Elvira González. Madrid, 1937. Arrancó la adolescencia bailando en la compañía de su madre, Elvira Lucena. Después fue primera bailarina del Teatro de la Zarzuela. Más tarde viajó y aprendió con Pilar López, hermana de La Argentinita, junto a Antonio Gades. Y remató con la compañía de Mariemma. A finales de los años 60 dejó el baile de golpe y en 1967, junto al pintor Fernando Mignoni, su marido entonces, inauguró la Galería Theo, en Madrid. Del arte aún no se ha bajado. En 1996 abrió su propio espacio. Ya sola. Elvira González es la última resistente de las ‘fab four’ del galerismo de Madrid: Helga de Alvear (fallecida recientemente), Soledad Lorenzo (retirada) y Juana de Aizpuru (también en retiro). «De las cuatro fui la primera que abrió una galería», dice.. Sus hijas, Elvira e Isabel Mignoni, llevan el timón del negocio. Estos días exponen piezas últimas de Miquel Barceló. La matriarca recibe en el despacho de la galería, custodiada al frente por una tela azul de Juan Uslé. A la izquierda, un mármol esponjado de Juan Asensio. Detrás tiene una fotografía del marchante suizo Daniel-Henry Kahnweiler, su padre espiritual, y otra de Joan Miró (en su lista de dioses verdaderos). Elegante, osada, sagaz, mundana. Ha estirado tardes con Cioran en su buhardilla de París. Risas con Octavio Paz en Madrid. Alcoholes con el poeta Michel Leiris en el Hotel Carlyle de Nueva York… Los mundos anchos de Elvira González.. Como cada año desde 1982 regresa a ARCO. Ahora sí: es la más veterana de las galeristas. De la primera hornada de fundadoras, la única que continúa. Habla movida por un vendaval de entusiasmo, con la memoria plena, con el instinto intacto. Nunca en derrota y aún menos en doma. Mantiene en los ojos claros el destello fuerte de quien ha mirado mucho.. 57 años vinculada a una galería.. Toda una vida. O casi. Aunque yo venía de otro mundo.. ¿Qué mundo era ese?. El del baile. Mi madre era bailarina. Y mi padre, escultor: Juan Cristóbal. Desde niña me gustó la danza. Tuve a mi maestra en casa. Empecé en su compañía. Después pasé a ser primera bailarina del Teatro de la Zarzuela, donde debuté el mismo día en que se estrenó allí Alfredo Kraus con Doña Francisquita. Y más tarde ingresé en la compañía de Pilar López, la hermana de La Argentinita, una de las grandes amigas de Federico García Lorca, a quien éste acompañó alguna vez al piano para que ella cantara. Allí compartí espacio con Antonio Gades, que era un hombre extraordinario. Difícil, pero extraordinario. También pasé por la compañía de Mariemma…. Así que la primera pasión fue el baile clásico español.. No creo que fuese mi pasión.. Pero llegó a trabajar en las mejores compañías.. ¿Sabes? Creo que si estuve tanto tiempo bailando de manera profesional es porque me gustaba mucho viajar. Con las distintas compañías conocí medio mundo. De Londres a Tailandia, América, Líbano, Irán… Eso sí que era una pasión: viajar, conocer otras culturas… Eso también provocó que cada vez que regresaba a Madrid sintiera que la ciudad se me hacía más pequeña. Me movía en mundos fabulosos. Y de todos aprendí. Eso me sirvió para la vida, porque me hizo tolerante. Dejar el baile tampoco me costó demasiado.. ¿Cómo recuerda aquel Madrid de los años 50?. No sentía la grisura de esos años de franquismo. Conocí a gente de muy distintos registros: de Jardiel Poncela a Benjamín Palencia, de Pastora Imperio a Gitanillo de Triana. De Luis Escobar a César Manrique… O a Belmonte, que me regaló el primer bolígrafo que entró en el colegio de monjas donde estaba interna.. Y a principios de la década de los 60 abandona el baile.. Sucede cuando me caso con el pintor Fernando Mignoni y me propone que nos vayamos a vivir a París. Lo hice encantada. Nos marchamos a conocer lo que estaba sucediendo allí. Es cuando tengo el primer contacto habitual con las galerías de arte, con las exposiciones, con el Salón de Mayo, con algunos artistas… En París descubrí pintura que no se había visto en España. O no se había visto bien. Desde los impresionistas hasta el arte de vanguardia o los españoles de la Escuela de París, o la obra de un artista importante como Juan Gris, o la de personajes tan singulares como Manolo Hugué, al que el marchante suizo Daniel-Henry Kahnweiler apreciaba tanto. Él fue el primero en darse cuenta de su talento como escultor. Lo que pasa es que Hugué era alguien tremendo. Indomable. Si uno de sus viajes de Cataluña a París lo hizo a caballo… Esos años sí que fueron fascinantes. Con el tiempo me enteré de que en aquel espacio de libertad gobernaba De Gaulle, que representaba a la derecha. Cómo sería el franquismo para que aquello me pareciera estupendo. Encontré en el arte, y en París, mi pasión. Una pasión que dura hasta hoy, a los 88 años.. ¿Cuánto tiempo