Esta historia contiene un espía, un tesoro con más de dos mil años de antigüedad y un escenario de cine que no exige retoques por ordenador. Aún más: también tiene un héroe, un fracaso, un giro de guion inesperado y un desenlace polémico. Más que suficiente para atraer a un productor de Hollywood que aspire a resucitar su carrera con un blockbuster y comprarse una piscina todavía más grande con la taquilla.. Como cualquier aventura que se precie, esta historia tiene un principio, pero este no es cronológico. Eso ya lo entenderán ustedes. Así que empecemos con el protagonista. Se trata de un joven recién graduado al que se le encomienda una misión tan fascinante como extraña: entender el lenguaje de los edificios. Casi nada.. A principios de los años 50, el prometedor arquitecto Rafael de La-Hoz Arderius (1924-2000) fue el elegido por la Universidad Central de Madrid -la actual Complutense- para encontrar un lugar donde la llamada proporción áurea hubiera sido aplicada en su plenitud antes de la era renacentista, el periodo histórico en el que se convirtió en la moda estética más trendy.. Es decir, De La-Hoz debía encontrar un enclave en el que hubiera surgido el culto a esta proporción armónica que habían universalizado desde Italia Leonardo Da Vinci y Luca Pacioli como camino a seguir en el arte y la arquitectura, pero también en la música y las ciencias. Que había llevado incluso a buscarla en la misma Naturaleza: se dice que se encuentra en los caracoles, en los pétalos de muchas flores y hasta en la morfología de las abejas, como si un arquitecto supremo nos hubiera dejado marcado el ideal de la belleza.. El impacto de la proporción áurea llega incluso hasta nuestros días. La mujer que se calza tacones de aguja no es más que un legado (incómodo) de esta proporción, al igual que la tarjeta de crédito que guarda en la billetera y los logos de Apple y de Pepsi.. Para seguir con rigor la misión del detective De la Hoz tenemos que entender bien qué es exactamente la proporción áurea. Para ello hay que recurrir a los Elementos de Euclides, el manual de matemáticas más influyente de la historia. Se trata de un long-seller con más de 2.300 años de antigüedad en el que este griego afincado en Alejandría sentó las bases de la geometría… y también de este reportaje.. Euclides fue el primero en poner por escrito lo que entendemos como proporción áurea, aunque no la llamó por su nombre. Lo hizo con esta definición: «Una recta es cortada en extrema y media razón cuando la recta entera es al segmento mayor como el segmento mayor es al menor». Ante semejante declaración de intenciones del sabio griego recurrimos a Clara Grima, matemática y divulgadora científica, para que explique su significado a quienes sufrieron de estrés postraumático por culpa de una llamada a la pizarra en clase de mates.. «Si coges una cuerda de un metro, tú tienes que encontrar un punto de la cuerda donde cortarla de tal forma que te quede un trozo de cuerda grande y un trozo de cuerda pequeño», explica con un ejemplo Grima. «Ese corte que tú has hecho es un corte áureo -es decir, estás en la proporción áurea- si cuando tú divides lo que medía la cuerda antes de cortarla entre lo que mide el trozo grande, el resultado es el mismo que si divides el tamaño del trozo largo entre el trozo pequeño. Tu cuerda puede tener un metro, 1.000 o 20.000 kilómetros de largo: siempre te saldrá el mismo número mágico. Esa es la razón áurea.. Esta cifra mágica es un número irracional, es decir, que no puede expresarse como una fracción simple. Su valor equivale a 1,618033988749894… y así hasta el infinito (y más allá).. Rafael de La-Hoz tenía que encontrar esta proporción en la arquitectura de la España prerrenacentista y para eso recurrió a Euclides y sus Elementos. Esta obra capital había estado perdida durante muchos siglos y no se extendió por Europa hasta avanzada la Edad Media. Una desaparición que, en sí misma, era una pista para su investigación. ¿En qué lugar de Europa podría haberse leído a Euclides antes de su aparición global y sentir la influencia de la proporción áurea?. Su respuesta fue fulminante: Córdoba.. «La decisión de De La-Hoz de buscarla en Córdoba tenía todo el sentido», explica Pablo Rabasco, profesor de Historia de la Arquitectura de la Universidad de Córdoba. «Para eso necesitaba una obra maestra y hay pocas ciudades en el mundo que estén arquitectónicamente tan ligadas a su edificio más emblemático, que este caso es la Mezquita, y que establezca una comunión tan fuerte con su entorno».. Fachada de Capuchinos.RAFAEL DE LA HOZ ARDERIUSARCHIVO DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA. Además, se sabía que la matemática euclídea había sido traducida del griego por los árabes, así que no era de extrañar que la capital musulmana tuviera este libro. «No existen pruebas directas ni testimonios que lo confirmen, pero dada la atestiguada disponibilidad de este texto en el siglo XII en la Península, no resulta una idea descabellada que algún ejemplar, ya sea parcial o recopilatorio del texto de Euclides, circulase entonces por Córdoba», explica Pedro Mantas, profesor de Historia de la Universidad de Córdoba.. De existir sólo uno lo más probable es que fuera custodiado en la gran biblioteca de la ciudad, en torno a la cual había una industria cultural fabulosa de traductores, encuadernadores y eruditos. Este centro de conocimiento había alcanzado su apogeo bajo los reinados de Abd al-Rahman III y al-Hakam II, que engrandecieron la biblioteca con obras de todo el mundo recopiladas en misiones diplomáticas y como botines de guerra.. «Uno de los mayores especialistas en astronomía andalusí, el profesor Julio Samsó, cree que la Biblioteca tal vez llegase a albergar unos 40.000 volúmenes, lo cual era una cifra extraordinaria», explica Pedro Mantas. «En los siglos X y XI e incluso más adelante ninguna biblioteca del Occidente latino albergó un número de obras similar a la de Córdoba».. Por lo tanto, la corazonada y la erudición de Rafael de La-Hoz parecían acertadas: Córdoba era la probeta ideal para su experimento. Más aún si se tenía en cuenta cómo este arquitecto defendió que los cristianos alcanzaron a leer a Euclides. «Esta situación de privilegiado monopolio mundial de los árabes terminó por uno de los primeros, menos conocidos y más curiosos comandos de espionaje científico de los que se tienen memoria y al que hoy podríamos llamar, con toda propiedad Operación Cero», escribió De La-Hoz en un ensayo sobre su investigación.. La Operación Cero es un término cachondo que suena a novela de espías de Len Deighton y que De La-Hoz acuñó para explicar cómo una especie de sociedad clandestina inglesa pretendió hacerse con el secreto mejor guardado de los matemáticos musulmanes, supuestamente defendido en Córdoba como si fuera un silo nuclear o el algoritmo secreto de Google: el sifr. Esta palabra en árabe significa «vacío» y hace referencia al número cero. Un hallazgo innovador proveniente de la India que no había sido conocido ni por los grandes filósofos pitagóricos ni por los mejores ingenieros romanos.. «Hasta que no apareció el cero no se podían hacer cálculos de enorme complejidad», explica la matemática Clara Grima. «Hay que pensar que sin él no habrían existido los ordenadores. El cero permite decir que en cierta posición no había nada: por ejemplo, que en el número 207 no hay decenas. Ahí radica su importancia».. Fachada del Mihrab de la Mezquita.RAFAEL DE LA HOZ ARDERIUSARCHIVO DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA. Para este robo de propiedad intelectual habrían recurrido a un compatriota suyo: Adelardo de Bath (1080-1150), un sabio que recorrió el Mediterráneo y Asia menor recopilando conocimientos en astronomía, geometría y alquimia de la cultura árabe, entonces mucho más adelantada en estas disciplinas. No hay fuente histórica que confirmé la infiltración en Córdoba de Adelardo, disfrazado y con un buen conocimiento del árabe, como cuenta De La-Hoz, pero sí se sabe que, en algún momento, se hizo con un ejemplar de los Elementos y fue quien lo tradujo al latín. Un texto que iba a convertirse siglos después en la piedra angular del Renacimiento.. Tras este flashback histórico XXL, regresemos a la misión de Rafael de La-Hoz, a su búsqueda de la proporción áurea en los grandes edificios cordobeses y al inesperado giro de guion del que hablábamos en el primer párrafo. «Esperando poder demostrar la anteporeidad y vigencia universal de la proporción áurea -rastreando a tales efectos su existencia en las arquitecturas de una ciudad milenaria-, resultó que en vez de aquella, por encima de épocas, culturas, tipologías o estilos, apareció un módulo de proporción -hasta entonces desconocido- por completo ajeno al rectángulo armónico que se esperaba encontrar», escribió el arquitecto.. Resultaba que De La-Hoz se había columpiado. Córdoba no era el referente de la proporción áurea que se creía. El arquitecto había encontrado otro hallazgo que interpretó como una anécdota localista sin mayor trascendencia. El proyecto fue cancelado.. Rafael de La-Hoz siguió con su vida y comenzó una exitosa carrera profesional tras formarse