Existen diferentes versiones acerca de lo que ocurrió en la piazza Carlos Alberto de Turín la mañana del 3 de enero de 1889, pero podemos deducir a grandes rasgos lo siguiente. Friedrich Nietzsche salió ese día temprano y aparentemente feliz de la habitación que alquilaba en la pensión de Davide Fino. Demasiado feliz, tal vez, según dan fe las cartas que escribió los días previos, ya próximas al delirio de grandeza. Pero, al observar cómo uno de los cocheros que aguardaban allí a los clientes golpeaba a su viejo y famélico caballo, el filósofo rompió a llorar, abrazó al animal y se desplomó. Los siguientes días los pasó gritando y desvariando. Cuando resultó evidente que la crisis no tenía visos de remitir, decidieron avisar a su hermana, residente por aquel entonces en la colonia antisemita de «Nueva Germania», en Paraguay.. Elisabeth quedó consternada al recibir la misiva de Europa que le informaba de la enfermedad de su hermano. Primero dudó de la gravedad de su dolencia, después le atenazó el remordimiento: Nietzsche no habría sufrido semejante desmoronamiento si ella no lo hubiera abandonado. Su marido Bernard Förster, la persona por la que había viajado a América, murió meses después. La colonia se desmoronaba. Arruinada y ansiosa por ocuparse de su hermano -al cuidado entonces de la anciana madre de ambos-, y de su apetitoso legado, Elisabeth Förster-Nietzsche, como decidió llamarse a partir de entonces, regresó a Alemania en otoño de 1893. La gran supervillana de la filosofía acababa de nacer.. Pocos personajes de la historia de las ideas han sido tan vituperados como la hermana del autor de ‘El Anticristo’. Embustera, rapaz, falsificadora que entregaría con un lazo al nazismo una obra filosófica que nada tenía que ver con esas ideas… y, tal vez, incestuosa. Tras la Segunda Guerra Mundial, su sombra parecía tan dañina que llegó a cerrarse el Archivo Nietzsche que ella fundó y la Academia se conjuró con el fin de olvidarla para siempre.. «De un hombre enfermo que padeció desde joven dolores de cabeza y agotamientos nerviosos, creó una figura llena de fuerza y vitalidad». Así siguió todo hasta que un lúcido historiador de la filosofía, el alemán Ulrich Sieg (Lübeck, 1960), decidió investigar en profundidad el asunto y llegó a la conclusión de que las cosas no eran tal y como nos las habían contado. El resultado lo recoge un libro deslumbrante que acaba de aterrizar en las librerías españolas: ‘La hermana de Nietzsche: Elisabeth Förster-Nietzsche y el lado oscuro del poder’ (La Esfera de los Libros).. Cuando conversamos con Sieg, no duda en certificar que la hermanísima ha servido como un gran chivo expiatorio. «No conozco ninguna otra figura relevante de la historia de la filosofía cuyo juicio sea tan unánimemente negativo como el de Elisabeth Förster-Nietzsche y que, al mismo tiempo, despierte tan poco interés», afirma. «Considerando que su legado probablemente sea el más amplio existente en archivos alemanes, incluso más extenso que el de Goethe, esta constatación resulta bastante sorprendente. El motivo principal podría ser que todos creen ya saber quién era Elisabeth: una impostora que logró una amplia aceptación mediante la pretendida cercanía con su hermano. De hecho, fue propuesta hasta cuatro veces para el Nobel de Literatura».. Precisamente porque esta percepción no es en absoluto falsa, se pasa fácilmente por alto lo esencial: «Elisabeth Förster-Nietzsche sentó las bases para la fama mundial de su hermano mediante biografías, diversas ediciones de sus obras e innumerables artículos. Esto puede resultar incómodo para muchos admiradores de Nietzsche, pero constituye un hecho importante que rara vez ha sido suficientemente reconocido. Antes de que su hermana tomara las riendas, la mayoría de sus obras se publicaban en tiradas pequeñas y en ediciones poco atractivas. Ella, en cambio, incluso llegó a comercializar con éxito una ‘edición para banqueros’ de ‘Ecce Homo’».. «En un pasaje de su diario, Elisabeth fantasea con pasar un verano