La escritora Samantha Hervey (Kent, 1975) ganó el Premio Booker en su edición más reciente con Orbital, una novela que transcurre en una estación internacional espacial durante 24 horas; aunque no es exactamente un día, o al menos, los seis astronautas -cuatro, en realidad, y dos cosmonautas- no tienen claro que lo sea. En esas 24 horas ellos verán 16 anocheceres con sus 16 amaneceres.. Harvey parece colarse en esa «H metálica suspendida sobre la Tierra. Van girando, cabeza frente a pies, cuatro astronautas (americano, japonesa, británica, italiano) y dos cosmonautas (ruso, ruso); dos mujeres, cuatro hombres, una estación espacial compuesta de diecisiete módulos interconectados, a veintiocho mil kilómetros por hora. […] Cada uno estará nueve meses más o menos, nueve meses de esta deriva ingrávida, nueve meses con la cabeza abotargada, nueve meses de esta vida en una lata de sardinas, nueve meses de este mirar embobados la Tierra, antes de volver al planeta que los espera, paciente, abajo».. Traducción de Albert Fuentes. Anagrama. 200 páginas. 18,90 € Ebook: 10,99 €. Puedes comprarlo aquí.. Entre los méritos de Harvey está la capacidad de jugar con el tiempo: esas 24 horas que transcurren, ese día que abarca las 16 puestas de sol contiene también escenas del pasado de los personajes, recuerdos, memorias, destellos de esa otra vida en la Tierra. Exploran su relación con la que ha terminado siendo su profesión, el momento en que decidieron que eso sería lo que harían: ser astronautas. Hay recuerdos de otras misiones y algunos hasta nos ofrecen el momento epifánico. Pero no todo es pasado en el retrato de los personajes, también hay presente, claro, el de la estación, y futuro, aunque sea todo proyección y duda y esté en suspenso.. El viaje espacial, esos nueve meses fuera de la Tierra, les sume en un estado de ambivalencia con respecto a su vida terrestre: echan de menos a sus familias, pero a la vez, no quieren volver, saben que están viviendo algo al alcance de muy pocos. Y al mismo tiempo, no dejan de pensar en su vida en la Tierra,de la que han llevado consigo reliquias: una postal de Las Meninas, una luna de fieltro. Se mantienen en contacto con sus familiares y con la Tierra, y así les llega la noticia de la muerte de la madre de Chie, la astronauta japonesa: «Si pudiera permanecer en órbita durante el resto de su vida todo iría bien. La muerte de su madre no será real hasta que regrese […]. Tienes esta órbita gloriosa y cuando orbitas eres resistente a los golpes y nada puede hacerte daño. Cuando el planeta galopa a través del espacio y tú galopas detrás de él, a través de la luz y de la oscuridad, con tu cerebro ebrio de tiempo, nada tiene fin. No puede haber un final. Solo hay círculos».. Orbital apenas tiene trama, es pura contemplación y reflexión, y lo que sucede ni siquiera sucede en la estación. Los astronautas son espectadores sin posibilidad de actuar frente al tifón que se acerca a las Islas Filipinas, por ejemplo. Tampoco son los únicos en misión espacial: ese mismo día, desde el cabo Cañaveral, está prevista la salida de cuatro astronautas con destino a la Luna.. El espacio y los viajes lunares tienen su propia imaginería de la que Harvey echa mano, pero la escritora logra presentarlo como si nunca antes se hubiera contado, con la fascinación de quien mira por primera vez y quiere registrarlo para compartirlo. Pasa por los lugares que ha de pasar y complace las expectativas sobre el día a día de la vida en el espacio. La inmensidad del universo y la Vía Láctea le da pie para descripciones pictóricas de visiones de la Tierra desde el espacio, que son rigurosas en lo geográfico. La contemplación del universo es lo que despierta en los seis protagonistas las inmensas preguntas sobre la existencia, al mismo tiempo que se instala en ellos la conciencia de la soledad del ser humano como especie.. También despierta preguntas más inmediatas:»¿Qué eres, a fin de cuentas, como astronauta sino un médium? Te eligen porque tienes un temperamento que no se aferra a las cosas, tal vez llegado el día un robot hará tu trabajo, y es muy posible que así sea; es una pregunta obligada. Y de hecho se la hacen a veces. Un robot no necesita hidratarse, nutrirse, excretar, dormir, un robot no tiene unos fluidos cerebrales antojadizos, ni menstrúa, ni tiene libido o papilas gustativas. No hay que fletarle fruta en un cohete o atiborrarlo de vitaminas y antioxidantes, somníferos o analgésicos, ni construirle un lavabo con embudos y bombas de extracción que obliga a un curso de formación para saber utilizarlo, ni una unidad que recicle la orina para convertirla en agua potable, ya que el robot no tiene orina ni necesitan agua ni pide nada».. La prosa de Harvey brilla en las descripciones de los paseos espaciales y los paisajes tanto como flaquea al intentar hacer un alegato de la paz y la conciencia climática. En cualquier caso, el episodio de denuncia es corto, se despacha como la presentación del IRPF. Donde sí se muestra hábil Harvey es en la creación de una especie de conciencia coral compuesta de seis voces, cuyas personalidades están diferenciadas pero funcionan como un todo único en ocasiones: «Girando en torno a la Tierra en su nave espacial se sienten tan unidos, y tan solos, que incluso sus pensamientos, sus mitologías íntimas, confluyen a veces. Tienen de vez en cuando los mismos sueños». Que les suceda a los personajes se explica por el efecto «gran hermano» + «viaje espacial»; mostrarlo es otra cosa y requiere habilidades y pericias narrativas como las que Harvey desde luego posee sobradamente.. La novela tiene una leve caída en el segundo tramo, que remonta rápido y que nos lleva hacia un final también contemplativo en el que la Tierra se presenta ahora no como una visión sino como «una compleja orquesta de sonidos» que «terminará estallando en una canción».
La Lectura // elmundo
La novela de Samantha Harvey captura la rutina de seis astronautas, sus quehaceres cotidianos y explora sus recuerdos para elevarse hasta reflexiones de carácter existencial Leer
La novela de Samantha Harvey captura la rutina de seis astronautas, sus quehaceres cotidianos y explora sus recuerdos para elevarse hasta reflexiones de carácter existencial Leer