Elena Ferrante, podía ser considerada la mejor de las publicadas (en inglés o traducidas al inglés) en lo que va de milenio. Si tal consideración fuera posible (¿cómo medir que un libro es mejor que otro y categorizarlo así?) y esa novela mereciera semejante distinción, pues creo que deberíamos huir despavoridos. Sin pretender el vacuo ejercicio de comparar calidades, solo proponiendo recordar, podríamos anotar que a estas alturas del transcurso del siglo pasado ya Joyce había publicado Ulises; Thomas Mann, La montaña mágica; Proust, varios episodios de En busca del tiempo perdido, y Kafka había muerto sin destruir sus escritos inéditos para que, gracias a la infidelidad de su albacea, hayamos podido leer El proceso y El castillo. Parece palmario, y no solo por la desproporcionada exaltación de Ferrante, sino por el contenido total del inventario (y sus ausencias), que la categorización que ese listado nos ofrece de lo mejor que ha entregado la literatura del siglo resulta, cuando menos, alarmante.Por eso, cuando me recomendaron la lectura de la novela de James McBride Una tienda en Chicken Hill (The Heaven & Earth Grocery Store, publicada en 2023) y leí los resultados de sus éxitos de venta (más de un millón de ejemplares) y los comentarios que ha provocado su lectura (considerado el libro del año para The Guardian, The New Yorker, The New York Times, Time, The Washington Post, las librerías Barnes & Noble y Amazon y… hasta para el Oprah Daily) entré en la obra con la necesaria cautela.Los elementos del libro son una época caótica, unos personajes entrañables y un espacio de discriminaciónCierto es que en mucho me ayudaba a asumir el riesgo la información del trabajo previo del autor, galardonado en 2013 con el National Book Award por su novela El pájaro carpintero, y el hecho de que otras dos de sus obras hayan sido llevadas a la pantalla por un cineasta tan heterodoxo como Spike Lee. Y así, con suspicacia y curiosidad le tendí la mano a McBride y entré con él en el mundo de ese pueblucho llamado Chicken Hill, municipio de Pottstown, Pensilvania.La aventura que comienza entonces con la aparición en 1972 de un viejo esqueleto y una joya ritual judía en un pozo cerca de donde estuvo la desaparecida sinagoga del pueblo y que salta a un pasado de 1936 cuando en ese sitio misérrimo vivían familias de emigrantes judíos y de afronorteamericanos, desde los primeros párrafos comienza a cobrar los colores de la buena literatura.Una época caótica, unos personajes entrañables y esquivos, un espacio en donde la pobreza, la discriminación (racial, religiosa, económica) y los prejuicios arman su férrea estructura social son los elementos que sirven a McBride para realizar un ejercicio de inmersión en la vida norteamericana del momento y el escritor lo hace armado con dos espadas: la de la pertenencia y el conocimiento (madre judía, padre negro), y con el empleo de una ironía que le permite evidenciar mejor las interioridades de esa realidad.La novela tiene una línea dramática central urdida alrededor de cuatro o cinco personajes: el judío Moshe, dueño del pequeño teatro musical El Auténtico Americano; su bella esposa, Chona, desprejuiciada y bondadosa, que regenta la tienda de comestibles El Cielo y la Tierra; el negro Nate, hombre reservado, con un pasado turbio; el niño Dodo, negro y sordo. A su alrededor se mueve una verdadera galería de tipos más o menos típicos y estrafalarios, que van desde blancos que se dicen descendientes directos de los pioneros del Mayflower hasta judíos llegados de diversos rincones de Europa y negros estadounidenses de disímiles estalajes, sin que falten italianos, irlandeses y hasta pase por sus páginas (o por el teatro de Moshe) la banda cubana del maestro Mario Bauzá, Machito y sus Afrocubanos, para enloquecer a los bailadores