El pasado miércoles 15 de enero, el Ministerio de Cultura organizó un acto donde se presentaron las actividades que se van a realizar en el Festival de Angoulême de 2025 (la feria de cómic más importante de Europa), donde España es país invitado, o, como los ponentes del acto se emplearon en apuntar, focus country, una de estas expresiones de la lengua franca del marketing que tanto gustan al personal. Al acto acudió Ernest Urtasun, que para eso es el ministro, y verán, como si no hubiera hecho acto de presencia, porque los asistentes al evento no pudimos hacer preguntas luego, y mira que había sobre qué preguntar.. Y es que, de haber podido, le habría formulado las siguientes cuestiones al señor ministro, que paso a reproducir aquí porque, aunque no tengan respuesta, mejor que queden por escrito a que se las lleve el viento. La primera sería si el también allí presente presidente de la Sectorial del Cómic, Alejandro Casasola, le había presentado la dimisión y puesto el cargo a su disposición. La Sectorial del Cómic es una asociación profesional del sector que se creó en 2020 para, según sus estatutos, «promocionar el cómic con el fin de generar una imagen seria, rigurosa y libre del colectivo integrante de la Asociación». El caso es que Casasola fue condenado el pasado verano por intentar copiar la marca comercial de un evento de cómic de mala fe y de acuerdo con sus intereses particulares. Digo yo que la imagen que queda de la Sectorial después de esto no es ni seria ni rigurosa, pero tampoco es algo que le preocupe mucho a la propia asociación, puesto que no ha emitido ni un comentario al respecto, ya sea en un comunicado de prensa o en alguna de sus redes sociales, y a lo mejor por eso el señor ministro ni sabe de la condena de Casasola, que oigan, podría ser.. «El 64% de las autoras y autores de cómic de este país vive con ingresos inferiores al salario mínimo anual y el 40% trabaja en negro sin estar dado de alta en como autónomo». A continuación me hubiera gustado preguntarle por qué consideran que la situación del cómic nacional es algo de lo que sacar pecho cuando del propio Libro Blanco del Cómic (promovido por la misma Sectorial) se extraen los siguientes datos: solo el 8% de los cómics publicados en España son obra de autores nacionales, el 64% de las autoras y autores de este país vive con ingresos inferiores al salario mínimo anual y el 40% trabaja en negro sin estar dado de alta en como autónomo. Nada de esto ensombreció el ambiente triunfal de la presentación.. Y entonces, le hubiera formulado al hierático señor Urtasun, como si de una esfinge se tratara, una tercera cuestión: ante este panorama desastroso, ¿por qué se esfuerza el Ministerio en darle la puntilla a la profesión permitiendo que las empresas que usen Inteligencia Artificial generativa eludan compensar equitativamente a los artistas por el uso indiscriminado de su trabajo para entrenar a sus algoritmos? La redacción del proyecto del Real Decreto con el que se pretende regular el uso de la I.A. dispone que las licencias que se otorgarán a los desarrolladores serán colectivas. Cabe explicar que el modelo actual de generación de imágenes por I.A. se nutre del trabajo previo de dibujantes y diseñadores: no crea nada, recombina ingentes cantidades de datos extraídos de esas obras sin que haya una contraprestación por el uso indebido de los derechos de las mismas. Lo que pretende el Ministerio es que cada autor tenga que negarse expresamente a que su obra entre dentro de dichas licencias, cuando a veces ni llega a enterarse de su apropiación. Y es más, en la misma redacción del proyecto se advierte que, en todo caso, esto sería «una importante traba para el adecuado desarrollo de sistemas de inteligencia artificial». Porque legislar velando por el interés general, en fin, es mucho lío. Y responder preguntas, pues parece que también. No, señor ministro. Así no.
La Lectura // elmundo
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