Me ha atrapado y me ha gustado muchísimo el nuevo libro de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), lo cual anuncio con verdadera alegría, y no sólo porque me gusta muchísimo que me gusten los libros que tengo que leer, sino porque sinceramente me temía lo peor. Cercas es alguien que ha ido adquiriendo cierta megalomanía temeraria al elegir los temas para sus libros: no se conforma con asuntos menudos, sobre todo para esta parte de su obra formada por títulos que, como bien dice aquí, suponen «un batiburrillo, una mezcla extravagante de crónica y ensayo y biografía y autobiografía» (y menos mal que esta vez no ha añadido «novela», lo cual, de todos modos, invita a pensar que El loco de Dios en el fin del mundo contiene un considerable porcentaje de ficción secreta).. Random House. 488 páginas. 23,90 € Ebook: 11,99 €. Puedes comprarlo aquí.. No hay duda de que, novelas aparte, Cercas es un especialista muy destacable en este otro tipo de narraciones que se aproximan al periodismo, a la investigación o al archivo, aunque su indagadora mirada es claramente la de un hábil autor de literatura primaria: no creo que se proponga escribir libros sobre apasionantes asuntos externos que hacen pensar y emocionarse, sino libros que, en sí mismos, por el modo de abordar el asunto en cuestión, sean apasionantes, reflexivos y conmovedores. Lo consiguió con nota alta en Anatomía de un instante, abordando el intento de golpe de estado del 23-F; aprobó por los pelos en El impostor, sobre la figura de Enric Marco (el prisionero fake de Flossenbürg), y se derrumbó calamitosamente en El monarca de las sombras, una novela que se proponía nada menos que «desvelar el secreto último de la Guerra Civil» y que resultó ser indignante de tan mala.. Tras su trilogía policiaca, que no he leído, regresa ese Cercas que más nos interesa a casi todos y lo hace con un librazo que supone toda una redención, diría que una resurrección si no pareciese una broma, dados el tema del tomo y, sobre todo, el principal de los «estribillos» que, como sucede siempre con el autor, atraviesan el libro y lo van articulando, no porque no confíe en la inteligencia de los lectores sino porque es un modo bastante eficaz de mantenernos encandilados y vigilantes.. En los libros de Cercas siempre hay una promesa más o menos anunciada, una especie de «sigue-leyendo-que-habrá-premio», el compromiso de una revelación. Y aquí, donde habla de los entresijos del Vaticano, ese espacio donde se da la Administración de la Gloria, lo que obsesiona a Cercas (y lo que, según él, le hizo aceptar esta «propuesta o invitación») es poder disponer de cinco minutos a solas con el Papa Francisco para preguntarle por la resurrección de la carne y por la vida eterna, por si es literal que su madre anciana va a reunirse de hecho, sin metáforas, con su padre muerto, como cree ella firmemente. Cercas, como «ateo» e «impío riguroso» (lo dice en la primera línea e insiste en ello demasiadas veces), tiene su propia opinión al respecto, pero hermosamente quiere llevarle a su madre, enferma de Alzheimer, la respuesta más autorizada (infalible, de hecho) que sobre esos escatológicos asuntos puede recabarse en la Tierra.. Para ello acepta enrolarse en el viaje papal a Mongolia: no puedo destripar nada pero el avión despega en la página 209, casi a la mitad del libro, y enseguida se produce un encuentro decisivo cuyas consecuencias y revelaciones, como buen «tahúr» de la literatura, Cercas reserva para el bonito desenlace. Todo lo que hay antes es el making of del libro, las conversaciones preparatorias, que es casi lo que más he disfrutado: no soy creyente pero siempre me han atraído esas conversaciones entre personas inteligentes y cultas sobre temas trascendentales, y aquí se dan con buen nivel teológico (divulgativo pero serio), alta cordialidad y algún chisme malicioso: el ideal.. Si esa primera parte es, digamos, de teoría, la segunda, ya en Mongolia, es más bien de acción, de observación de Francisco en movimiento, ejerciendo su papel de líder religioso pero consciente de su inmensa influencia política, aunque en esta segunda mitad, felizmente, el libro sigue dependiendo principalmente de las entrevistas con gente cercana al Papa o acostumbrada a la actividad vaticana, ya sea en Roma, ya en los desplazamientos.. Un amigo que ha releído Soldados de Salamina (que a mí me encantó en su día, y que no me decepcionó al releerla años después) me decía hace poco que es una novela tramposa. Yo le respondí que, siendo ficción, bienvenidas sean todas las trampas del mundo. ¿Qué sería de la historia de la literatura sin mentiras, distorsiones, hipérboles, falsas atribuciones o incluso montajes?. Ahora bien, aquí estamos ante un libro en el que ni siquiera el acuñador del término «relato real», y que tanto ha defendido la ambigüedad de la narrativa (no siempre de forma irrebatible), se anima a calificar con ninguna etiqueta que implique novelerías, ficciones o invención, de modo que no da igual si este libro es de verdad un encargo del Vaticano (porque, si lo es, alguien tan meticuloso y franco como Cercas olvida aclarar cuánto le pagaron), porque eso condicionaría la lectura. Y el hecho de que la última frase del epílogo esté consagrada (nunca mejor dicho) a agradecer la «verificación de datos» a Andrea Tornielli, uno de los implicados, ¿implica que el Vaticano tenía que dar su nihil obstat al resultado final?. Son preguntas que importan, porque ocurre que el libro, sin llegar a la apología, supone un retrato muy positivo del actual Papa, y si no se silencian sus zonas oscuras (o los antiguos rumores sobre ellas) es ante todo para refutarlas. No hay duda de que la inteligencia del Vaticano es aplastantemente superior a la de cualquiera de nosotros, y al final, aun habiéndose disfrutado de corazón la lectura, como me ha ocurrido a mí, sobrevuela la sensación de que, sabiéndolo él o no, se han servido del escritor para hacer un poco de propaganda, a través de un lavado de cara probablemente previsto antes de que decidieran a quién le propondrían acometerlo.
La Lectura // elmundo
Aunque por fin con este libro regresa el mejor Cercas, sobrevuela en esta crónica ensayística sobre el Vaticano la sensación de que, sabiéndolo él o no, el papado se ha servido del escritor para hacer un poco de propaganda Leer
Aunque por fin con este libro regresa el mejor Cercas, sobrevuela en esta crónica ensayística sobre el Vaticano la sensación de que, sabiéndolo él o no, el papado se ha servido del escritor para hacer un poco de propaganda Leer