Cada año lo mismo: no entiendo la Lotería Nacional. No entiendo por qué se venden tantas copias de un mismo número y otros se quedan sin vender, que si la pedrea, que si las terminaciones, que si no sé qué. La ínfima posibilidad de que me toque es para mí el menor de los misterios. No obstante, cuando llega el día del sorteo y compruebo los décimos regalados, mi corazón trota como un caballito, escapando de toda razón durante unos instantes. Algo. Hazte Premium desde 1€ el primer mes. Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web. Si lo prefieres
La Lectura // elmundo
Ni mi amiga ni yo escribimos pensando en las ganancias. Detrás de esa locomotora creativa está el deseo de ser leídas, y en el último vagón, el afán de reconocimiento. La cuestión es que, para convertirse en autor, el escritor debe atravesar un intrincado proceso de marketing y medios Leer
Ni mi amiga ni yo escribimos pensando en las ganancias. Detrás de esa locomotora creativa está el deseo de ser leídas, y en el último vagón, el afán de reconocimiento. La cuestión es que, para convertirse en autor, el escritor debe atravesar un intrincado proceso de marketing y medios Leer