Marino audaz. Mercader codicioso. Profeta místico. Cristóbal Colón es uno de los personajes más estudiado de la historia y, sin embargo, algunos rincones de su vida siguen en la penumbra. A ello hay que sumar que cada generación ha volcado en él sus propios mitos. El primer superhombre para Nietzsche. El origen del mal, para los abonados a la Leyenda Negra… Ahora, el historiador Esteban Mira Caballos (Carmona, 1966) ha querido poner orden en el desconcierto, certezas en las conjeturas y datos concretos frente a las mistificaciones. El resultado es ‘Colón, el converso que cambió el mundo’ (Crítica), un acucioso trabajo que incorpora los hallazgos documentales y científicos de los últimos 50 años y que pretende ser «la primera gran biografía de referencia del siglo XXI».. Empecemos por aclarar el origen de Colón. Nuestro autor no tiene duda: era genovés. Y ello a pesar de que un documental de RTVE, presentado el año pasado, concluye,a partir de un estudio genético realizado por el forense José Antonio Lorente, que Colón era judío y nacido en Valencia. Pero una cosa es el ADN, y otra las interpretaciones: a Mira le gustaría ver el estudio. «Llevan años prometiendo que van a sacarlo y seguimos a la espera. He sido muy crítico con ese documental, pero no cuestiono la parte científica que determina que los restos que están en la catedral de Sevilla pertenecen a Colón».. Hasta ahí. Las otras conclusiones las rechaza. «Yo soy un historiador científico. Hay mil pruebas objetivas de que Colón era genovés, y todo lo demás es circunstancial. Un dato que por sí solo es suficiente: en 1470, Cristoforo Colombo y su padre, Domenico, reconocieron ante notario en Génova una deuda con un tal Girolamo del Porto. Pues bien, Colón, un día antes de morir, en el codicilo del 19 de mayo de 1506, dice que se le termine de pagar la deuda que tiene con Girolamo del Porto. Es evidente que Cristóbal Colón es el Cristoforo Colombo que firmó la carta de deuda. Hay muchos más documentos y testimonios que confirman que había nacido en Génova».. -El documental lo descarta con el argumento de que esa ciudad había expulsado a los judíos siglos antes.. -Es absurdo. En Génova se quedaron muchísimos conversos, que era el caso de la familia de la madre de Colón, Susana Fontanarosa.. Esteban Mira ve la alargada sombra del nacionalismo asomar en el documental, que asume la versión de Francesc Albardaner, historiador vinculado con Ómnium Cultural. «La tesis del Colón catalán ya está muerta, y ahora lo hacen nacer en Valencia, que ellos incluyen en los Països Catalans». Nada nuevo. «El nacionalismo ha querido secuestrar a Colón desde el siglo XIX. También el español. Ya en los pleitos colombinos, en el siglo XVI, se trató de denigrar a Colón y ensalzar a Martín Alonso Pinzón, para que el gran autor de la gesta fuera español. Luego se quiso convertir a Colón en español de pura cepa, y ahora el Institut Nova Història hace lo propio y lo catalaniza».. ¿Y cuál era la religión del marino, a quien el padre Las Casas define como un «católico devotísimo»? «Sabemos que era católico practicante, porque no podía ser otra cosa, y sabemos que era de origen converso porque sus escritos tienen honda raigambre judía. Está obsesionado con recuperar los Santos Lugares, con encontrarse con las tribus perdidas de Israel… La única duda que no queda resuelta es si era un converso convencido, o un falso converso».. Un rasgo más de la complejidad del personaje: sin patria, con esta duplicidad religiosa, a caballo entre dos épocas. «Jacob Ackerman habla del Quijote de los océanos. No pasaba desapercibido, con sus túnicas y sus collares. Lo mismo admiraba a Ptolomeo que se le aparecía Jesucristo o que tenía contacto con el más allá. Por un lado su filosofía, su religiosidad, su misticismo, son medievales, pero después su individualismo, su curiosidad científica, son plenamente renacentistas».. Lo sorprendente es que los Reyes Católicos confiaran en ese personaje excéntrico, que promete una nueva ruta comercial y ampliar las fronteras del cristianismo. «Y que además», subraya Mira, «no era capaz de defender su tesis ante ninguna persona medianamente versada, porque los cálculos estaban mal planteados. Es cierto que la expedición no es cara, no tienen mucho que perder y sí mucho que ganar si salía bien. Pero no solo confiaron en él, sino que llegaron a quererlo. Yo creo que en el