en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) gracias a una beca Fulbright. A su regreso a España, obtuvo una plaza de arquitecto de la Diputación de Córdoba, ganó el Premio Nacional de Arquitectura con sólo 33 años y se convirtió en un miembro destacado de la generación de profesionales que transformó la arquitectura española en los años en los que el franquismo muta de la posguerra al desarrollismo.. Una década después recibió un nuevo encargo, aparentemente más prosaico que el anterior, pero que fue el que realmente cambió su vida. La Diputación recurrió a él para dirigir el proceso de selección de los estudiantes merecedores de una beca para cursar la carrera de Arquitectura. De La-Hoz decidió introducir en el pliego de condiciones un test que se había popularizado en 1944 en la universidad de Yale (EEUU) y cuyo objetivo era medir la aptitud artística de los alumnos. Se trataba de una prueba que bebía directamente de un experimento del filósofo alemán Gustav Fechner, quien en 1876 había querido probar la belleza absoluta de la proporción áurea.. Para ello, en una de las pruebas entregó a los estudiantes dos rectángulos, uno algo rechoncho y otro acusadamente alargado, y les pidió que dibujaran el rectángulo que consideraban ideal. Cuando se puso a corregir el ejercicio, De La-Hoz se quedó perplejo: ninguno de los alumnos cordobeses pintó un rectángulo áureo, tal como había sucedido por aplastante mayoría en todos los lugares donde se había realizado ese test. Los aspirantes a la beca trazaron en su mayoría uno menos esbelto con la proporción: su lado mayor dividido por lado menor daba 1,30, cuando la proporción áurea, recordemos, es de 1,61.. Sorprendido por el resultado, quiso que más estudiantes cordobeses hicieran el test de Yale y los resultados se repitieron con una insistencia asombrosa. Así que, recordando su anterior fracaso con la proporción áurea, quiso medir de nuevo los principales monumentos de la ciudad. Fue cuando encontró una proporción que se repetía y correspondía al 1,30, la misma expresada en el rectángulo de los estudiantes.. Antes de proseguir conviene hacer un inciso. En geometría, la proporción áurea está representada por el decágono regular. Sin embargo, De La-Hoz se dio cuenta de que en Córdoba el número clave era 1,3, no 1,6, una proporción relacionada con otra forma geométrica: el octógono regular. Este octógono forma parte de la denominada geometría sagrada, que es la que se hace con las figuras regulares, con regla y compás. No era novedosa y tenía una presencia constructiva en distintas civilizaciones, especialmente en la romana y la árabe, ambas muy enraizadas en Córdoba.. Fachada de Santa Marina de Aguas Santas.RAFAEL DE LA HOZ ARDERIUSARCHIVO DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA. Rafael de La-Hoz creyó haber encontrado una nueva proporción y la bautizó como proporción cordobesa en homenaje al lugar donde la formuló. ¿Cuál era su principal característica? Era más cercana a las proporciones humanas y se alejaba de la medida divina que atribuía la proporción áurea que tanto habían explotado los artistas evocando la idea de la perfección de la Antigüedad. De la Hoz había detectado una nueva forma de ver el mundo, una forma de entender la belleza contemplativa mucho más cercana a las medidas reales de la humanidad.. «A mí me gusta mucho en relación a la belleza humana porque la estilización de la proporción áurea sólo la cumple la Barbie», dice Clara Grima. «Esta es igual de mágica, pero mucho más cercana. Todos nosotros somos proporción cordobesa, estamos más cerca del 1,3 que del 1,6. Me gustaría que tuviera la misma reputación que la áurea».. En su investigación, el arquitecto encontró esta proporción en distintos edificios cordobeses, desde la Mezquita hasta la fachada del convento de los Capuchinos. También en la Merced y en la base de la Torre de la Malmuerta. Incluso en las esculturas romanas que alberga el Museo Arqueológico de la ciudad. No sólo eso, detectó que la inclinación solar en los equinoccios podía estar también relacionada con las inclinaciones de las cubiertas y frontones cordobeses. Es decir, la proporción cordobesa era fruto de varios factores: el uso reiterado del octógono en la arquitectura y la inclinación de los tejados a 37 grados, condicionada por el clima.. Llegado a este descubrimiento, De La-Hoz se formuló la gran pregunta: ¿era esta proporción algo exclusivo de Córdoba? ¿O se trataba de un fenómeno universal?. Así que se puso a estudiar otros monumentos en sus viajes y descubrió que la proporción más humana llegaba a sitios y