vivió en París?. Tres años. Cuando nació mi segunda hija, Isabel, decidimos regresar a Madrid porque con dos niñas la vida allá se complicaba. Pero aproveché los contactos que hice. Por ejemplo, con el mítico marchante Kahnweiler, que me prestó el primer Juan Gris que expuse en España. Decidimos abrir una galería y la llamamos Theo por el hermano de Van Gogh. Theo fue el apoyo económico del pintor, su sustento vital y su marchante sin suerte. Empezamos a montar la galería a finales de 1966 en la calle del General Castaños, aquí en Madrid, y en 1967 abrimos con una exposición Maestros de la Pintura Española que incluía piezas de Picasso, Pancho Cossío, Isidro Nonell, Solana, Ortega Muñoz, Benjamín Palencia y Vázquez Díaz. Al año siguiente hicimos otra, Siete Escultores, con piezas de Gargallo, Cristino Mallo, Manolo Hugué, Montaña, Planes y Valverde.. Entonces llega por azar al arte.. Bueno, no tan azar. Mi padre era escultor y al casarme con Mignoni llego al galerismo. Él, además de pintor, era muy aficionado. A Mignoni lo conozco desde que éramos niños. También le gustaba el baile y así nos fuimos acercando. De hecho, yo le presenté a Antonio Gades. El caso es que siempre he sido buena para mercadear. Un ejemplo: cuando iba con Antonio Gades y la compañía de baile a Londres compraba unos jerséis estupendos en un gran almacén y aquí se lo vendía a una boutique de mucha fama. O en Turquía compraba turquesas y se las enviaba a mi madre… Me lo pasaba muy bien.. Luego abrieron la galería al arte internacional.. Eso fue cuando empezamos a tener más recursos y cambiamos el espacio de la calle General Castaños por otro en Marqués de la Ensenada. Le encargamos el diseño de la galería al arquitecto José Antonio Corrales. Mignoni y yo fuimos haciendo esa transición y empezamos a programar exposiciones de Josef Albers, de Lucio Fontana y algunos españoles que estaban algo olvidados, como Esteban Vicente, que vivió en Nueva York durante la época del expresionismo abstracto. Así nos afianzamos en lo contemporáneo, que desarrollamos ya en los años 70.. ¿Cómo se repartían el trabajo Mignoni y usted?. Estaba muy claro. La parte intelectual de la galería, el concepto y demás, era asunto de Mignoni. La parte ejecutiva, de trato con los clientes, era asunto mío. Yo siempre he sido muy sociable. También una mujer segura, de dudar poco, y muy terca.. En 1971 el grupo ultra de los Guerrilleros de Cristo Rey atenta contra la Galería Theo.. Eso fue tremendo. Ocho ultraderechistas entraron en la galería y prendieron fuego a los grabados de la Suite Vollard que teníamos expuestos gracias a la confianza de la familia Leiris. Le hacíamos un homenaje a Picasso por su 90 cumpleaños y era la primera vez que esos grabados se veían en España. También usaron mazas para romper los cristales y apuñalaron algunas de las obras. Terrible. A mí me llenó de ira, pero también de temor. Madrid era muy inestable en esos años. La violencia se palpaba. Por el suelo de la galería dejaron esparcidas algunas octavillas donde acusaban a Picasso de «marxista, comunista militante, antipatriota, proxeneta, homosexual, pornógrafo e hijo ilegítimo». Después atacaron la librería Antonio Machado. Ese era el panorama.. ¿Hubo respuesta a aquel destrozo?. Recibimos muchas cartas de apoyo de gente muy distinta. Cartas de toda España. Nos avergonzaba dar esa imagen en el exterior, porque la noticia del atentado fue internacional. Reuní todas las cartas de apoyo y se las entregué al embajador de Francia en España para que se las hiciese llegar a Picasso, y nunca le llegaron. Una pena. Pero nosotros no nos arrugamos. A los pocos días fui a denunciar a los Guerrilleros de Cristo Rey. Si no me equivoco, la primera denuncia a la extrema derecha en España, con Franco aún vivo, la pusimos nosotros. Temíamos que aquel atentado generase una desconfianza de los galeristas y marchantes internacionales hacia nuestro trabajo y hacia este país, pero afortunadamente no ocurrió. Unos meses antes de aquello habíamos presentado la primera exposición de Rodin en España y quedamos todos muy satisfechos. Y también hicimos la primera de Juan Gris. Aquello nos había avalado y la brutalidad de los ultras consiguió lo contrario: una ola de apoyo.. Entonces contaban ya entre las galerías más destacadas de Madrid.. Creo que sí. En aquellos años estaban también Juana Mordó, Biosca y otros. Con Juana Mordó me llevé bien, aunque hizo unos comentarios sobre mí que dolieron y me humillaron como mujer, creo por maledicencias de Eusebio Sempere. Eso nos distanció, aunque hicimos las paces.. En Theo también trabajó Soledad Lorenzo, que luego sería otra gran galerista.. Así es. Pero con Soledad corté toda relación.. ¿Y eso?. Cuando dejó Theo se llevó nuestro archivo de clientes. Algo