Amor de Dios es una calle corta y estrecha en el barrio de las Letras, a un paso de donde vivió (como un cura, todo hay que decirlo) Lope de Vega; a otro de donde penó y murió Cervantes; y a dos de la calle con el nombre más bonito del mundo, que bien pudiera haber acogido a uno y otro escritor, Costanilla de los desamparados.. En Amor de Dios, frente a la trasera de lo que fue el palacio del Nuevo Rezado y hoy es la Academia de la Historia, en el número uno, se encuentra una de esas casas antiguas muy madrileñas y de gran empaque. La casa tiene un portal imponente, nobiliario. Hay que atravesarlo, timbrar, cruzar una puerta cristalera y buscar la escalera que desciende a un sótano. Una placa discreta declara que aquello es el dominio de Leandro Navarro. Es esta una galería de arte pequeñita, con tres o cuatro habitaciones comunicadas en ele. Se respira en ella sosiego y un maravilloso silencio. Todo allí parece recién estrenado, las paredes son de un blanco persuasivo y las aristas de las esquinas, recién dibujadas con cartabón y regla, recuerdan que no hay arte, incluso el más desordenado, sin orden. Es sobria, es refinada, es elegante. Y todo ello lo es en tal grado, que en este aduar africano que a veces parece España, se diría un oasis clandestino.. Fue Leandro Navarro durante más de medio siglo el gran galerista de José Gutiérrez Solana. Por sus manos han pasado algunos de los mejores cuadros del pintor. Hoy lleva la galería su hijo Íñigo y en ella espera la mejor exposición que se ha visto en mucho tiempo en Madrid. Apenas siete u ocho óleos y otros tantos dibujos, además de un puñado de cartas manuscritas: Solana en la colección Alfredo Velarde.. Ahora se dirán un par de cosas de este Velarde, pero antes conviene saber qué hace tan extraordinarias a esas obras. No solo que nunca se hubieran visto en España desde que salieron de aquí hacia Chile hace noventa años. Algunas de ellas son obras maestras. Y diríamos que escogidas por el propio Solana para su amigo Velarde. Y que fueron amigos y mucho, lo dice el tuteo de las cartas y las confidencias del pintor: dispuesto al «resurgimiento de una Nueva España fuerte y poderosa como deseamos verla todos los que verdaderamente la queremos y amamos (…) ¡Arriba a España! ¡Saludo a Franco!», le dice en marzo del año 39. Velarde, de izquierdas y de una familia de indianos como también la de Solana, estaba yéndose por entonces al exilio (pues exilio fue). Los amigos, no obstante, siguieron escribiéndose hasta la muerte del pintor. Velarde se mostró un entusiasta de Solana desde muy joven y, se ve, hicieron buenas migas. Escribió incluso de él con tino, y teniendo posibles, le compró un cuadro, y luego otro y otro, pues despierta Solana en sus partidarios esta curiosa y respetable codicia: quien tiene un cuadro suyo querría completar con otros su universo: máscaras, capeas, carnavales, circos, bodegones, retratos, «chicas» (sus famosas putas), paisajes, arrantxales, labriegos, ferias, procesiones, arrabales madrileños o parisinos…. «Acaso porque esta exposición sea tan reducida se aprecie mejor lo que es Solana: el gran pintor español del siglo XX como lo fue Goya del XIX». En la colección Velarde hay tres o cuatro joyas absolutas (una Dolorosa, una Adoración Nocturna, unas máscaras en Segovia y otras con una mula) que merecerían cualquier esfuerzo para verlas (probablemente algunas desaparecerán de la circulación en las casas de sus nuevos propietarios y reaparecerán, como ahora, en otras vidas)…. Acaso porque esta exposición sea tan reducida se aprecie mejor que en una antológica (y memorable fue la que JMBonet, siendo director del Reina Sofía, nos encargó a María José Salazar y a mí) lo que es Solana: el gran pintor español del siglo XX como lo fue Goya del XIX, sin menoscabo de Rosales, Berruguete, Picasso y tantos más.. Cierto que el tiempo ha incubado el equívoco, dando a entender que «solanesco» es sinónimo de sórdido y cochambre. Y sin embargo en el fondo es lo contrario: melancólico de ley, lírico puro y cervantino, que es, como se sabe, la manera de sonreír piadosamente de las ajenas desdichas y de las propias. Ese es Solana. Pocas veces se verá tan bien contado, y tan brevemente, como en esa exposición.
La Lectura // elmundo
En la galería Leandro Navarro espera la mejor exposición que se ha visto en mucho tiempo en Madrid, apenas siete u ocho óleos, otros tantos dibujos y algunas cartas del pintor José Gutiérrez Solana Leer
En la galería Leandro Navarro espera la mejor exposición que se ha visto en mucho tiempo en Madrid, apenas siete u ocho óleos, otros tantos dibujos y algunas cartas del pintor José Gutiérrez Solana Leer