culturas muy diferentes. La encontró en el Panteón de Agripa en Roma y en la Catedral de Bogotá. También en las pirámides de Giza y en la Pirámide de la Luna de México.. Hemos llegado a 1973. «Sólo en este periodo mi padre proyecta el edificio Castelar en Madrid, se encarga de la creación de las Normas Tecnológicas de la Edificación y redacta su ensayo sobre la proporción cordobesa demostrando una capacidad de trabajo increíble», cuenta Rafael de La-Hoz Castanys, hijo de nuestro protagonista y también célebre arquitecto.. -¿Cómo es recibida su teoría de la proporción cordobesa?. -Le pasa lo mismo que con el edificio Castelar: en su tiempo fue incomprendido, pero arquitectos de fama internacional me han llegado a decir ahora que para ellos es el mejor edificio de Madrid. No es que la proporción cordobesa fuera despreciada, sino que pasó desapercibida.. «Con la proporción cordobesa a mi padre le pasó lo mismo que con el edificio Castelar de Madrid, pasó desapercibida cuando publicó su ensayo». Rafael de La-Hoz Castanys, arquitecto. Tuvieron que pasar bastantes años hasta que académicos y arquitectos se la tomaran en serio y la estudiaran en profundidad. Hoy tiene sus defensores, que la consideran un increíble hallazgo, y también detractores, que creen que De La-Hoz se equivocó con algunas mediciones y quedó cegado por el entusiasmo.. «Creo que pudo ser forzada y dentro de las medidas que toma de la Mezquita puede haber algunas inexactitudes», reconoce el profesor Pablo Rebasco. «También es cierto que no hay textos escritos del pasado que hablen de esta proporción y de su aplicación. Nunca dudaría del trabajo y las intenciones de De La-Hoz, quizás lo que pasó es que los constructores fueran educándose a través de la Mezquita de forma natural y fueran trasladando su conocimiento por vía oral. Es decir que no se trataran de unas proporciones con un principio teórico sino inspiradas en el principal edificio que conocían».. Al respecto, De La-Hoz Castanys cuenta que le planteó esas dudas el tema de discusión de las medidas en alguna ocasión. «Mi padre me dijo que yo estaba aplicando los ojos del matemático, no del arquitecto», dice. «Consideraba que no había que buscar una exactitud plena, que la arquitectura no debía entenderse como algo literal, sino aproximado. Sabía que su trabajo necesitaba mucha más investigación, pero estaba seguro que estaba en el camino correcto y le habría encantado hoy discutir y charlar sobre el tema».. Su descubridor creía tanto en la proporción cordobesa que, según cuenta su hijo, llegó incluso a fabricar unas escuadras especiales de plástico rojo que tenía en su estudio para aplicarla en los diseños de las fachadas de alguna obra.. En 1998, Rafael de La-Hoz sufrió un infarto cerebral, del que no se recuperó hasta su fallecimiento casi dos años después.. Con motivo del centenario de su nacimiento, la ciudad de Córdoba rinde homenaje a su arquitecto más reconocido del siglo XX con dos exposiciones complementarias, una sobre su obra pública y otra sobre la privada que están abiertas al público hasta la última semana de febrero. Además, el podcast La proporción cordobesa, producido por Tacet y patrocinado por la Universidad de Córdoba, se puede oír en las principales plataformas desde su estreno el mes pasado.. Poco días antes de sufrir el ataque fatal, Rafael de La-Hoz Arderius llamó por sorpresa a su hijo al hotel de Zúrich donde se alojaba por motivos de trabajo. «No había teléfonos móviles y me sorprendió muchísimo que él también estuviera en Suiza», relata su hijo. «Me dijo que esa noche quedáramos a cenar los dos con Santiago Calatrava, que le había conseguido un pase para acceder a la biblioteca de la Universidad porque él había estudiado allí. Mi padre me contó que había encontrado en el archivo documentos sobre Adelardo de Bath que estaba investigando. Hasta el último momento estuvo trabajando en la proporción cordobesa. ¿Por qué? Porque aglutinaba sus tres grandes pasiones: la arquitectura, las matemáticas… y Córdoba».
La Lectura // elmundo
Rafael de la Hoz desarrolló una extraordinaria y polémica teoría aún muy desconocida sobre una proporción artística ‘más humana’ que encontró primero en esta ciudad andaluza y luego en monumentos de todo el mundo, en la que hay arquitectura, espionaje y muchas matemáticas Leer
Rafael de la Hoz desarrolló una extraordinaria y polémica teoría aún muy desconocida sobre una proporción artística ‘más humana’ que encontró primero en esta ciudad andaluza y luego en monumentos de todo el mundo, en la que hay arquitectura, espionaje y muchas matemáticas Leer