imperdonable. Ella no era una empleada de la galería, sino algo más. Teníamos mucha confianza y nos traicionó, así que nunca volví a hablarle.. En 1982 comenzó Arco.. Fue una idea estupenda de Juana de Aizpuru que apoyamos todas las galerías y el sector del arte. La creación de Arco fue muy importante porque mucha gente adquirió la costumbre de ver arte contemporáneo, de entrar en galerías, de interesarse por lo que sucedía en este mundo. Recuerdo que fueron meses de mucho trabajo, colaborando con Juana, poniendo a disposición de la feria nuestros archivos, nuestras agendas de clientes… Puede que sea lo más importante que se ha hecho en España en el ámbito del galerismo. No todos los años fueron buenos, pero Arco es necesario y un escaparate muy positivo. Aunque Juana, todo hay que decirlo, destaca también por su egoísmo.. Así que usted es de las pioneras de la feria y no ha fallado un año.. Siempre hemos estado, con Theo y con la galería Elvira González, que inauguré en 1996, cuando me divorcié de Fernando Mignoni. Respecto a Arco quisiera decir que este año vamos a reivindicar que se revise el IVA del 21% al arte. Algunos países europeos han rebajado la tasa para la venta de arte, lo cual favorece mucho la competitividad de sus galerías y de sus artistas. Francia tiene una tasa reducida del 5,5% para las primeras ventas e importaciones de obras de arte. Y Alemania aprobó una reducción del IVA para el arte del 19% al 7%.. Así que el margen de igualdad con galerías europeas es difícil.. Casi imposible. Imagina que una galería alemana lleva obra de Miquel Barceló o de Olafur Eliasson a Arco, dos artistas con los que trabajo, ¿cómo voy a poder competir con ellas cuando los clientes tienen que pagar por una obra en una galería española el 21% de IVA? Es una barbaridad. Llevamos años con esta reivindicación. Y cuando protestamos en Cultura nos dice que vayamos a Hacienda. Vamos a Hacienda y allí nos sugieren volver a Cultura. Es impresentable.. ¿Y qué van a hacer?. Seguir protestando. Este año, el segundo día de ARCO nos hemos puesto de acuerdo a través del Consorcio de Galerías de Arte en España para hacer un manifiesto performativo que consistirá en un apagón de las luces de los stands españoles durante cinco minutos. Sólo estarán encendidos los focos de las galerías internacionales. Y esto lo hacemos con el apoyo valiente de la directora de Arco, Maribel López, que explicará las reivindicaciones del sector. Es sólo un gesto, pero un gesto necesario en donde más se nos ve. Las galerías y los artistas somos cada vez más invisibles, a diferencia de las gentes del cine. Le importamos menos al Gobierno, a cualquier Gobierno. Da igual que sean del PSOE o del PP. Hay una mala pedagogía sobre el mercado del arte contemporáneo. Nos siguen considerando un lujo.. ¿Ningún ministro de Cultura ha sido sensible a esa reclamación?. Ninguno. Nos han mareado y todo sigue igual. El único que entendía de esto era José Guirao, pero no le dejaron trabajar. Otro buen ministro de Cultura fue Javier Solana.. ¿Y Ernest Urtasun?. ¿El que quiere prohibir los toros? Si nos descuidamos nos elimina también a nosotros. Urtasun tampoco está por la labor. Con él no llegaremos a nada. Y este asunto también perjudica a los museos.. ¿Qué sucede para que no les hagan caso?. Que a los Gobiernos no les interesamos. Insisto en eso. Y es un grave error. Un sector artístico competitivo da buen síntoma de país. La Ley de Mecenazgo que tenemos tampoco es ambiciosa. En España hay cada vez mejores colecciones de arte y el Gobierno está siendo muy torpe al no darse cuenta. En Francia o Alemania, por ejemplo, son cuidadosos con sus coleccionistas, saben lo importante que es crear junto a ellos un tejido cultural ambicioso. Las galerías estamos muy damnificadas por este Gobierno. Y lo estuvimos por los anteriores.. Y pese a todo, no es el peor momento del negocio.. Siempre hay peligro, pero es verdad que crisis como las de la primera Guerra del Golfo o la de 2007 quedan lejos. Cuando escucho hablar de crisis, como si el mundo fuera a acabar, miro la foto de Kahnweiler y pienso en qué diría. Él sobrevivió a dos guerras mundiales con la galería abierta… Así que pienso resistir lo que venga. Después de tantas crisis que no han conseguido aparcarme…. Así que no está de retirada.. Esto es mi vida, aunque las riendas ya las llevan mis hijas…
La Lectura // elmundo
Del grupo de las ‘fab four’ del galerismo español de los años 80 es la única que continúa. La más veterana de las ‘míticas’ de ARCO, donde su estand es de visita obligada desde 1982. Leer
Del grupo de las ‘fab four’ del galerismo español de los años 80 es la única que continúa. La más veterana de las ‘míticas’ de ARCO, donde su estand es de visita obligada desde 1982. Leer