Algunos de los mejores restaurantes del mundo están en Ibiza. También algunos de los peores, que muchas veces coinciden con los más caros, y con los que tienen mejores vistas, como creo que le debió pasar al pobre de Marc Márquez. Uno de los secretos mejor guardados de la isla se esconde al lado de una gasolinera a la entrada de Santa Eulalia. Que no sé si en el Taco Paco se hacen los mejores margaritas de Ibiza, pero sin duda se hacen los mejores del mundo, porque no hay día que uno no se siente en sus bancos de madera y no escuche hablar por lo menos en cuatro idiomas. Los residentes vamos al Taco Paco como quien va a misa. Y nos abrimos paso entre montañas de velas para comulgar totopos con guacamole, queso fundido y tomate chipotle. Allí se venera a la Virgen de Guadalupe y las calaveras de colores que hacía la madre de Darío. Y al aguacate, y a la lima, y al pollo payés, al cerdo ibicenco y al chili habanero confitado, como si la materia prima para elaborar la mejor comida de México se encontrara a 10.000 kilómetros de Tijuana.. Ya que estoy en plan de resolver misterios insulares, vamos con uno más, que es el de si los ibicencos van a las discotecas. Que yo sepa, alguno irá, e incluso sé de alguno que ha ido muchísimo, pero es mucho más probable que el ibicenco te cobre la entrada. Quizá por ello Hard Rock tuvo la brillante idea de montar una fiesta en Platja d’en Bossa, que si no era para ibicencos, lo parece, porque si no quieres encontrarte con ningún conocido es mejor que te vayas a otra fiesta. Los que fuimos niños en los 80 hemos encontrado nuestro agujero, y cada viernes se te plantan allí, como este verano, o Los Secretos, o los Vengaboys, o Gala, o Rafa Sánchez de La Unión y, a las doce, todos para casa. Que no sé cuántas veces he dejado constancia, incluso a la propiedad hotelera, la cantidad de dinero que están perdiendo por no montar paralelamente una guardería, porque a los niños de los 80 también nos ha dado por reproducirnos.. Cada verano no falta algún conocido, o desconocido, que te pregunta por whatsapp o por redes sociales para que le digas algún lugar de Ibiza al que puedan ir y no haya nadie. Que no es que no se lo quiera decir, sino que si no hay nadie será por algo. Y aún así, se quedan con la idea de que no se lo quieres decir, para seguir yendo tú solo. Pero lo cierto es que sigue habiendo escenarios impresionantes que siguen siendo un secreto hasta para los propios ibicencos, como la escultura que el multimillonario fundador del Circo del Sol, Guy Laliberté, plantó frente a su mansión en Cala Llentia. Más o menos en medio de la nada, pero con vistas a todo el Mediterráneo. El hombre se había convertido en uno de los primeros turistas espaciales, y nada más bajar encargó al artista australiano Andrew Rogers una obra, sin permiso y sin licencia, como casi todo lo bueno que se hace en este país, que da igual cómo se llama porque ya ha sido rebautizada como el Stonehenge ibicenco. Doce dólmenes de basalto que rodean a otro de 24 metros situado en el centro, bañado por una plaza de pan de oro. Los laterales están repletos de grabados cuyo significado es tan misterioso como la propia obra.. En diciembre del año que viene se cumplirán 50 años del fallecimiento de Elmyr de Hory. Cualquier dato que aporte más allá de su nacimiento en Hungría, su vida en Ibiza y su profesión como estafador, es muy probable que sea mentira. Elmyr de Hory fue el mayor falsificador de la historia, leerán por ahí, pero quizá sea también el mejor pintor de la historia. Elmyr no copiaba obras de arte, sino que imitaba el estilo de los más grandes, de modo que ni Picasso, ni Matisse ni Chagall podían asegurar si era una obra era de Elmyr o suya, y mucho menos los coleccionistas y museos del mundo. Que a saber lo que cree que ha visto usted por ahí. Es más, si de verdad importa. Porque lo de las ‘fake news’ ya lo tenía resuelto Orson Welles en ‘F for Fake’, el documental sobre Elmyr donde Welles le vio pintar un Modigliani en segundos, y se puede contemplar una Ibiza cuyas huellas y fantasmas todavía buscamos los residentes cada día.
La Lectura // elmundo
El redactor de EL MUNDO residente en la pitiusa cuenta sus planes para unos días en la isla a las puertas del despertar turístico: Comida ‘mexa’, ‘remember’, dólmenes y arte falso. Leer
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