Jon Fosse (Haugesund, 1959) escribe como quien desentierra fósiles vivos, contra el tiempo. Su escritura -sus palabras- trazan un camino sinuoso que el lector intenta seguir sin poder adivinar el destino final. El asombro y la perplejidad se ocultan entre líneas. El misterio para los griegos era aquella verdad que se esconde para quedar preservada. Nuestro autor parece utilizar el mismo recurso.. En su reciente colección de relatos, Escenas de una infancia, aborda los recuerdos de la niñez como un estado de conciencia que permanece acurrucado bajo la superficie del presente. Para quien firma esta reseña, el de Fosse es uno de los premios Nobel más merecidos de los últimos años. Su obra está llamada a perdurar.. Traducción de C. Gómez-Baggethun. Random House. 304 páginas. 18,90 € Ebook: 8,99 €. Puedes comprarlo aquí.. Fiel a su estilo, escribe desde una penumbra luminosa, como si manipulara el ISO de una cámara. Quiero decir que sobreexpone lo cotidiano hasta que la realidad se torna extraña. Lo que se ve se confunde con lo que se intuye. El lector familiarizado con la literatura nórdica percibirá ecos de autores como Knut Hamsun, pero también similitudes con la cadencia repetitiva de las plegarias.. El resultado es una obra que obliga a escuchar los silencios y a observar las grietas en las paredes. Y este libro no es una excepción. Cada motivo parece repetirse; pero realmente siempre cambia, como las ondas de sonido que se esparcen por el espacio. Es cierto que no hay apenas trama, porque no puede haberla en la infancia. La fragmentariedad de la memoria, con sus teselas caprichosas, constituye la marca de una geografía íntima que el lector reconoce en sus propios recuerdos: una mañana en el lago o en la playa, la muerte de los abuelos, el miedo o la alegría, las primeras decepciones y el primer amor, la ingenuidad esperanzada e ignorante de la traición o el engaño…, todos ellos temas universales.. Escenas de una infancia supone además un ejercicio de despojamiento. No es un título fundamental -privilegio que debemos reservar para el díptico que forman Trilogía y Septología-, pero sí de lectura obligada para captar la organicidad de su obra.. Al terminar el libro, permanece la sensación de hallarse ante un espejo que no refleja lo visible, sino aquello que hemos conocido y que habíamos olvidado: el periodo en que el tiempo se percibía como un murmullo inocente y la vida sugería una sucesión de instantes suspendidos. Fosse nos devuelve a esa etapa y, al hacerlo, nos recuerda que la infancia no es algo muerto ni perdido, sino una especie de eternidad que seguimos habitando sin saberlo.
La Lectura // elmundo
En su reciente colección de relatos, ‘Escenas de una infancia’, el Nobel noruego aborda los recuerdos de la niñez como un estado de conciencia que permanece acurrucado bajo la superficie del presente Leer
En su reciente colección de relatos, ‘Escenas de una infancia’, el Nobel noruego aborda los recuerdos de la niñez como un estado de conciencia que permanece acurrucado bajo la superficie del presente Leer