judíos.El autor plantea una contundente reflexión sobre el bien y el mal, sobre lo cierto, lo falso y lo injustoEl destino del niño Dodo marcará el rumbo argumental de la novela, aunque trabajando con una estructura en la que se adicionan con coherencia muy diversas historias de los personajes convocados. Pero el propósito de McBride no apunta tanto a la solidez de la trama como al sentido panorámico que quiere darle a su mirada sobre la vida en la pobre localidad de Chicken Hill, un microcosmos estadounidense. Así, penetrando en la psicología y el carácter de prototipos cuyas motivaciones, cultura y comportamiento conoce de primera mano, el novelista busca dejarnos con esos personajes, sus destinos y peripecias, una reflexión que va más allá del recuento de hechos: perfila el carácter de una época y sociedad.Porque Una tienda en Chicken Hill es una hermosa y contundente reflexión sobre el bien y el mal, sobre lo cierto, lo falso y lo injusto, sobre la riqueza y la miseria, pero, sobre todo, habla sobre la posibilidad de que la comprensión y la convivencia armónica consigan establecerse entre los seres de nuestra especie, sean judíos o gentiles, blancos o negros, europeos o norteamericanos. Y, tras el destino del niño Dodo y la injusticia de que es víctima por su clase y color, la novela se eleva para convertirse en un canto a la tolerancia, una oda sobre la inclusión, el amor y la aceptación. Una tierna mirada sobre esas virtudes y valores que fueron tan necesarios en 1936 como lo son hoy. Y tratándose de una novela que con arte y humanismo nos conduce a esa reflexión, uno puede entender mejor que en las listas de best sellers actuales, este libro se encuentre en el sitio que por su calidad merece. Seguir leyendo
La experiencia —las malas experiencias, en realidad— me ha hecho desconfiar de los cantos de sirena que emiten los inventarios de best sellers de las publicaciones estadounidenses, encabezadas por la consagratoria lista de The New York Times.
Muy recientemente, esa desconfianza se potenció con la publicación del catálogo de los 100 libros más importantes de lo que va del siglo XXI realizado por el prestigioso diario neoyorquino a partir de las votaciones de intelectuales de ese país. El recuento dio como resultado que la novela La amiga estupenda, de Elena Ferrante, podía ser considerada la mejor de las publicadas (en inglés o traducidas al inglés) en lo que va de milenio. Si tal consideración fuera posible (¿cómo medir que un libro es mejor que otro y categorizarlo así?) y esa novela mereciera semejante distinción, pues creo que deberíamos huir despavoridos. Sin pretender el vacuo ejercicio de comparar calidades, solo proponiendo recordar, podríamos anotar que a estas alturas del transcurso del siglo pasado ya Joyce había publicado Ulises; Thomas Mann, La montaña mágica; Proust, varios episodios de En busca del tiempo perdido, y Kafka había muerto sin destruir sus escritos inéditos para que, gracias a la infidelidad de su albacea, hayamos podido leer El proceso y El castillo. Parece palmario, y no solo por la desproporcionada exaltación de Ferrante, sino por el contenido total del inventario (y sus ausencias), que la categorización que ese listado nos ofrece de lo mejor que ha entregado la literatura del siglo resulta, cuando menos, alarmante.
Por eso, cuando me recomendaron la lectura de la novela de James McBride Una tienda en Chicken Hill (The Heaven & Earth Grocery Store, publicada en 2023) y leí los resultados de sus éxitos de venta (más de un millón de ejemplares) y los comentarios que ha provocado su lectura (considerado el libro del año para The Guardian, The New Yorker, The New York Times, Time, The Washington Post, las librerías Barnes & Noble y Amazon y… hasta para el Oprah Daily) entré en la obra con la necesaria cautela.
