Casi todos los recintos deportivos albergan un bar, pero hay un pequeño bar en Madrid a cuyos pies se extiende un campo enterito de rugby. La terraza del Central, en el estadio de la Ciudad Universitaria, y su ambiente festivo en días de partido son un aliciente para conocer cualquier fin de semana este deporte. La próxima gran cita será, sin embargo, en Valladolid. El 24 de mayo los dos equipos locales, VRAC Quesos Entrepinares e Inexo El Salvador, disputan la final de la Copa del Rey en el estadio José Zorrilla, cuyas 26.000 localidades ya abarrotaron hace una década. El calentamiento impone un aperitivo en las sedes de ambos clubes, los bares El Barco y La Central, en el centro de la ciudad. La preparación puede incluir el inspirador reportaje Informe Plus+ Briganti. Rugby vs mafia (en Movistar Plus+) y una visita, en la web del fotógrafo Nacho Hernández (www.nachohernandez.net), a su proyecto sobre el rugby en diferentes rincones del planeta. Retrata el combate y la sutileza, la magia y el rito de un deporte que exige abrazo y regala pertenencia.. Al cineasta navarro Oskar Alegria se le perdió una isla de la infancia y en la búsqueda alumbró el documental llamado ‘Zumiriki’, una vieja palabra en euskera que su padre apuntó para preservarla. El título de su siguiente película es un vocablo inventado, ‘Zinzindurrunkarratz’. Sus creaciones de orfebrería cinematográfica aparecen en festivales, sorprenden y se escapan como palabras que se lleva el aire. Tan sugerente como jugar con palabras perdidas o inventadas puede ser perderse en historias casi homéricas en las que, con el paso de las páginas, el placer de la lectura hace que la trama deje de importar. Cito dos, la primera y la última que me atraparon. ‘La saga/fuga de JB’, de Torrente Ballester, ambientada en la ciudad ficticia y flotante de Castroforte del Baralla. Y ‘El día del Watusi’, situada en una Barcelona de finales del siglo XX al margen de la oficial. «El tiempo sólo transcurre para pensar que somos eficientes», desliza su autor, Francisco Casavella. En realidad, hace falta bastante más tiempo que un fin de semana para salir, agradecidos y agotados, de estas novelas. Pero la eficiencia es lo de menos.. Las grandes ciudades iluminan, reescriben o borran las cicatrices que el tiempo deja sobre sus espacios. En mayo conviven en Madrid dos muestras complementarias. En CentroCentro, en Cibeles, Madrid Metrópoli subraya el valioso legado del arquitecto Antonio Palacios, los proyectos que hace un siglo dieron identidad a las grandes vías de la urbe burguesa. Pero no hay ciudad sin personas. En el Centro de Creación Contemporánea Quinta del Sordo, en La Latina, las fotos de Santi Vaquero en Casas Bajas rinden homenaje a los inmigrantes del éxodo rural que levantaron y dieron vida a los precarios barrios de la periferia, borrados luego por el crecimiento. Incluso en ese Madrid mainstream de tapas y turistas que hoy es la Cava Baja conviene fijarse en los vecinos y detenerse -mejor en día laborable- en los bares que frecuentan: La Concha, La Perejila, Lamiak, El Mentidero. Para la ronda nocturna, un garito con muy buena música y patrimonio gráfico. Horacio, junto a la Plaza de las Comendadoras, está decorado con letreros caídos en una capital en perpetuo movimiento.. «Tal vez necesitamos recuperar ese arte tan humano que es la lentitud», escribe el cardenal portugués José Tolentino Mendonça (‘Pequeña teología de la lentitud’). Perdidos por carreteras secundarias, diseminados por España, hasta 300 pueblos comparten un origen común: la colonización. Nacieron en la II República y el franquismo para extender el regadío o acoger a los desalojados por los pantanos. Casas blancas, trazados geométricos en torno a la plaza y a la iglesia, historias de desarraigo y nuevas raíces. Tengo cariño por La Vid (Burgos), donde mi abuelo fue médico y donde se alza un imponente monasterio que funciona también como hospedería. Sin salir de la vieja Castilla, a los pies de pueblos forjados por la historia como Urueña (en Valladolid, cerca de la A6) o Haza (en Burgos, junto a la N-122) se despliega el paisaje, se escucha un deseo de permanencia.
La Lectura // elmundo
El periodista de Últimas Noticias de EL MUNDO defiende el pequeño arte de perderse por calles, carreteras o libros como antídoto contra la hiperconexión que no da tregua Leer
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