En la parte baja de la finca de Farrutx, donde la tierra se estira un poco hacia el mar, Miquel Barceló ha plantado 300 almendros. Quiere ver la floración y el contraste vegetal de la flor de nieve, como el poeta persa Omar Jayaam («¡El almendro florecido/ en el corazón de enero!»). Tiene el Mediterráneo al fondo, el agua donde cada día nada, bucea, mantiene el alma a remojo con instinto anfibio. Cuando emerge vuelve al taller para fijar en la te. Hazte Premium desde 1€ el primer mes. Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web. Si lo prefieres
La Lectura // elmundo
Visitamos el taller del artista mallorquín, que acaba de publicar el libro de memorias ‘De la vida mía’ (Galaxia Gutenberg). «Si puedes evitarlo, mejor no pintar. Es vender el alma todos los días», dice Leer
Visitamos el taller del artista mallorquín, que acaba de publicar el libro de memorias ‘De la vida mía’ (Galaxia Gutenberg). «Si puedes evitarlo, mejor no pintar. Es vender el alma todos los días», dice Leer