«Representé el mundo tal y como me parecía en su esencia, tal y como se apoderaba de mí». Estas palabras de la gran artista berlinesa Gabriele Münter cobran más fuerza que nunca en la exposición que el Museo Nacional Thyssen Bornemisza de Madrid dedica a una de las más relevantes figuras del expresionismo alemán y fundadora del grupo de vanguardia El Jinete Azul. Otra muestra de redescubrimiento de una de las primeras representantes de la vanguardia artística del siglo XX que, desafortunadamente, aún es una gran desconocida en nuestro país.. La idea de realizar esta antológica, tal como cuenta su comisaria Marta Ruiz del Árbol, conservadora de pintura moderna del Thyssen, «surge del deseo de reivindicar a las artistas mujeres en general». «Hacemos especial hincapié en las que forman parte de la colección permanente del museo, por lo que era de justicia dar a conocer su papel en la vanguardia artística del siglo XX con esta primera gran retrospectiva que se celebra en nuestro país», añade.. Nacida en Berlín un 19 de febrero de 1877, Gabriele Münter provenía de una familia adinerada que pronto fue consciente de sus inclinaciones artísticas. Tras un viaje a Estados Unidos que duraría dos años (1898-1900) y en el que descubrió su pasión por la fotografía, regresó a Alemania y, tras formarse en la Damen-Akademie para mujeres de Múnich, pasó a la escuela Phalanx, donde conoció al padre de la abstracción, Wassily Kandinsky, quien se convertiría en su amante (a pesar de estar casado) y fiel compañero.. Con él viajó por toda Europa hasta que, durante el verano de 1908, descubrieron el pequeño pueblo de Murnau, en los Alpes bávaros, lugar en el que se asentaron y en el que Münter desarrolló su personalísimo estilo. Allí se reunieron con los también artistas Marianne von Werefkin y su pareja Alexej von Jawlensky, y los cuatro unidos sentaron las bases para la creación del grupo El Jinete Azul.. La exposición se organiza cronológicamente, con ciertas licencias temáticas que van señalando las diversas etapas que atraviesa la artista. «En la sala primera se exponen una serie de retratos que suponen la presentación de la propia Münter ante público español. Sin embargo, lo que pretendíamos es que estuviese representada toda su carrera. Se ha hecho bastante hincapié en la época de El Jinete Azul, pero también mostramos una selección de obras que no se conocen tanto puesto que, además de ser pintora, tuvo contacto con la fotografía», apunta la comisaria.. Durante el recorrido de la exposición se recogen imágenes fotográficas, además de algunos grabados y obras sobre papel con la idea de mostrar la riqueza en la producción de una artista completa. Por otro lado, y como dato especialmente relevante, en las últimas salas se presentan obras desconocidas que hasta el año 2017 ni siquiera habían sido enmarcadas. «Habían permanecido en los almacenes de la fundación de la artista, pero sin exponerse. Tampoco se mostraron nunca en catálogos, por lo que con ellas reivindicamos, no solo el papel de Münter durante su etapa en El Jinete Azul, sino sus comienzos y lo que aconteció después en su devenir artístico tras la desaparición del grupo», explica Ruiz del Árbol.. ‘Autorretrato’ (1909-1910) de Gabriele Münter.VEGAP / MUSEO THYSSEN. Entre los principales prestatarios de obras para esta exposición destacan, además de la propia fundación de la artista, la Städtische Galerie im Lenbachhaus und Kunstbau de Múnich y el Museo de Arte Moderno de París, coproductores de la misma, y algunos museos estadounidenses, como el Cleveland Museum of Art o el Milwaukee Art Museum, entre otros, ya que a comienzos de los años 60, galeristas norteamericanos empezaron a interesarse por la obra de Münter, alcanzando un importante reconocimiento en ese periodo.. Pero Münter también fue una mujer valiente y comprometida durante el nazismo ya que mantuvo escondidas en el sótano de su casa de