Cuando Ivana Baquero (Barcelona, 1994) bajaba al gimnasio en el que entrena en Los Ángeles, en sus cascos resonaban las conversaciones que Maje, a quien los medios bautizaron como la viuda negra de Patraix tras asesinar a su marido en el año 2017, mantenía con sus amantes. La condenada los manipulaba, manejaba su sexualidad y alteraba la realidad de su vida. Unos años después, estas se convirtieron en la obsesión de una actriz que ya había ganado un Goya cuando ni siquiera había testado la pubertad, luego había abandonado España para iniciar una carrera en Estados Unidos y ahora, recién cumplidos los 30, está de vuelta en el país que la vio nacer.. Porque la catalana, que con ocho años fue seleccionada en un cásting que se hizo en su colegio para formar parte del reparto de Romasanta de Paco Plaza, es la protagonista de La viuda negra, el nuevo true crime que produce Bambú, dirige Carlos Sedes y acaba de estrenar Netflix. Y que supone también el regreso al cine español de la niña que triunfó en El laberinto del fauno a las órdenes de Guillermo del Toro en 2007. «No me molesta para nada que me recuerden como aquella niña, para mí es un honor y El laberinto será siempre una de las mejores películas que haya hecho en mi carrera», relata la actriz que una vez pasado ese proyecto empezó a recibir ofertas al otro lado del Atlántico.. Durante 18 años ha edificado una carrera y una vida personal allí, casada con el actor neozelandés James Trevena, con el que compartió rodaje en la serie de fantasía Las crónicas de Shannara. «Vi una industria que me brindaba oportunidades, el idioma lo dominaba porque fui a una escuela americana y y me parecía un paso lógico irme a Estados Unidos. Dicho esto, siempre he querido trabajar en más España, no hacerlo tan esporádicamente». La viuda negra puede suponer el inicio de ese cambio. «En la industria española se piensan que cuando te has ido, ya no vas a volver, que eres inaccesible. Y no es así. Todos los actores, por lo menos una vez al año, pensamos que nuestra carrera está acabada, que no nos vuelven a llamar, pero yo nunca pensé que no iba a volver a trabajar en España. Es mi hogar y si en algún sitio quiero asentar mi carrera es aquí. Sí he sentido que he tenido menos oportunidades de las que me habría gustado por vivir en Estados Unidos».. Ahora Ivana ha asumido ser la cara de un proyecto que Netflix ha fijado como principal en su cartelera de 2025. Tras el éxito de El caso Asunta -también de Bambú y Sedes- o El cuerpo en llamas -la historia de Rosa Peral-, La viuda negra es el nuevo true crime español del gigante del audiovisual. La apuesta segura a la que se ha aferrado en los últimos años, ahora siguiendo la vida de Maje, la enfermera que en el año 2017 en Valencia orquestó con un compañero con el que mantenía un romance -o una relación obsesiva- el asesinato de su marido para ser libre. «Cuando me llegó esta película me surgieron muchas dudas por lo complicado que era el tema y por entrar en un ambiente tan oscuro», detalla la actriz, a la que sacaron de dudas una conversación con el director y Ramón Campos, productor ejecutivo de Bambú. «En mi trabajo como actriz siempre hay un punto ético, una línea moral. Hay ciertos temas que no tocaría porque me parecen muy complicados, como los abusos a menores. Pero si la historia está bien contada, con sensibilidad, como en este caso me gusta hacerla».. Ivana Baquero es el eje sobre el que todo se mueve en ese true crime. Durante la película se intercalan grabaciones de la Maje real hablando con sus amantes y otras grabadas por ella y la voz resulta casi indistinguible. Todo en ella se rige por el deseo sexual, por la entrega a los hombres, que se atribuyó durante la investigación a la condenada. «Yo siempre he huido de los desnudos en mi carrera a no ser que fueran extremadamente necesarios y justificados por razones personales. Pero es que sería hacerle un flaco favor a la película omitir toda la parte sexual e íntima en la historia para que el espectador pueda entenderla toda», apunta la catalana, una cara poco conocida entre el público español. Resulta algo poco habitual en el true crime, donde sus protagonistas han sido actrices con una trayectoria ya reconocida: Úrsula Corberó, Candela Peña… «Me motiva no ser una cara conocida para el público español, fue un honor que Ramón y Carlos creyeran en mí. No tiene mucho sentido quedarte con la magnitud de los proyectos, cuando estoy en el set me da igual una megaproducción que la película más indie del mundo».. Porque ella, sin importar ese tamaño, siempre apostó por ser actriz y el Goya a los 12 años no hizo más que reforzarla. «Si no lo hubiera ganado no sé si habría seguido. No dejaba de ser una niña y el premio me marcó el camino, pero no me cambió la vida. Al día siguiente fui al cole». Y, ahora, aquí está, sin colegio, pero con su trabajo de actriz. «Yo no absorbí todo el ruido externo de ganar un Goya porque mis padres lo llevaban con tanta normalidad que jamás sentí ninguna presión. Nunca me sentí obligada a trabajar, era yo quien quería, jamás me llevaron a un cásting por su cuenta. Yo me empeñé en ser actriz y mis padres me apoyaron siempre que continuara los estudios».. No solo los continuó sino que se licenció en Derecho. «Sonará muy friki, pero me encanta memorizar y me ayuda más en mi día a día para controlar mis contratos como actriz». Y también como influencer, otro campo que ha explorado: «He escogido los proyectos y las marcas con las que me he asociado. Jamás haría algo que me pudiera perjudicar como actriz. Pero intento sacar el máximo rédito de lo que es coherente con mi trabajo».
La Lectura // elmundo
Triunfó con 12 años en ‘El laberinto del fauno’, buscó una carrera al otro lado del Atlántico y vuelve para protagonizar el último ‘true crime’ de Netflix Leer
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