«Fue una tremenda responsabilidad y un gran honor pero, sobre todo, un acojone total», explica, entre risas y con esa voz profunda y poderosa que todos los españoles tenemos en la cabeza, José Sacristán (Chinchón, 1937) al recordar el pasado 29 de abril, cuando leyó, en el marco del 150º aniversario del nacimiento del poeta, un resumen del discurso de ingreso de Antonio Machado en la Real Academia, nunca pronunciado. «A pesar de la edad y la experiencia, hay cosas que todavía imponen a uno, y menos mal», remacha el veterano actor.. La relación de Sacristán, machadiano confeso, con el autor de Cantares, viene de lejos. Su último affaire (público), se remonta a 2011, cuando interpretó Caminando con Antonio Machado, una dramatización de los poemas del sevillano en la que versiona, dirige e interpreta versos tan conocidos y populares como los de Una España joven, Meditaciones rurales, Todo pasa y todo queda, A un olmo seco, Yo voy soñando caminos o Caminante son tus huellas.. «2011… ¿Qué lejos parece, verdad? A veces parece que hace ya demasiado tiempo de todo», bromea el actor, quien confiesa que la idea de recuperar este espectáculo -que podrá verse en el Teatro Fernán Gómez de Madrid del 26 al 29 de junio-, «fue idea de [Juan Carlos] Pérez de la Fuente, para celebrar el aniversario. Y yo encantado de la vida. Fue un montaje maravilloso, que hicimos durante casi un año en Argentina», recuerda. «Ahora ha habido algún cambio, hemos pasado de la música de piano a la de violonchelo [a cargo de Aurora Martínez], elegido algún otro poema… Pero lo que no cambia es lo vivo que sigue estando don Antonio Machado y todo lo que se refiere o tiene que ver con él».. Otro de los poemas, Estos días azules y este sol de la infancia, que funciona como subtítulo, remite a esa época de la vida que Sacristán considera custodia de la mirada curiosa y desprejuiciada, algo fundamental, opina, para un actor y para cualquiera. «Yo no me aparto nunca de mi infancia, jamás. Y no creo ser un imbécil de esos que anda perpetuamente con esas chorradas de la vuelta al útero y cosas parecidas», matiza. «Pero el mundo de la infancia para mí es un recurso del que no puedo prescindir. Es la razón fundamental que anima mi trabajo, y mi trabajo y mi vida van de la mano desde hace ya 70 años. Todo aquello que tenga que ver con la capacidad de sorpresa, de imaginar, de jugar, hay que cultivarlo todos los días. No obsesivamente, pero todos los días», apunta.. Escuchando la sencillez cálida y rotunda con la que habla el actor, uno casi cree estar ante aquel niño que, como ha contado muchas veces, se enamoró del cine en su Chinchón natal y en aquel Madrid de posguerra al que se mudó con su familia a los seis años. Un amor correspondido que dura toda una vida. Si, en su citado discurso Machado respondía a qué es la poesía, Sacristán hace lo propio explicando qué es para él la actuación. «Por una parte es un juego, claro, pero básicamente este oficio le da sentido a mi vida. En mi caso, perdón por la pedantería, mi trabajo y mi vida van de la mano. Ser actor era mi sueño de crío, desde que me disfrazaba de indio comanche delante de mi abuela con plumas de gallina, hasta hoy», condensa el actor.. Sacristán leyendo del discurso de ingreso de Machado en la Real Academia.Ángel Navarrete. «En una entrevista a Luis Landero leí que, citando a Nietzsche, decía que no hay mayor seriedad que la del niño cuando juega. Y yo tengo la suerte de poder practicar este juego en algo que me ha permitido pagar el recibo de la luz y el colegio de mis hijos. O sea que vivo de esto. ¿Qué más quiero?», se pregunta.. «Y luego, por añadidura», prosigue, «si con ese trabajo mío soy de alguna utilidad a la sociedad en la que vivo, mostrando ejemplos y llegando a otros, mejor que mejor. Pero no me gusta convertir los escenarios en púlpitos ni en tribunas. Yo prefiero que el que tenga algo que decir, desde el punto de vista dramático, artístico o cultural, esté siempre en primer término, pues yo sólo soy un canal, un intérprete», explica.. «Sí, claro que conozco algunos listos hijos de puta, pero yo creo que es mucho mejor andar por la vida siendo alguien honesto y bueno». Esta proverbial humildad de la que hace gala Sacristán, una modestia para nada falsa, es otra cualidad que comparte con Machado y que el actor entiende como un elogio. «Alguna gente que nos manejamos mejor de una manera que de otra. No es un problema de ser mejores ni más lo que sea que los demás, es realmente una forma de comodidad, por así decirlo. Citando a José Antonio Marina, un hombre al que admiro mucho y de quien tengo pendiente su último libro [La vacuna contra la insensatez, Ariel], creo que hay una forma de inteligencia superior que apunta a la bondad», razona Sacristán. «Sí, claro, conozco listos hijos de puta, pero yo creo que es mucho mejor andar por la vida siendo honesto y bueno».. Algo que piensa: «no es ninguna virtud, ojo, simplemente es como uno es, joder, como a uno lo hicieron la Nati y el Venancio [dicho así, con artículo]. Lo demás, esa soberbia y