Los elementos del libro son una época caótica, unos personajes entrañables y un espacio de discriminación
Cierto es que en mucho me ayudaba a asumir el riesgo la información del trabajo previo del autor, galardonado en 2013 con el National Book Award por su novela El pájaro carpintero, y el hecho de que otras dos de sus obras hayan sido llevadas a la pantalla por un cineasta tan heterodoxo como Spike Lee. Y así, con suspicacia y curiosidad le tendí la mano a McBride y entré con él en el mundo de ese pueblucho llamado Chicken Hill, municipio de Pottstown, Pensilvania.
La aventura que comienza entonces con la aparición en 1972 de un viejo esqueleto y una joya ritual judía en un pozo cerca de donde estuvo la desaparecida sinagoga del pueblo y que salta a un pasado de 1936 cuando en ese sitio misérrimo vivían familias de emigrantes judíos y de afronorteamericanos, desde los primeros párrafos comienza a cobrar los colores de la buena literatura.
Retrato del autor James McBride. Chia Messina (TUSQUETS)
Una época caótica, unos personajes entrañables y esquivos, un espacio en donde la pobreza, la discriminación (racial, religiosa, económica) y los prejuicios arman su férrea estructura social son los elementos que sirven a McBride para realizar un ejercicio de inmersión en la vida norteamericana del momento y el escritor lo hace armado con dos espadas: la de la pertenencia y el conocimiento (madre judía, padre negro), y con el empleo de una ironía que le permite evidenciar mejor las interioridades de esa realidad.
La novela tiene una línea dramática central urdida alrededor de cuatro o cinco personajes: el judío Moshe, dueño del pequeño teatro musical El Auténtico Americano; su bella esposa, Chona, desprejuiciada y bondadosa, que regenta la tienda de comestibles El Cielo y la Tierra; el negro Nate, hombre reservado, con un pasado turbio; el niño Dodo, negro y sordo. A su alrededor se mueve una verdadera galería de tipos más o menos típicos y estrafalarios, que van desde blancos que se dicen descendientes directos de los pioneros del Mayflower hasta judíos llegados de diversos rincones de Europa y negros estadounidenses de disímiles estalajes, sin que falten italianos, irlandeses y hasta pase por sus páginas (o por el teatro de Moshe) la banda cubana del maestro Mario Bauzá, Machito y sus Afrocubanos, para enloquecer a los bailadores judíos.
El autor plantea una contundente reflexión sobre el bien y el mal, sobre lo cierto, lo falso y lo injusto
El destino del niño Dodo marcará el rumbo argumental de la novela, aunque trabajando con una estructura en la que se adicionan con coherencia muy diversas historias de los personajes convocados. Pero el propósito de McBride no apunta tanto a la solidez de la trama como al sentido panorámico que quiere darle a su mirada sobre la vida en la pobre localidad de Chicken Hill, un microcosmos estadounidense. Así, penetrando en la psicología y el carácter de prototipos cuyas motivaciones, cultura y comportamiento conoce de primera mano, el novelista busca dejarnos con esos personajes, sus destinos y peripecias, una reflexión que va más allá del recuento de hechos: perfila el carácter de una época y sociedad.
Porque Una tienda en Chicken Hill es una hermosa y contundente reflexión sobre el bien y el mal, sobre lo cierto, lo falso y lo injusto, sobre la riqueza y la miseria, pero, sobre todo, habla sobre la posibilidad de que la comprensión y la convivencia armónica consigan establecerse entre los seres de nuestra especie, sean judíos o gentiles, blancos o negros, europeos o norteamericanos. Y, tras el destino del niño Dodo y la injusticia de que es víctima por su clase y color, la novela se eleva para convertirse en un canto a la tolerancia, una oda sobre la inclusión, el amor y la aceptación. Una tierna mirada sobre esas virtudes y valores que fueron tan necesarios en 1936 como lo son hoy. Y tratándose de una novela que con arte y humanismo nos conduce a esa reflexión, uno puede entender mejor que en las listas de best sellers actuales, este libro se encuentre en el sitio que por su calidad merece.
James McBrideTraducción de Juan TrejoTusquets, 2024400 páginas, 22,90 euros
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