fondo ese perfil mesiánico de Colón sintonizaba con su proyecto de imperio cristiano». Un misticismo que se acrecienta con los años, a medida que el almirante va acumulando fracasos y desazón. «Cada vez va siendo menos comerciante y más profeta».. No deja de resultar humillante que se diga que Colón ganó la gloria pese a sus errores de cálculo, que nunca supo dónde había llegado, como si todo hubiera sido casual. ¿Hasta qué punto no era consciente de que las distancias podían ser mayores? ¿Acaso no había engañado a la tripulación en el primer viaje, con un doble cálculo para que no se le amotinaran? Esteban Mira también lo tiene claro: «No, todo está bien secuenciado. El plan de Colón no es original. El cosmógrafo Paolo Toscanelli dice ya en 1470 que se puede llegar a Asia por Occidente». Pero Colón yerra en sus cálculos al tomar como base los datos equivocados de Toscanelli y de Pierre D’Ailly sobre el tamaño de la circunferencia de la Tierra, y los de Marino de Tiro, que había sobredimensionado Asia. «Colón estaba convencido de que a 738 leguas de Canarias se iba a encontrar con territorio asiático».. Ahora bien, una vez que llega, tuvo que darse cuenta de que aquellas tierras no eran Cipango -Japón- ni Cathay -China-. «Él cree que ese territorio es un nuevo mundo que está pegado a Asia. ¿Llegó a ser consciente de que aquello no tenía nada que ver con Asia? Pienso que sí. Tuvo señales más que evidentes. Américo Vespucio lo supo desde 1502, y él tenía una magnífica relación con Colón, era de los pocos que iba a visitarle, estando ya enfermo -murió en 1506-, y me cuesta creer que no lo hablaran. Y seguramente Colón lo intuía, o incluso lo sabía, pero nunca lo llegó a reconocer públicamente».. No es que fuera más listo. Es que cuando llega a las costas suramericanas, en 1502, decide navegar hacia el sur, de Brasil a la Patagonia, y se da cuenta de que ha cambiado de hemisferio. Aquel territorio inmenso que tiene ante sí no puede ser Asia, que los marinos de la época sabían que estaba en el hemisferio norte. Si Colón, en 1498, llega a dirigirse al sur desde el Orinoco, en lugar de ir al norte, se hubiera dado cuenta también él, explica el historiador.. Otro aspecto controvertido es el papel de Colón como gobernador de La Española. Así como Hernán Cortés fue un político consumado, el genovés se ha quedado con la fama de pésimo gestor. «Tampoco lo hizo tan mal», matiza Mira. «Él estuvo muy poco tiempo en la isla y delegó siempre en sus hermanos. Pero las pocas decisiones que tomó fueron bastante conciliadoras». Pese a ello, los colonos españoles estaban muy frustrados y se quejaban a los Reyes. «El problema es que Colón promete oro y riquezas para que la gente vaya, pero de hecho crea un monopolio y se queda con los beneficios, mientras los demás eran asalariados. Y eso la Corona no lo iba a permitir, y en 1499 liberaliza las actividades económicas en la isla».. Por no hablar de su plan para mandar esclavos a España para compensar la falta de oro. «Su proyecto es enviar 4.000 esclavos, pero la reina se lo prohíbe. Colón era un esclavista, por supuesto, como todas las personas de aquella época que podían serlo. Hay que entenderlo en el contexto de su tiempo. Lo sorprendente no es que Colón lo hiciera, sino que la Reina le parara los pies. En este tema ella es muy radical. Por su propia convicción, pero también porque la Bula Papal Inter caetera les otorga esos territorios para evangelizar a la población. La Reina reacciona de manera rápida y prohíbe la esclavitud indígena en La Española en 1500, adelantándose varios siglos a otros muchos países».. El libro de Mira Caballos da su lugar a la marinería de Huelva y a los frailes de La Rábida, decisivos en la gesta americana. «El papel de los Pinzón, de los Niño, de Moguer, de Palos, es importantísimo. Muchos se dejaron la vida. Entre 1492 y 1508 murieron ahogados unos 250 marineros palermitanos. Pero todo hay que ponerlo en su justa medida. Al final, el proyecto imperial español es multinacional, participan castellanos, aragoneses, valencianos, portugueses, y por supuesto italianos».. Uno de los aspectos escondidos entre nombres, debates y cronologías es la dimensión de la aventura. Hombres que salen a un destino desconocido, poblado de mitos, de monstruos, con la incertidumbre del regreso. Que rompen las fronteras del mundo. «Levi-Strauss dijo que fue una gesta mayor que