Con un simple hilo de lana que parece infinito, Chiharu Shiota (Osaka, 1972) teje mares y galaxias, sueños y vacíos. La artista japonesa expone ahora mismo en medio mundo: China, México, Turquía, Alemania… Eso sin contar con las muestras que se suceden en su Japón natal o sus monumentales obras en la Expo Universal de Osaka y la Trienal de Setouchi. Hace apenas dos meses, conquistó París con una magna retrospectiva en el Grand Palais, que reabrió después de tres años de reformas con una exposición de la que todo el mundo hablaba en la capital. Pero antes de esta eclosión planetaria, Shiota trabajó durante lustros discreta e incansablemente en sus piezas de hilos, que pueden superar los 300 kilómetros. Y lo ha hecho siempre desde su estudio en Berlín, donde vive desde los años 90, cuando llegó para continuar con sus estudios de arte. Allí tuvo a profesoras como Marina Abramovic o Rebecca Horn. Empezó con performances y vídeos, el zeitgeist de los 90, hasta que hizo del hilo su material fetiche para construir complejos laberintos en los que se repiten una serie de objetos: maletas, zapatos, llaves, ventanas, barcos, pianos… Todos están relacionados con la memoria y la ausencia.. En 2015, su espectacular instalación en la Bienal de Venecia The Key in the Hand, la dio a conocer internacionalmente: 50.000 llaves suspendidas en una cascada de hilos rojos que brotaba de dos viejas barcazas. Ese mismo año expuso por primera vez en España, en la Fundación Sorigué de Lleida, donde volvería en 2021 para presentar una de sus pocas instalaciones permanentes en el mundo: un impresionante cosmos de hilos negros, con piedras cual planetas y estrellas. Si ayer mismo inauguraba Home Less Home («Hogar menos hogar») en Boston, el próximo 27 regresa a España con una muestra que es casi el reverso: My House is your House («Mi casa es tu casa»), en el Azkuna Zentroa de Bilbao. Con una instalación específica que transformará radicalmente el espacio de la Alhóndiga, Shiota dará el pistoletazo de salida a Prototipoak, la Bienal Internacional de Prácticas Artísticas.. En sus exposiciones suele integrar a los habitantes de la ciudad. En Lleida, pidió zapatos viejos. Esta vez, ha pedido a los bilbaínos que le manden una carta a mano o un dibujo que describa su idea del significado de hogar. ¿Qué va a hacer con los dibujos y las cartas?. Pedí a las personas que escribieran cartas sobre su hogar, dónde viven, qué significa para ellos, de qué está hecho y los sentimientos y conexiones que tienen con él. Estas cartas formarán parte de la instalación, suspendidas en una red de conexiones. En esta instalación, The Inside and Outside («El interior y el exterior»), también hay ventanas antiguas y las cartas flotarán entre el interior y el exterior. Incorporo estas ventanas porque creo que los edificios y la arquitectura que nos rodean guardan nuestra memoria.. ¿Y qué es para usted el hogar? ¿Qué objetos lo simbolizan?. Tengo dos hogares, uno en Berlín y otro en Japón. Para mí, el hogar es donde viven los recuerdos. Si una casa no tiene recuerdos, no puedo llamarla hogar. Los objetos que más siento como hogar están conectados con mi hija, especialmente su cama. Creo que cuando alguien deja su cama aún puedes sentir su presencia. Siento su existencia. También tengo un piano antiguo en casa. Cuando lo veo, siento que estoy en casa. Aprendí a tocarlo de niña y mi hija también. Se ha convertido en parte de nuestro hogar.. Siendo niña, la casa de sus vecinos se quemó y lo último que quedó fue un piano en llamas. ¿Qué supuso para usted esa imagen y cómo le ha influenciado en su práctica artística? Literalmente, en sus instalaciones ha hecho arder pianos en la calle…. Cuando vi el piano quemado frente a la casa de mis vecinos tuvo un gran impacto en mí. En ese momento estaba aprendiendo a tocar el piano y sentí como si hubiera perdido mi voz, al igual que el piano había perdido su sonido… Cada vez que olía el humo de madera quemada en el aire recordaba ese piano quemado. Estaba roto y abandonado, pero su presencia se quedó conmigo. Después de 20 años, comencé a incorporar el piano en mis instalaciones porque ese recuerdo era tan fuerte que nunca me abandonó.. Esta primavera se ha inaugurado la Expo Universal en Osaka, en un espectacular entorno de madera proyectado por Sou Foujimoto, un arquitecto con una sensibilidad muy cercana al mundo del arte. ¿Qué supone ‘volver a casa’ con su obra ‘Hill of Language’?. La arquitectura de Foujimoto es increíblemente hermosa y funciona muy bien porque puedes ver todo el entorno desde arriba, como en una colina. Estoy muy feliz de ser parte de esta Expo, especialmente porque es en mi ciudad natal. Fui la última artista invitada a participar. Se invitó a muchos artistas, en su mayoría hombres, y estoy feliz de haber sido incluida.. En los 90 sus obras bebían de la ‘performance’ más radical, pero después profundizó en ideas más poéticas y lo físico dio paso a instalaciones realmente atmosféricas. ¿Concibe sus obras como si fueran cuadros en los que podemos entrar?. Creo que es ambas cosas. Siento que estoy dibujando en el aire, pero al usar todo el