“Pero, ¿quién sabe algo de mi corazón? Todos se preocupan solo por el mapa. Me sitúo ente el mar y el desierto, un mamut. Mi estructura es terrible y elegante”. Else Lasker-Schüler se coloca sobre el desconcierto. En los umbrales y en la transgresión. Es una excéntrica que acaba convirtiéndose en el centro de un sistema solar. Desde la extravagancia y la bohemia, el cabaret, desde el orientalismo artístico en el cogollo de Europa, llega a ser considerada la mejor poeta de Alemania. Así lo dijo Gotfried Benn. La escritora capta y forma parte de la vibración artística del Berlín anterior a la I Guerra Mundial, aunque Berlín le parece una ciudad pequeña que solo percibe la realidad a través de una mirilla; tal estrechez resulta insuficiente para este espíritu volador, apasionado, generoso, poliédrico, corpóreo: el doctor Alfred Döblin (¡ni más ni menos!) le diagnostica —en el café— una enfermedad tiroidea y le recomienda extirpar la glándula.. Me he quedado fascinada con la mujer que está detrás de este libro y con su escritura libérrima. Admiro la capacidad de Lasker-Schüller para autorretratarse como una artista desacomplejada —una artista que no pide perdón— y para hablar sin inhibiciones de sus coetáneos: Karl Kraus, Schönberg, Nolde, Kokoschka… La autora mezcla escritura y dibujo, y tanto la una como el otro, sus intersecciones, son búsqueda y también un juicio de valor. Y ¿este libro?, ¿qué es? Mi corazón, según la Deutsche Welle, es uno de los cien libros alemanes más importantes del siglo. Sí, pero ¿qué es? Hay que removerlo como una caja sellada, ver a qué suena, darle una clave de lectura particular más allá de todo hábito. Incluso más allá de la historia de la literatura y del arte que presenta a Lasker-Schüller vinculada a las vanguardias y abriendo camino al expresionismo.. Dicen que Mi corazón es una novela epistolar constituida por cartas autobiográficas con las que ella pretende romper con su segundo marido, Herwarth Walden, editor de la revista Der Sturm. Así que Mi corazón sería un ejemplo de cómo los textos literarios tienen una gran utilidad. En el hipotético —y poco relevante caso— de que Mi corazón fuese una novela, se acercaría perversamente al roman à clef: la autora pone distintos nombres a una misma persona, mezcla personajes de su mundo de ficción —Minn, Amanda— con personajes históricos y también con camareros del café des Westerns: quiebra la frontera de clase y el límite entre realidad y ficción. Un glosario permitirá a las personas intolerantes al desconcierto saber quién es el Obispo. El texto funciona como fuente de conocimiento, pero también como fuente de perplejidad. Ambos, conocimiento y perplejidad, producen un inmenso placer. La agudeza estética y política sobresalen cuando la poeta aparentemente parlotea, deja que la mano se le vaya, piensa caóticamente y, en realidad, da en el clavo: el fragmento sobre lo mucho que le gusta al público la música patriótica, Deutschland. Deutschland über alles, provoca a la vez risa y miedo.. Lasker-Schüller se pregunta si debería escribir tanto de sí misma, pero yo quiero creer que lo dice con la boca pequeña y le agradezco su libertad, su inteligencia y su peculiar humorismo. A mí me interesa mucho su corazón.. Seguir leyendo
“Pero, ¿quién sabe algo de mi corazón? Todos se preocupan solo por el mapa. Me sitúo ente el mar y el desierto, un mamut. Mi estructura es terrible y elegante”. Else Lasker-Schüler se coloca sobre el desconcierto. En los umbrales y en la transgresión. Es una excéntrica que acaba convirtiéndose en el centro de un sistema solar. Desde la extravagancia y la bohemia, el cabaret, desde el orientalismo artístico en el cogollo de Europa, llega a ser considerada la mejor poeta de Alemania. Así lo dijo Gotfried Benn. La escritora capta y forma parte de la vibración artística del Berlín anterior a la I Guerra Mundial, aunque Berlín le parece una ciudad pequeña que solo percibe la realidad a través de una mirilla; tal estrechez resulta insuficiente para este espíritu volador, apasionado, generoso, poliédrico, corpóreo: el doctor Alfred Döblin (¡ni más ni menos!) le diagnostica —en el café— una enfermedad tiroidea y le recomienda extirpar la glándula.Me he quedado fascinada con la mujer que está detrás de este libro y con su escritura libérrima. Admiro la capacidad de Lasker-Schüller para autorretratarse como una artista desacomplejada —una artista que no pide perdón— y para hablar sin inhibiciones de sus coetáneos: Karl Kraus, Schönberg, Nolde, Kokoschka… La autora mezcla escritura y dibujo, y tanto la una como el otro, sus intersecciones, son búsqueda y también un juicio de valor. Y ¿este libro?, ¿qué es? Mi corazón, según la Deutsche Welle, es uno de los cien libros alemanes más importantes del siglo. Sí, pero ¿qué es? Hay que removerlo como una caja sellada, ver a qué suena, darle una clave de lectura particular más allá de todo hábito. Incluso más allá de la