Antes que canciones pegadizas e indumentarias atrevidas, la Movida fue un invento plástico. De hecho, buena parte de la música pop, el cine, el cómic, la moda y los demás elementos que rompieron en los años 80 con la estética gris de la dictadura incorporaron sus colores y formas de la nueva pintura figurativa que venía fraguándose desde los años 70. Esta es seguramente la raíz más influyente de la reacción que la cultura popular brindó a la Transición y al cambio de paradigma de la España democrática.. Al mismo tiempo, sin embargo, hablamos de una raíz invisible, oculta tras el apogeo de otras fiestas que la memoria selectiva de la Movida dejó tras de sí. Ahora, el Museo Carmen Thyssen Málaga brinda su particular reparación con su nueva exposición temporal, Pintura liberada. Joven figuración española de los 80, un «mosaico heterogéneo y colorista de una pintura figurativa que surgió como referente de una España que se sentía joven y que había cambiado con su incorporación tanto a Europa como a la vida democrática», tal y como explica la directora artística de la pinacoteca, Lourdes Moreno.. En aquellos años 80, España «vivió una revolución cultural que tuvo su reflejo en una pintura hedonista, subjetiva, onírica, vinculada a la reivindicación política y llena de color, como símbolo de la modernidad que llegaba con la Transición y la democracia», continúa Moreno. Pero este lenguaje tuvo ya su origen ya en los años 70, a través de pioneros como Eduardo Arroyo y Luis Gordillo, «cuya pintura narrativa llamó la atención de los esquizos de la figuración madrileña, quienes encontraron en sus códigos una posibilidad de expresión útil a sus inquietudes». Esta pintura liberada no representó por tanto un fenómeno verdaderamente rupturista, sino que se caracterizó más bien por su rápida capacidad de absorción y reelaboración de códigos previos: una lógica de reciclaje que responde a la naturaleza heterogénea del conjunto de artistas implicados.. Así, la exposición del Museo Carmen Thyssen reúne unas treinta pinturas en diversos formatos de una veintena de artistas. Los citados Eduardo Arroyo y Luis Gordillo abren la nómina «como referentes fundamentales para el resto»: a partir de aquí, desfilan en el catálogo pintores que «no constituyeron un grupo determinado, sino que presentan procedencias diversas», apunta Lourdes Moreno. Así, de Madrid proceden, entre otros, Carlos Alcolea, Carlos Franco y Herminio Molero, cuya figuración «dialoga de manera eficaz con lo el contexto histórico reconoce como alta cultura». Pero, al mismo tiempo, Alfredo Alcaín, también en Madrid, «es quizá el más vinculado de todo el movimiento al mundo pop».. Andalucía aportaba, por una parte, las figuraciones manieristas que desde Tarifa facturaban Guillermo Pérez Villalta y Chema Cobo; y, por otra, «una diversidad formal que representaban Joaquín de Molina en Málaga, Alfonso Albacete en Antequera y Alfonso Fraile, Manolo Quejido y Luis Gordillo en Sevilla, a donde por cierto se trasladó Pepe Espaliú tras regresar de París».. Cataluña registró una transformación en dos direcciones, «entre la abstracción y la pintura-pintura propuesta por el grupo Trama y la influencia figurativa y expresionista que Ferran García Sevilla y Miquel Barceló impulsaban desde Mallorca». En Galicia, Antón Patiño y Menchu Lamas, a través del grupo Atlántica, conciliaban la rabia expresionista con el rigor conceptual mediante «el intenso cromatismo, el esquematismo de las figuras y la potente síntesis entre lo autóctono y lo foráneo». Todos ellos están presentes en una muestra en la que también hay versos sueltos, como Miguel Ángel Campano, «que empezó siendo informalista y residía en París, con lo mezclaba referencias clásicas francesas, como la de Cézanne, con su reconocible pintura gestual».. A pesar de esta disparidad geográfica, y como sucedía con todos los ámbitos de la Movida, Madrid ejerció de catalizador fundamental de esta renovación, además de impulsor clave para artistas como Chema Cobo en el panorama nacional. Solo la creciente figura de Miquel Barceló, que ya fue seleccionado para la Documenta de Kassel en 1982, amenazó con suficiente autoridad a la hegemonía capitalina que aspiraba a centralizar el escaparate. En cualquier caso, el arte español nunca volvió a ser el mismo. Y España, claro, tampoco.
La Lectura // elmundo
La exposición ‘Pintura liberada’reúne una treintena de ‘hits’ de los jóvenes artistas de los 80, de Luis Gordillo a Miquel Barceló, para mostrar la transformación política y social del país Leer
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