Murnau una excepcional colección de obras expresionistas que fue recopilando a lo largo de su carrera, pues la política del gobierno alemán era destruirlas o confiscar todas aquellas producciones vinculadas a la vanguardia. Como Ruiz del Árbol destaca, «es muy importante resaltar que, a pesar de que ella sufrió penurias económicas durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, nunca vendió estos cuadros y los mantuvo siempre unidos hasta que, con 80 años, regaló a la ciudad de Múnich toda su colección. Por eso, si el Museo Lenbachhaus es hoy un lugar de referencia para el estudio de El Jinete Azul es gracias al papel de Münter en la salvaguarda de estas pinturas y como generosa donante de esa colección».. Münter forjó, durante su vida profesional, relaciones con otras mujeres artistas, entre las que destacaron la propia Marianne von Werefkin, Sylvia von Harden, la polaca Eleonora Kalkowska y la pintora expresionista Lou Albert-Lasard. «Münter está muy relacionada con artistas mujeres, pero se sabe muy poco sobre las redes que establecieron entre ellas. Es un trabajo que aún está por realizar, pero en la exposición se muestra cómo muchos de los retratos realizados por ella son de mujeres modernas, de intelectuales con las que estableció conexiones», cuenta la comisaria.. Sobre la relación mantenida por Münter con Kandinsky entre 1902 y 1916 (él no se divorciaría de su esposa hasta 1911), Ruiz del Árbol considera que, pese a que este impulsó su arte durante los años que estuvieron juntos, «después de la Segunda Guerra Mundial se recuperó el interés por el movimiento expresionista y a Münter, como era la única artista que aún permanecía viva, se la analizó como testigo de una época más que como artista independiente, amén de por su relación con Kandinsky». Durante décadas a Münter se la redujo a la condición de amante de Kandinsky. Pero fue mucho más que eso.. En 1932, la artista se asentó definitivamente en su casa de Murnau, donde vivió con el historiador de arte Johannes Eichner hasta su fallecimiento, en 1962. La vivienda es actualmente un museo abierto al público donde se conservan muebles pintados junto a Kandinsky de estilo naïf, muy al gusto del entorno campesino y rural en el que ambos convivieron. «La vivienda sorprende por la reducida dimensión de sus estancias, aunque nos da una idea clara de cómo era la vida de la pareja durante su estancia allí», concluye Ruiz del Árbol.. Fue a partir de 1945 cuando comenzó la recuperación de la obra de todos los artistas que habían formado parte de los movimientos de vanguardia, y especialmente de El Jinete Azul, por lo que Münter, al seguir viva, siempre fue muy consciente de este reconocimiento. De hecho, contó con el apoyo tanto de sus compañeros artistas como de mecenas, galeristas y promotores del arte, pero sus obras se fueron olvidando y diluyendo en el tiempo. «En Alemania es una figura muy reivindicada desde hace décadas, pero esa puesta en valor no ha salido, hasta el momento, de su ámbito nacional y ya es el momento de que esto ocurra», propone Ruiz del Árbol.. Gabriele Münter fue una de las grandes artistas del siglo XX. Creó un estilo propio reduciendo lo que veía a su esencia, liberando el uso del color y trasladando una mirada analítica y existencialista en sus obras. «En ellas hay humor, una gran capacidad para analizar al ser humano y no va a dejar indiferente a nadie», recalca la comisaria de la muestra. A pesar de los años, Münter sigue siendo una moderna y nos sigue atrayendo y apelando como espectadores, logrando que nuestra alma vibre hasta terminar formulándonos una pregunta: ¿Cómo es que no la habíamos conocido antes?
La Lectura // elmundo
Durante décadas fue reducida a la ‘amante de Kandinsky’, pero el Thyssen reivindica a la genial artista, pionera de las vanguardiasy única mujer del grupo El Jinete Azul Leer
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