con su hermano en las montañas para después ahogarse juntos en un lago». Explica el autor de esta biografía ‘sui generis’ que lo que ha buscado en su empeño ha sido no presentar a Förster-Nietzsche de manera más oscura, sino más clara. A la luz de sus actividades, puede comprenderse mejor la inmensa resonancia que tuvo la filosofía de Nietzsche alrededor del año 1900. Poseía un gran sentido del marketing y especialmente una notable percepción sobre el poder de las imágenes. En esto era sumamente exigente: las fotografías de Nietzsche que hacía circular provenían con frecuencia del fotógrafo oficial de la corte de Weimar.. Asimismo, poseía una sensibilidad especial hacia los cambios técnicos en el ámbito de la publicidad dirigida, a la que tempranamente se empezó a denominar «propaganda». Förster-Nietzsche pudo influir de manera sorprendentemente intensa en la imagen pública de su hermano porque precisamente en la década de 1890 comenzaron a imponerse las revistas ilustradas con tiradas de cientos de miles de ejemplares. Su genio comercial se mostró especialmente en su capacidad para decirle a todo el mundo exactamente lo que quería oír, pero presentándolo siempre como una sabiduría atemporal.. ¿Cómo separamos el grano de la paja? ¿Hasta qué punto el influjo de la hermana de Nietzsche ha servido a muchos intérpretes posteriores para salvar al pensador de sí mismo, de sus peores ideas racistas y antisemitas? «Por una parte, hay muchos lectores entusiastas de Nietzsche que han culpado a la hermana de aquellos aspectos que preferían no escuchar», responde Ulrich Sieg. «Por otra, existe, por supuesto, una investigación seria sobre el filósofo que intenta esclarecer las zonas oscuras de su pensamiento. Sin embargo, tampoco esta última ha mostrado demasiado interés en poner en evidencia el extraordinario papel que desempeñó Elisabeth Förster-Nietzsche en el éxito de su hermano».. Una de las dificultades de la investigación nietzscheana consiste en hacer justicia a un pensador cuyos textos se encuentran en diversos grados de elaboración. Además, para Nietzsche las cuestiones formales del lenguaje tenían una importancia excepcional. Precisamente en este aspecto su hermana mostró un descuido significativo, según el autor del libro, lo que aumentó considerablemente su margen de maniobra como editora.. En general, seguramente preferiríamos una imagen menos perturbadora del pensador, aunque, en cuanto al antisemitismo y racismo, no fuera especialmente llamativo según los estándares de su época. Sin embargo, su inusual capacidad lingüística le permitió expresar sus ideas con notable fuerza persuasiva. Para comprender mejor su relevancia histórica, resulta sin duda útil conocer detalladamente su entorno familiar. Esto permite explicar mejor sus estereotipos e idiosincrasias y, en particular, entender las ideas rectoras que Elisabeth Förster-Nietzsche seguía al luchar por la fama mundial de su hermano. No hay duda, y el autor de ‘La hermana de Nietzsche’ no lo niega, de que Elisabeth sí fue una gran falsificadora de la obra de su hermano. ¿Cuál fue la exacta gravedad de su falsificación y qué papel tuvo en la difusión de la obra de Nietzsche?. «Creo que la principal falsificación llevada a cabo por Elisabeth Förster-Nietzsche radica en el gran relato que construyó sobre la vida de su hermano», opina el historiador. «De un hombre gravemente enfermo que padeció desde joven fuertes dolores de cabeza y estados de agotamiento nervioso, creó una figura llena de fuerza y vitalidad, capaz de servir como modelo ejemplar. Apenas quiso reconocer, y mucho menos mostrar, la creciente soledad que tanto le hizo sufrir. Precisamente esta tergiversación fue una de las razones esenciales por las que la generación joven alrededor de 1900 pudo identificarse fácilmente con la filosofía nietzscheana».. En los detalles concretos, por ejemplo, Elisabeth siguió con frecuencia muchas de las indicaciones en los manuscritos de Nietzsche. «Esto hace que revelar sus falsificaciones sea una