¿Y los hombres qué?, le preguntaban a Caitlin Moran, periodista y escritora, autora de novelas autobiográficas y de ensayos desacomplejados y divertidos donde llamaba al feminismo. En sus libros, novelas o no ficciones, aborda las vicisitudes por las que pasan las mujeres en Occidente. Con su mechón blanco, sus Dr. Martens y su sentido del humor, Moran aporta a la conversación global sobre feminismo el sol que entra cuando abres la ventana, además de esa corriente agradable de aire renovado que lo agita todo un poco. Es lo que hace en ¿Y los hombres qué?, su libro más reciente.. Tras años y libros con sus correspondientes giras y charlas aquí y allá, la pregunta sobre los hombres empezó a ser cada vez más frecuente entre el las intervenciones finales del público. «No comulgo con las ramas del feminismo que están permanentemente enfadadas con los hombres, o que simplemente odian a los hombres por principio, o que piensan que los hombres no pueden ser feministas. […] Pero, en última instancia, si me obligan a elegir equipo, soy del Equipo Tetas», escribe Moran. De ahí, que tardara en atender a esa preocupación sobre los hombres: «El feminismo es el único invento sociopolítico dedicado exclusivamente a ayudar a las mujeres. ¿No sería paradójico que las mujeres, que llevan cien años dejándose la piel para intentar resolver los problemas de las mujeres, tuvieran que resolver también los problemas de los hombres?», responde Moran, y arranca las risas de su público.. Traducción de Gemma Rovira. Anagrama. 320 páginas. 21,90 € Ebook: 11,90 €. Puedes comprarlo aquí.. Cuando la pregunta sobrelos hombres llega no a ella sino a sus hijas es cuando Moran cambió de parecer. «Ahora es más difícil ser un chico que una chica», dice un compañero de sus hijas en una reunión por Zoom. Entre las virtudes de Moran está una gran capacidad de escucha, así que escucha a cuatro adolescentes exponer su visión.. Ahí está la primera lección del libro, que da sin decir: si quieres llegar a un acuerdo de mínimos, escucha al otro. Es lo que ella hace a lo largo del libro, usando grandes dosis de humor, va dando con las claves de lo que supone ser y hacerse hombre. Da con los miedos, frustraciones y deseos de los chavales, a la vez que apunta las carencias de los hombres de su generación y establece algunas diferencias entre la generación de su marido y la de los amigos de sus hijas.. A veces puede parecer que Moran cae en generalizaciones del tipo los hombres esto y las mujeres aquello, pero es una herramienta de seducción, digamos. Usa el humor para captar nuestra atención, y los chistes sobre lo despistados que son los tíos, lo mal que visten algunos o su obsesión por recordar datos relacionados con su deporte favorito suelen funcionar. También la verdad de que si dos mujeres que han parido se contarán sus partos en los primeros tres minutos de conversación. Si todo eso falla, siempre se puede recurrir al sexo, desde el humor y desde la ternura.. Habla del deseo femenino («Las mujeres van tan calientes como los hombres. De hecho, las mujeres van más calientes de los hombres», según un estudio), de las violaciones, de que a los chavales les preocupan las acusaciones falsas, y del porno: «Lo descabellado de la pornografía es […] que también tiende a hacer que el sexo real y lo sustituye por pornografía. […] El porno te ha dado un hambre que solo el porno puede saciar». Es decir, el problema con el porno y los adolescentes surge cuando se convierte en la educación sexual. Sin olvidar que es un negocio: «Si el porno te ha jodido tanto que solo puedes correrte viendo porno, el negocio acaba de crear un nuevo cliente recurrente que podrá vender a sus anunciantes. Te atrapó cuando eras joven y ahora lo necesitas. Todas tus fantasías son de otro: pertenecen a una gran empresa deslocalizada en algún paraíso fiscal».. Si leemos el libro de Moran como una ficción de superhéroes, hay dos villanos: Andrew Tate y Jordan B. Peterson, referentes de una masculinidad extremaantiwoke que rezuma misoginia. Los que los chavales, explica Moran, encuentran en ellos alguien que les dice comprender sus miedos. «La verdad es que a todos -niños y niñas, hombres y mujeres- nos resulta difícil la adolescencia. Todos sentimos que no encajamos, que nadie nos entiende o que el futuro es tan aterrador e inimaginable que nos aplasta. Todos sentimos, en algún momento, que el mundo está en nuestra contra y en contra de los que son como nosotros. Todos buscamos pistas, consejos, modelos».. Moran lee el libro de Peterson 12 reglas para vivir («cada vez que Peterson expone una verdad, suele ser de otra persona»), indaga sobre Tate y los rebate con calma y humor y apelando a algo de sentido común: escucha los consejos de alguien que tenga de verdad una buena vida. Produce cierto placer el espectáculo de desenmascarar a dos farsantes con la gracia, elegancia y humor de Moran, que no hace escarnio -imagino el gran esfuerzo de contención-, pero hay más: carcajadas para abrir temas serios, ternura y un deseo contribuir a mejorar las relaciones, ¡todos tenemos el mismo miedo! Ojalá sirva.
La Lectura // elmundo
En su nuevo ensayo, Caitlin Moran usa las herramientas de siempre, humor y capacidad de escucha, para tratar de comprender qué pasa con los hombres y por qué se sienten abandonados Leer
En su nuevo ensayo, Caitlin Moran usa las herramientas de siempre, humor y capacidad de escucha, para tratar de comprender qué pasa con los hombres y por qué se sienten abandonados Leer