prepotencia de algunos, es algo patético. Tú fíjate lo que es el poder encarnado en dos figuras como Elon Musk y su amigo Donald Trump. Es que es esperpéntico, qué vergüenza, qué ridículo, tan espantoso. ¿Quién coño quiere ser como esos? Bueno, sí, seguro que se nos vienen nombres, pero de los de aquí prefiero ni hablar», dice con cierto enfado.. A punto de cumplir 88 años en septiembre, Sacristán no para. Recién terminada el pasado fin de semana en A Coruña la gira de La colección, de Juan Mayorga, sigue recorriendo los escenarios de toda España con Muñeca de porcelana, de David Mamet, y con Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes, y en los últimos meses ha grabado para Radio Nacional una versión de Luces de bohemia, de Valle-Inclán, con su amigo Miguel Rellán.. El actor caracterizado como Antonio Machado para este espectáculo. Un elenco de altura que, asegura, no se mezcla en su cabeza. «De momento la cabeza funciona, y es un auténtico lujo, claro. Tengo la suerte de poder elegir lo que quiero hacer y contar con la fidelidad de la gente que viene a verme», agradece, a la vez que confiesa estar ya embarcado en su próximo proyecto: «En octubre debuto con una adaptación que he hecho de La lluvia amarilla, las memorias de mi gran amigo Fernando [Fernán Gomez]. Me hace mucha ilusión hablar de él de niño y de joven, antes del éxito, recuperar a un Fernando desconocido para el gran público».. «Me duelen mucho esos comportamientos terribles de las figuras públicas, porque son el reflejo de lo que somos todos nosotros». Haber hecho suyas las palabras de algunos de los más grandes creadores de la historia -«y, sobre todo, la edad», remacha jocoso- le dan autoridad para comentar un presente convulso que, aunque juzga complejo y difícil no ve de modo catastrofista ni, desde luego, como la peor época de la historia. «Soy un optimista melancólico, pero no compro ese discurso de que estamos peor que nunca. Ya Cervantes en su tiempo señalaba en el Quijote los desastres y la mierda que rodeaban al personal. Y eso es algo que no cambia, los hijos de puta y los estafadores siempre han estado y estarán ahí», recuerda.. «Sin embargo, lo que es indudable es que lamentablemente no aprendemos, no somos capaces de corregir las necedades y las estupideces, de crecer y desarrollarnos como personas y sociedad como sería deseable. Es muy triste ver cómo estamos autorizando, jaleando y aplaudiendo a mediocres, soberbios e impresentables», opina.. «En cierto sentido, sigo confiando en la condición humana, creo que son más la gente decente que los hijos de puta, pero no dejo de sentir esa evidencia de que no mejoramos», abunda Sacristán. «Me duelen mucho todos esos despropósitos y comportamientos terribles de las figuras públicas, porque mi experiencia me dice que son el reflejo de lo que somos», reflexiona amargamente.. «Veo a la gente que les aplaude, les jalea y está con ellos, y la deriva del crecimiento de esta ultraderecha impresentable es más que evidente en casi todas partes…», lamenta. «Allá cada uno con sus conclusiones. Yo no puedo mirar para otro lado, porque nunca lo he hecho, pero es que ahora, con los años que tengo, tengo otras cosas que hacer».. «Que nadie me entierre todavía, pues mientras la naturaleza siga consintiéndolo, el teatro será el sitio donde me pronuncie». Como teatro, por ejemplo. Alejado de la televisión y el cine -su último papel fue el año pasado en Escape, de Rodrigo Cortés-, pues «las cámaras, necesitan un tiempo del que yo ya no dispongo», el actor no piensa ni de broma en una despedida. «El teatro me da más libertad, me permite elegir lo que quiero hacer y se resuelve mucho más fácil, te permite ir a cenar a casa, que es lo importante. Y es mucho menos cansada una gira que un rodaje, aunque sea una función diaria. Además, desde hace unos años pongo mis condiciones y se me respetan», explica socarrón.. Un estatus que, afirma, le sigue sorprendiendo cada día. «Trabajando en la adaptación de las memorias de Fernando, he vuelto a ver clarísimo en qué consiste el ejercicio de una profesión como esta en España», explica. «Se basa en el equilibrio, el saber encajar, darse cuenta de que esto sube y baja, que nunca sabes bien dónde estás y aprovechar y disfrutar de las cosas que merecen la pena», resume.. «Y la suerte, claro, que si yo la negara sería un miserable. La fórmula del éxito no existe, debes tratar de no engañarte y vivir de acuerdo contigo mismo que es con quien te acuestas y levantas todos los días. Y tener esa pasión que yo todavía sigo sintiendo». Por eso, amenaza: «que no me entierren todavía, pues mientras la naturaleza siga consintiéndolo, el teatro será el sitio donde me pronuncie». Esperemos que por muchos años
La Lectura // elmundo
Leyenda viva de la actuación tras 70 años en el oficio, el actor, que encarna de nuevo al poeta en ‘Caminando con Antonio Machado’, no tiene previsto dejar las tablas mientras el cuerpo aguante: «Hacer teatro es un lujo que me da una profunda libertad» Leer
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