tarea larga y extenuante, que todavía está lejos de concluir. Al investigar personalmente en los archivos de Weimar, llaman especialmente la atención ciertas lagunas notorias que sugieren cuántos documentos importantes hizo desaparecer», revela Sieg.. «Por sus contactos con los masones , ella mantuvo distancia con Hitler hasta que se ganó sus simpatías imitando a su admirado Mussolini». Un libro polémico vio la luz en 1951 con un éxito rotundo y aún hoy puede conseguirse en múltiples idiomas, incluido el español. La obra titulada ‘Mi hermana y yo’ llevaba la firma del gran filósofo intempestivo, el soñador del eterno retorno, el profeta de Zaratustra y célebre asesino de Dios: Friedrich Wilhelm Nietzsche. Así lo repiten también numerosos sitios en internet, hasta el punto de que la historia se ha vuelto lugar común y casi todo el mundo parece convencidos de que el pensador mantuvo relaciones sexuales con su hermana, protagonizando así el incesto más famoso de la historia filosófica. Lamentablemente, todo es falso, como certificaba la novelista y biógrafa inglesa Sue Prideaux en ‘¡Soy dinamita!’, su magnífica biografía publicada en España por Ariel (2019).. Hoy no cabe duda de que la falsificación fue urdida por un estrafalario personaje llamado Samuel Rot, un avispado estafador especializado en reproducir fragmentos sexualmente explícitos de montones de autores sin su permiso en revistas eróticas de su propiedad. Y, sin embargo, cuando le preguntamos al autor de La hermana de Nietzsche al respecto, muestra sus dudas: «Son numerosos los indicios que apuntan a una relación subyacente con connotaciones eróticas entre los hermanos Nietzsche. Ambos solían alojarse en hoteles, disfrutando de su vida con gestos y actitudes propias de una pareja. En el diario de Elisabeth existe un pasaje en el que ella fantasea con lo hermoso que sería pasar un verano con su hermano en las montañas para después ahogarse juntos en un lago. Hasta qué punto estas evidencias pueden considerarse indicativas de tensiones sexuales entre ambos debería, en mi opinión, permanecer abierto teniendo en cuenta el actual estado de la investigación. En todo caso, cabe recordar que el incesto entre hermanos constituye uno de los temas centrales en la historia cultural europea de finales del siglo XIX».. Es verdad que Friedrich y Elisabeth -apodada por él «la llama»- mantuvieron una estrecha y afectuosa relación fraternal. Compartieron intermitentemente vivienda durante gran parte de sus vidas y Elisabeth cuidó con dedicación a su hermano en las múltiples crisis causadas por su precaria salud. Aunque inteligente, Elisabeth asumió dócilmente el papel secundario que la sociedad de su época imponía a las mujeres, rechazando explícitamente ser identificada con aquellas «nuevas feministas que luchaban por usar pantalones y votar políticamente como corderos».. Cuando finalmente contrajo matrimonio en 1885, lo hizo con Bernhard Förster, un maestro que rápidamente se convirtió en un virulento antisemita y fundó, junto con otras catorce familias, una colonia denominada Nueva Germania en Paraguay, concebida como un asentamiento ario puro que hoy aún existe. El experimento fracasó estrepitosamente y Förster terminó suicidándose con veneno en 1889.. Ese mismo año, Elisabeth recibió la noticia: su hermano Friedrich había abrazado en un gesto de desesperación a un caballo maltratado en la piazza Carlo Alberto de Turín, episodio que marcó el inicio de su total pérdida de la razón. Tras su retorno a Europa, comenzó la fase más oscura de esa relación fraternal. Durante los diez años de demencia que aún vivió Nietzsche, la popularidad de sus obras creció exponencialmente y Elisabeth aprovechó la situación para imponer un estricto control sobre su legado, censurando y manipulando documentos desde el Archivo Nietzsche, que ella misma creó. Posteriormente, cometería acciones aún más reprobables: en la década de los treinta, Elisabeth se afilió al partido nazi alemán y puso el archivo de su hermano al servicio