historia de la literatura y del arte que presenta a Lasker-Schüller vinculada a las vanguardias y abriendo camino al expresionismo.Dicen que Mi corazón es una novela epistolar constituida por cartas autobiográficas con las que ella pretende romper con su segundo marido, Herwarth Walden, editor de la revista Der Sturm. Así que Mi corazón sería un ejemplo de cómo los textos literarios tienen una gran utilidad. En el hipotético —y poco relevante caso— de que Mi corazón fuese una novela, se acercaría perversamente al roman à clef: la autora pone distintos nombres a una misma persona, mezcla personajes de su mundo de ficción —Minn, Amanda— con personajes históricos y también con camareros del café des Westerns: quiebra la frontera de clase y el límite entre realidad y ficción. Un glosario permitirá a las personas intolerantes al desconcierto saber quién es el Obispo. El texto funciona como fuente de conocimiento, pero también como fuente de perplejidad. Ambos, conocimiento y perplejidad, producen un inmenso placer. La agudeza estética y política sobresalen cuando la poeta aparentemente parlotea, deja que la mano se le vaya, piensa caóticamente y, en realidad, da en el clavo: el fragmento sobre lo mucho que le gusta al público la música patriótica, Deutschland. Deutschland über alles, provoca a la vez risa y miedo.Lasker-Schüller se pregunta si debería escribir tanto de sí misma, pero yo quiero creer que lo dice con la boca pequeña y le agradezco su libertad, su inteligencia y su peculiar humorismo. A mí me interesa mucho su corazón. Seguir leyendo
“Pero, ¿quién sabe algo de mi corazón? Todos se preocupan solo por el mapa. Me sitúo ente el mar y el desierto, un mamut. Mi estructura es terrible y elegante”. Else Lasker-Schüler se coloca sobre el desconcierto. En los umbrales y en la transgresión. Es una excéntrica que acaba convirtiéndose en el centro de un sistema solar. Desde la extravagancia y la bohemia, el cabaret, desde el orientalismo artístico en el cogollo de Europa, llega a ser considerada la mejor poeta de Alemania. Así lo dijo Gotfried Benn. La escritora capta y forma parte de la vibración artística del Berlín anterior a la I Guerra Mundial, aunque Berlín le parece una ciudad pequeña que solo percibe la realidad a través de una mirilla; tal estrechez resulta insuficiente para este espíritu volador, apasionado, generoso, poliédrico, corpóreo: el doctor Alfred Döblin (¡ni más ni menos!) le diagnostica —en el café— una enfermedad tiroidea y le recomienda extirpar la glándula.
Me he quedado fascinada con la mujer que está detrás de este libro y con su escritura libérrima. Admiro la capacidad de Lasker-Schüller para autorretratarse como una artista desacomplejada —una artista que no pide perdón— y para hablar sin inhibiciones de sus coetáneos: Karl Kraus, Schönberg, Nolde, Kokoschka… La autora mezcla escritura y dibujo, y tanto la una como el otro, sus intersecciones, son búsqueda y también un juicio de valor. Y ¿este libro?, ¿qué es? Mi corazón, según la Deutsche Welle, es uno de los cien libros alemanes más importantes del siglo. Sí, pero ¿qué es? Hay que removerlo como una caja sellada, ver a qué suena, darle una clave de lectura particular más allá de todo hábito. Incluso más allá de la historia de la literatura y del arte que presenta a Lasker-Schüller vinculada a las vanguardias y abriendo camino al expresionismo.
Dicen que Mi corazón es una novela epistolar constituida por cartas autobiográficas con las que ella pretende romper con su segundo marido, Herwarth Walden, editor de la revista Der Sturm. Así que Mi corazón sería un ejemplo de cómo los textos literarios tienen una gran utilidad. En el hipotético —y poco relevante caso— de que Mi corazón fuese una novela, se acercaría perversamente al roman à clef: la autora pone distintos nombres a una misma persona, mezcla personajes de su mundo de ficción —Minn, Amanda— con personajes históricos y también con camareros del café des Westerns: quiebra la frontera de clase y el límite entre realidad y ficción. Un glosario permitirá a las personas intolerantes al desconcierto saber quién es el Obispo. El texto funciona como fuente de conocimiento, pero también como fuente de perplejidad. Ambos, conocimiento y perplejidad, producen un inmenso placer. La agudeza estética y política sobresalen cuando la poeta aparentemente parlotea, deja que la mano se le vaya, piensa caóticamente y, en realidad, da en el clavo: el fragmento sobre lo mucho que le gusta al público la música patriótica, Deutschland. Deutschland über alles, provoca a la vez risa y miedo.
Lasker-Schüller se pregunta si debería escribir tanto de sí misma, pero yo quiero creer que lo dice con la boca pequeña y le agradezco su libertad, su inteligencia y su peculiar humorismo. A mí me interesa mucho su corazón.
Else Lakser-SchülerTraducción de Alberto GordoFirmamento, 2024148 páginas, 22 euros
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