espacio, creo un paisaje, otro mundo en el que las personas pueden entrar.. Hay muy pocas instalaciones permanentes suyas en el mundo: un par en Japón, una en Australia, otra en Alemania y una en España. ¿Considera que su obra tiene algo efímero?. Mis instalaciones son muy frágiles porque uso hilos finos para llenar habitaciones enteras y no es fácil conservar este material para siempre. Sin embargo, algunos museos han comprado mis instalaciones y quieren exhibirlas permanentemente. Pero no me centro mucho en este aspecto. Sólo quiero mostrar mi trabajo. Si quisiera que mi trabajo durara para siempre, usaría materiales más sólidos y duraderos. Así que no es realmente una decisión activa, es sólo la naturaleza del material.. ¿Qué supone el hilo como material artístico, incluso como metáfora?. Hay una fábula japonesa que dice que, al nacer, ya estás conectado a otra persona por un hilo rojo. Esta persona podría ser tu futura pareja o alguien importante en tu vida. Este hilo rojo es una extensión de un vaso sanguíneo que va desde tu corazón hasta tu dedo meñique. En mi trabajo, uso principalmente hilos rojos, negros y blancos. El rojo representa la conexión entre las personas o con el destino. También es el color de la sangre y, por lo tanto, se asemeja a las relaciones, ya que pueden enredarse, cortarse, aflojarse o anudarse. El negro representa el universo. Cuando muchas líneas negras se juntan, parecen el cielo nocturno y dan una sensación de espacio. El blanco es un símbolo de pureza y comienzo, pero en Japón también se usa en los funerales, puede significar tanto el principio como el fin.. Al usar el hilo como si fuera un pincel, ¿hay cierta reivindicación de la tradición femenina asociada al tejer? O, casi como en el arte povera, ¿de sublimar el material más barato y común?. Para mí, se trata más de dibujar una línea. Sí, el hilo es un material barato, pero cuando estaba luchando con la pintura en la escuela de arte, buscaba significado en mi trabajo. Crear dibujos a gran escala en el espacio me ayudó a encontrar ese significado. Al principio, usé hilo negro. Sentía que estaba creando una extensión de una línea de lápiz desde un dibujo bidimensional. No elegí el hilo por su conexión con la feminidad o la tradición femenina. Surgió de mi historia personal y mi deseo de reimaginar el dibujo y el arte. El hilo simplemente se convirtió en el mejor material para mí.. ¿Cómo un espacio, ya sea un polígono, un palacio o un museo, puede transformar sus piezas?. Mis instalaciones se dibujan dentro del espacio y, a su vez, cambian el espacio. A menudo, es al revés; mi trabajo transforma la arquitectura y el entorno. A a veces es un diálogo. La memoria se preserva en edificios históricos y mis instalaciones resaltan este aspecto.. En los últimos años, varios artistas japoneses han conquistado el circuito y el mercado del arte internacional, como Takashi Murakami, Yayoi Kusama y Yoshitomo Nara (de los dos últimos hemos visto grandes antológicas en el Guggenheim de Bilbao, precisamente). Usted misma ha protagonizado grandes exposiciones en Europa, la última en el Grand Palais de París. ¿Se siente parte de cierta ‘ola artística japonesa’ ? ¿Cree que en Occidente cada vez se entiende mejor la sensibilidad japonesa?. Para ser honesta, creo que estos artistas están en una categoría diferente porque son mayores que yo. Tienen 40 años más de experiencia en la industria del arte. No me veo en esa misma ola de artistas. Creo que son individualmente muy fuertes, no estoy segura de si se clasificarían como sensibilidad japonesa. Creo que hay muchos movimientos ahora, especialmente el arte indígena de América del Norte, del Sur y Australia. Durante mucho tiempo, el enfoque estuvo principalmente en el arte occidental, pero eso está cambiando. El arte de Asia y África está ocupando un lugar más central en el arte contemporáneo hoy en día.. En nuestro mundo hiperdigital, sus obras son puramente objetuales: rescata la memoria de los objetos, las historias (o los dramas) que puede contar algo tan simple como un zapato o una ventana. ¿Su obra nos recuerda que hay otro tipo de redes físicas que nos conectan a todos?. Sí, es cierto. El tema de mi trabajo es la existencia en la ausencia. Me gusta explorar la memoria a través de los objetos. Para mí, los objetos crean una conexión entre una persona y su memoria.. No usa redes sociales ni ha prestado su obra a grandes campañas de ‘marketing’, de empresas de moda o comerciales. ¿Siente que la sobreexposición mediática, el ruido digital o de las redes, podría ir contra su obra o su esencia como artista?. Uso las redes sociales para compartir noticias sobre mis exposiciones y me gusta conectar con las personas de esta manera mostrando mi trabajo. Sin embargo, elijo no participar en muchos proyectos comerciales porque prefiero mostrar mi trabajo en museos o espacios históricos. No creo que el trabajo comercial vaya en contra de mi arte, pero creo que el arte pertenece a todos y prefiero que las personas experimenten mi trabajo directamente en un espacio físico.
La Lectura // elmundo
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