del Tercer Reich, manchando injustamente su memoria.. Toca abordar un último y espinoso asunto: ¿fue Elisabeth la principal artífice de la resignificación nazi del legado de Nietzsche o es algo que habría llegado a ocurrir también sin su participación? Ulrich Sieg lo tiene claro: «De ningún modo lo fue, ya sólo por el hecho de que los nacionalsocialistas mostraron un considerable escepticismo hacia los textos ambiguos y llenos de matices de Nietzsche. Ella misma, debido a sus numerosos contactos con círculos masones perseguidos por los nazis, mantuvo inicialmente distancia frente a Adolf Hitler. El Führer se ganó sus simpatías cuando comenzó a imitar vívidamente al por ella admirado Mussolini».. En el Tercer Reich, la apropiación de un Nietzsche convenientemente recortado en términos autoritarios estuvo motivada principalmente por cálculos fríos de poder, explica el historiador: «Hitler no necesitaba ninguna lección de profesores de Filosofía en estos asuntos. De hecho, miraba con desprecio las disputas intelectuales. Sin embargo, esto no significa que Nietzsche hubiera resultado igualmente atractivo para los nazis sin las estilizaciones realizadas por su hermana. Precisamente su predilección por fantasías patéticas de autoafirmación contribuyó a que el Nietzsche que Elisabeth había configurado gozara de notable aceptación a partir de 1933».. En noviembre de 1935, Adolf Hitler asistió al entierro de Elizabeth en el Archivo que llevaba el nombre del filósofo. Allí el líder nazi, según un asistente, «derramó lágrimas de cocodrilo por una mujer a la que utilizó más que quiso». ¿Y qué descubriremos si conocemos mucho mejor a Elisabeth Förster-Nietzsche, como nos invita a hacer el libro de Sieg? «Vemos que la relación entre verdad y mentira, en el sentido extramoral, permaneció siempre precaria en la casa Nietzsche. Probablemente no resulte demasiado prometedor seguir buscando principalmente a un ‘Nietzsche auténtico’. Al fin y al cabo, los intentos de Elisabeth Förster-Nietzsche por determinar cómo debía recordarse a su hermano no pueden deshacerse fácilmente. Aquello que destruyó probablemente esté perdido para siempre, y los mitos que ella puso en circulación han adquirido desde hace mucho vida propia».. «En esencia», subraya el autor, «debemos aprender a convivir con los pensamientos que están contenidos en las obras de Nietzsche, que ya son lo bastante múltiples, deslumbrantes y desafiantes. En cambio, la narrativa promovida por Förster-Nietzsche, que aún Heidegger compartía después de 1945, ha demostrado ser un mito que se origina en la desmedida ambición de una mujer que disfrutaba desempeñando un papel significativo como hermana de un pensador dotado de extraordinarias habilidades lingüísticas».. Por ello, las consecuencias difícilmente pueden ser consideradas otra cosa que negativas. «Para la recepción de Nietzsche, la ‘comercialización’ de sus ideas por parte de su hermana ha significado algo tergiversador y desastroso», explica el historiador. «El crítico escéptico de la mentalidad de obediencia prusiana fue convertido en un vocero de las aspiraciones alemanas de dominio mundial. Ya sólo por sus consecuencias funestas merecería la pena examinar esta inversión de valores con suma atención. Que esto tenga un significado político considerable en una era marcada por fantasías nacionalistas de grandeza apenas necesita subrayarse».
La Lectura // elmundo
El historiador de la filosofía Ulrich Sieg publica una rompedora biografía sobre Elisabeth Förster-Nietzsche que desmonta alguno de los mitos más repetidos sobre una figura ambivalente y compleja. «Aunque a los seguidores de Nietzsche les resulte incómodo, ella sentó las bases de su fama global». Leer
El historiador de la filosofía Ulrich Sieg publica una rompedora biografía sobre Elisabeth Förster-Nietzsche que desmonta alguno de los mitos más repetidos sobre una figura ambivalente y compleja. «Aunque a los seguidores de Nietzsche les resulte incómodo, ella sentó las bases de su fama global». Leer