la llegada del hombre a la Luna, por los medios de entonces. Y no se trataba solo de la búsqueda de oro. También el afán de gloria para sus familias les lleva a afrontar todos esos peligros. Son personas de otra pasta».. Sobre todo cuando se ven las condiciones en las que viajaban, en carabelas que eran como pequeños cascarones, como puede comprobarse en las reproducciones que hay en Palos. La más grande, la nao Santa María, medía 21 metros de eslora. «El océano Atlántico, en la época imperial, se convierte en un cementerio con tanto naufragio. Ya ir era una machada absoluta, imagínate hacer cuatro viajes, como Colón, que además tenía una pésima salud. Y muchas veces seguían en la aventura habiendo conseguido su objetivo. Juan Sebastián Elcano da la primera vuelta al mundo, y luego se embarca de nuevo y muere en el Pacífico. Es algo que nos cuesta entender hoy».. Uno de esos episodios aventureros se lo apropia Hergé en Tintín en el Templo del Sol. Colón sabe que va a haber un eclipse de sol y les dice a los hostiles indígenas que sus dioses se han enfadado y que el sol se va a oscurecer al día siguiente. Y cuando sucede, claro, los nativos se vuelcan con los españoles. «Colón no tenía formación académica, pero sí tenía mucha audacia, mucho ingenio y mucha capacidad de observación, que es la base de su conocimiento. Su hijo Hernando dijo que había estudiado en la Universidad de Pavía, pero es impensable. Con todo, tuvo más preparación científica que la mayor parte de los marinos de su tiempo. Por ejemplo, Juan Sebastián Elcano tenía cinco libros. Colón manejó 30 o 40. Pero fue siempre autodidacta».. Y vayamos por fin con los restos del almirante, objeto de disputa entre España y la República Dominicana… hasta ahora. Y es que el pobre descubridor, como Cortés, apenas pudo descansar en paz. Fallece en España en 1506. El cuerpo se lleva a Santo Domingo en 1542. Pero cuando, en 1795, España cede la parte oriental de La Española a Francia, se ordena trasladar los restos a la catedral de La Habana. Y de ahí regresan a Sevilla en 1899, tras la independencia de Cuba. Ahora bien, los dominicanos aseguran que al menos parte de los restos quedaron allí, en una caja con las siglas CCA, o sea, Cristóbal Colón Almirante, y que está hoy en una tumba en el grandioso faro de Colón.. «Yo durante 30 años he defendido que los restos de Colón estaban en Santo Domingo, y cuando se enteren de que he cambiado de opinión, no sé cómo me van a recibir», ríe Esteban Mira, que además es miembro de la Academia Dominicana de Historia. «El estudio de ADN del profesor Lorente deja claro que los restos de Colón que hay en Sevilla tienen vínculo con los de Hernando Colón, su hijo, que está allí también». Los huesos de la caja que pone CCA podrían pertenecer a cualquiera de los descendientes de Colón que quedaron en la isla. Por no obviar que dentro se halló una anacrónica bala. «Si quieren decir que los restos están repartidos, pues no es posible, pero políticamente me parece muy bien, porque en Santo Domingo quieren mucho a Cristóbal Colón, y se gastaron un pastizal que no tenían en hacer el faro para el cenotafio».. Ese respeto a Colón en República Dominicana contrasta con la indiferencia y los remilgos en España. «Aquí los políticos se ponen siempre de perfil. En Extremadura no se hacen la foto delante de Hernán Cortés no vaya a ser que se hiera la sensibilidad de alguien, y en Huelva con Colón pasa igual. Ya es hora de perder los complejos ante unos acontecimientos que son parte del pasado», dice Mira. Sobre todo cuando hay consensos esenciales entre los historiadores a ambos lados del Atlántico. «Siempre digo que no hay grandes diferencias entre los historiadores mexicanos, los dominicanos y los españoles. El problema surge cuando todo pasa ya al terreno de la ideología. Los historiadores tenemos parte de culpa: debemos recuperar la calle y no dejar la historia en manos de politólogos y tertulianos».
La Lectura // elmundo
El historiador Esteban Mira Caballos aporta datos concretos ante la avalancha de leyendas del explorador que abrió América al resto del orbe. El resultado es un libro que busca ser la «primera biografía de referencia del siglo XXI» sobre el disputado icono. «Quitemos la historia de manos de los tertulianos», dice el autor de ‘Colón, el converso que cambió el mundo’ Leer
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