Carlota está de cumpleaños. Ha invitado a su fiesta a sus amigos, que son una aguacate, unas palomitas, una berenjena, unas patatas fritas, unos guisantes… De hecho, la propia Carlota es un donut de chocolate al que miran Lola, una pizza, y Marc, un perrito caliente. De repente suena ‘Fiesta’, de Raffaella Carrá, y todo el mundo empieza a bailar. También Ensimismada, a la que todos llaman Ensi, y que por una razón que su hermana mayor (Responsable, pero todo el mundo la llama Respon) no entiende, se queda con los regalos de Carlota y sopla las velas de su tarta. «Me hago pis», dice una galleta. Y al fondo, una conversación:. – ¿No te gustan los guisantes? A mí me encantan.. – ¿Y a ti las judías verdes?. En medio de todo el jaleo, Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional (CDN), canta, salta y responde a las preguntas del variopinto grupo de verduras y snacks. Están preparando ‘Ensimismada’, la cuarta obra dentro de Nuevos Dramáticos, el proyecto de mediación con la infancia del CDN. Como autor y director de la pieza, Sanzol lleva un año trabajando con 24 alumnos de entre 8 y 10 años que provienen de colegios públicos cercanos a las sedes del CDN, en Usera, Lavapiés y Chueca, así como los hijos de trabajadores del Centro Dramático. Le acompaña Lucía Miranda, responsable de Nuevos Dramáticos que ha coordinado los tres anteriores montajes: ‘Luna en marte,’ de Jordi Casanovas y Cristina Clemente; ‘Los columpios’, de José Troncoso; y ‘Play’, de María Goiricelaya.. «Trabajamos con ellos durante todo un año para que ayuden a crear un espectáculo. No son clases de teatro al uso, no se les enseña a proyectar ni tampoco interpretación», deja claro Miranda. «Lo que hacemos es generar un espacio donde se escuchen y jueguen juntos los creadores escénicos invitados y los niños y niñas. Y dialoguen. Es como si produjésemos un puente entre creadores que nunca han trabajado con infancia ni para infancia. Es decir, que nunca han hecho un espectáculo familiar».. Cuando le toca dar su pie, los tirantes que sujetan el donut de Carlota se rompen y se muere de risa. Es alérgica al chocolate, qué ironía para un bollo de cacao, y Sanzol le pide que lo cuente en escena con dulce resignación. «Generan dramaturgia, diseño de vestuario, diseño de escenografía», enumera Miranda. «Y ese equipo de profesionales tiene que escuchar todas esas ideas y diseñar en talleres actividades para que los niños y niñas propongan. Luego los profesionales deciden, de lo que han propuesto, con qué se quedan y qué ponen de su propia cosecha. Con lo cual el espectáculo es un híbrido entre las ideas de los niños y las de los creadores profesionales».. Por eso, es un proyecto en el que el CDN pone a los niños y niñas en el centro. «Es profundamente niñocéntrico, no es para nada adultocéntrico», sentencia la responsable. «Y creo que es algo que necesitan las instituciones culturales de este país. Hay muy pocas producciones familiares pagadas desde un teatro público y menos aún donde los autores sean los menores».. Se atribuye al actor y cómico estadounidense W. C. Fields una frase -«nunca trabajes con animales ni con niños»- con la que Sanzol no puede estar más en desacuerdo. «En mi caso la experiencia está siendo todo lo contrario. Yo diría que trabajar con niños es un placer, que se aprende muchísimo», explica. Tampoco le gusta hablar de ensayos, sino de talleres, que siguen una dinámica: «Lucía Miranda y Nacho Bilbao lideran las sesiones a través de juegos escénicos. Dentro de estos juegos está el que yo vaya proponiendo argumentos e historias. Y uno de los argumentos que propuse tuvo tirón y fue el de esta obra. De este modo vamos, de alguna manera, introduciéndoles o presentándoles la manera de trabajar en teatro profesional». Sanzol remata de cabeza una pelota hecha con cinta aislante enrollada y organiza una sesión de baile. «Hay algo que es buenísimo, que es la libertad con la que se mueven en el espacio», aplaude. «La manera en la que su cuerpo está despierto y se integra en la acción al cien por cien. O la gran capacidad de atención cuando entran dentro de un juego que les interesa. Desde luego, si no les interesa el juego, te lo dejan muy claro y, con la misma intensidad con la que entran en una propuesta, se salen. En este sentido, no se hacen las cosas por quedar bien». Así, la comunicación es mucho más directa: «Te enteras enseguida de las cosas. Y luego, la imaginación súper concreta que tienen. Me acuerdo que cuando les dije que estaba pensando en hacer una historia en la que una hermana mayor se mete dentro de la cabeza de su hermana pequeña, alguien preguntó: ¿Y por dónde entra? Y eso es muy genial porque te hace poner los pies en la tierra acerca de cómo armar una historia, por esas preguntas tan concretas y tan radicales».. Hay otra frase, en este caso de Ana María Matute, que rescata Miranda: «Un niño no es un proyecto de hombre. Un hombre es lo que queda de un niño». Y añade que cuando la sociedad se olvida de la infancia «nos olvidamos de nosotros mismos, porque es la parte fundamental que constituye una persona».. «No entiendo que los teatreros nos desprendamos de los niños que fuimos», plantea la directora. «Me parece una cosa loquísima y no me cabe en la cabeza que un sector que bebe de jugar a ser otro y que nos alimentamos de ese verbo [en inglés y francés jugar e interpretar se dicen igual] no estemos más en relación con la infancia y la adolescencia. ¡Si nosotros vivimos de jugar!».
La Lectura // elmundo
El programa Nuevos Dramáticos del CDN incorpora la infancia a la toma de decisiones en espectáculos. Su director, Alfredo Sanzol, estrena en unos días ‘Ensimismada’ Leer
El programa Nuevos Dramáticos del CDN incorpora la infancia a la toma de decisiones en espectáculos. Su director, Alfredo Sanzol, estrena en unos días ‘Ensimismada’ Leer