Un empresario gallego que responde al abracadabrante nombre de Antonio Hitler (en su momento se explica por qué) idolatra a su hija Irene, y ése es el único punto digamos débil de un hombre que no es sólo ambicioso y amoral sino directamente violento, con arrebatos intermitentes pero incontrolables de ira que acaso proceden de la arisca autoridad que su padre ejerció sobre él o, mejor dicho, de la indiferencia absoluta, de un desprecio precoz y una ausencia de cariño que acabaron demasiado pronto con cualquier esperanza para esa relación, operativa en el ámbito profesional pero desguazada por completo en el afectivo.. Anagrama. 288 páginas. 10,90 € Ebook: 10,99 €Puedes comprarlo aquí.. En un viaje a México donde espera triunfar colocando ataúdes de híper lujo para millonarios extravagantes, a Antonio le sucede algo que, como aquella pequeña puerta de Cómo ser John Malkovich, funciona como un vertiginoso pasadizo que conduce a la segunda parte de la novela, donde asistimos a un desdoblamiento vital digno de Flann O’Brien.. Pero el universo paralelo que surge ante nosotros se va interrumpiendo para interpolar estratégicos y necesarios capítulos que abundan en el pasado no del nuevo Antonio sino de ese otro que ha protagonizado las primeras cien páginas, o que explican la personalidad de alguien que de repente se ha esfumado, tras un cambio de identidad que invita a meditar sobre las posibilidades potenciales de cada uno, sobre los otros que podríamos haber sido.. No puedo ponerme aquí a dar vueltas al argumento sin arruinarlo de una forma fatal para el potencial lector, pero sí contar que yo no sabía que la nueva novela de Juan Tallón (Vilardevós, Orense, 1975) me había atrapado tanto hasta que extravié las galeradas que andaba leyendo y tuve que moverme con cierta impaciencia para conseguir otras.. Y si lo hice tan rápido no fue tanto por resolver esta reseña como para enterarme de qué demonios estaba pasando allí y cómo iba Tallón a resolver el complejo entramado argumental en el que se había metido, de grandes (y a ratos se diría que muy conscientes) posibilidades peliculeras.. Escrita con más solvencia que brillantez (pero con varios fogonazos geniales, que a veces casi adoptan la forma de aforismos o de sentencias muy sagaces), El mejor del mundo es una novela donde la calidad del dominio del tiempo es superior a la de la prosa, que se limita a exhibir una enorme eficacia, lo cual basta desde luego para unas intenciones narrativas que se cumplen de sobra, aunque el final no es culminante (y estaba en sus manos que lo fuera: es fácil imaginar desenlaces alternativos) sino abierto. Esto es pura ficción, e incluso pura literatura de entretenimiento, sin más, pero es verdad que implica reflexiones más o menos fascinantes sobre lo fácil que hubiera sido ser otro con el mismo nombre, en el mismo cuerpo, habitando la misma calle…. El Tallón que comparece en El mejor del mundo es, por tanto, más el narrador neto de Rewind que ese estupendo merodeador de la no ficción al que leímos en Obra maestra o, antes, en Fin de poema, donde al hilo de Cesare Pavese se afirmaba que «El pasado no se cambia, está ocurriendo siempre», algo que ahora vendría a refutarse por el camino de la fantasía.. Cuando se transgreden las leyes de la normalidad el pasado no puede cambiarse sino que puede no haber existido (lo cual afecta incluso al Hitler histórico, del cual no hay rastro en alguna dimensión de alguna otra realidad), pero esta no es una novela sobre esas otras vidas que hubiéramos deseado, sino sobre cómo estamos instalados en las nuestras de un modo mucho más poderoso y apegado de lo que podríamos pensar.
La Lectura // elmundo
En ‘El mejor del mundo’, novela llena de fogonazos geniales, el escritor hilvana reflexiones fascinantes sobre lo fácil (y difícil) que sería ser otra persona Leer
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