Hay algo gozosamente antiguo en Una historia personal de la arquitectura europea, de David Ferrer, algo que viene de otro tiempo en el que los estudios de Historia estaban en el centro de las humanidades y, gracias a ese privilegio, tenían una puerta que comunicaba con la disciplina de la Arquitectura, como ocurría en las habitaciones dobles de los hoteles antiguos.. ¿No fue el historiador Fernando Chueca el arquitecto con más impacto en la discusión política y cultural de España en el final del franquismo y el principio de la democracia? Ferrer tiene la edad de los arquitectos que en los años 70 y 80 redescubrieron los valores de la vieja ciudad europea: la convivencia, la memoria y la construcción de la democracia europea. La ciudad es el palimpsesto que cuenta la vida.. Tuquets. 400 páginas. 22 € Ebook: 9,99 €. Puedes comprarlo aquí.. «Del templo griego a la Bauhaus», dice el subtítulo de Una historia personal de la arquitectura y esa pareja de referencias también es significativa y habla de un anhelo generacional por encontrar resonancias históricas como la que une a la Acrópolis de Atenas con la Neue Nationalgalerie de Berlín y con el Pabellón Alemán de Bacelona de Mies Van der Rohe.. Dicho de otra manera: Una historia personal de la arquitectura europeano está escrita para sustentar una tesis, para explicar el mundo a través de un enfoque (la desigualdad, el impacto de la violencia, la supremacía de una cultura sobre otras o la interacción entre tradiciones estéticas). Es, más bien, un fluir de información que, a través de la arquitectura, habla de la desigualdad, de la violencia, de la manera en que musulmanes y cristianos se empaparon unos a los otros y del impacto de la reforma luterana en las ciudades.. Pabellón de Alemania, diseñado por Mies van der Rohe para la Exposición internacional de Barcelona de 1929.Ashley Pomeroy. Pongamos un ejemplo: el placer de lo doméstico, el descubrimiento que construyeron los europeos (no sólo ellos, por supuesto) de que existe una forma de bienestar relacionada con la sensación de estar en casa. ¿Hay una experiencia más humana que esa? Los griegos la ignoraban. Los romanos la intuyeron y desarrollaron un primer método de hacer hogares felices. Y las sociedades burguesas convirtieron sus casas en el emblema de su éxito. Al final de Una historia personal de la arquitectura, lo doméstico aparece vinculado a un tema central en el siglo XX: la arquitectura como herramienta de igualitarismo y de justicia social.. Ferrer escribe desde su equipaje profesional, no desde la sociología: cuando describe la arquitectura barroca italiana, habla de composiciones y de geometría y cuando trata del siglo XIX se detiene en la revolución de los materiales constructivos, del hierro y del cristal. Pero también hay juicios de crítico en su enfoque. En las páginas en las que Una historia personal de la arquitectura europea se refiere al barroco que se desarrolló en España, Ferrer afirma que a este lado del Mediterráneo faltó la ambición espacial que sí que existió en Italia.. El barroco español, sostiene el libro, fue una cuestión de piel, quizá vinculada a la herencia de los arabescos de Al Ándalus. Lo mejor de aquella arquitectura no ocurrió en Santiago ni en Sevilla sino en Lima y en Quito. No hay mucho que objetar contra esa idea.. Basílica Catedral de Lima, cuya construcción comenzó en 1602.. Y, algunas páginas más allá, Ferrer dedica un capítulo al modernismo de su ciudad, Barcelona. Es en ellas donde su explicación del mundo se vuelve más personal, como promete su título, y menos analítica, donde más melancólica es la explicación de los éxitos y los fracasos de Domènech i Montaner, Gaudí y compañía. Ferrer prefiere en Gaudí lo que tiene de arquitecto que lo que tiene de escultor. Prefiere La Pedrera antes que la Sagrada Familia y expone lo que lo conecta con el mundo más allá de Barcelona: París, Viena, Londres… Conoce la complejidad de su visión del mundo pero no ignora que su camino se acabó en sí mismo.. La portada de Una historia personal de la arquitectura europea es un detalle de un fresco de Piero della Francesca que representa a un pueblo enmurallado. La última imagen que aparece ilustrada pertenece al sanatorio para tuberculosos de Paimio de Alvar Aalto, en Finlandia. Los marcos geográficos y temporales de Ferrer (Europa, hasta la Segunda Guerra Mundial) también tienen un aire de otra época pero también ofrece la seguridad de retratar un mundo que todos reconocemos y que nos apela.
La Lectura // elmundo
El arquitecto David Ferrer escribe una historia de Europa que ofrece un recorrido por el pasado del continente a través de sus construcciones más representativas y rompedoras explorando desde el placer hasta el igualitarismo, desde la espiritualidad hasta la convivencia con el mundo árabe Leer
El arquitecto David Ferrer escribe una historia de Europa que ofrece un recorrido por el pasado del continente a través de sus construcciones más representativas y rompedoras explorando desde el placer hasta el igualitarismo, desde la espiritualidad hasta la convivencia con el mundo árabe Leer