En la cárcel todo sucede al revés: «No llaman a tu puerta desde fuera, llamas tú misma desde dentro», escribe Daria Serenko (Jabárovsk, Rusia, 1993) desde la celda fría de una prisión moscovita. En el centro de detención provisional te traen agua hervida tres veces al día y, si aprendes a pedirlo, apagan la luz por la noche. Te sacan a pasear una vez al día, siempre por un pequeño patio desde el que mirando hacia arriba se ve una cuadrícula de cielo enrejado. «Igual que en un tren, aquí también hay paradas, pero la estación siempre es la misma», cuentan sus garabatos en la oscuridad, que dan forma a su libro Deseo cenizas para mi casa (recién publicado por Errata Naturae), un canto a la libertad que tiene como punto de partida quince inolvidables días de cautiverio y el shock de la guerra después. «Todos los que en Rusia se oponen a la invasión están luchando a costa de sus vidas y su libertad por un futuro sin guerra ni dictadura», proclama la también poeta. Rusia emitió en abril una orden de arresto contra Daria Serenko sin especificar cargos. Serenko respondió con su mordacidad habitual: «Soy difícil de encontrar, fácil de perder e imposible de olvidar».. En noviembre de 2021, Daria Serenko publicó su primera obra, Chicas e instituciones (Errata Naturae, 2023), que causó revuelo por la manera en que la autora -con su narración lacónica, irónica y hasta divertida- presta voz a la experiencia vital colectiva de innumerables mujeres en bibliotecas, museos y otras instituciones culturales de Rusia. Una marejada diaria de tareas por debajo de su capacidad, cumplimiento de rutinas sin sentido, jerarquías absurdas, acoso sexual en la oficina y machismo cotidiano. Y, por supuesto, la caníbal misoginia de las propias chicas, que son los frágiles mimbres de la traición cotidiana pero también de la solidaridad y apoyo.. En su último libro la autora nos lleva a una Rusia en penumbra, donde presos en chándal vociferan por las ventanas un retrato robot de un país que piensa más en los cigarrillos de hoy que en qué pasará mañana. Apartada del mundo exterior, en la celda donde cumplía condena por la difusión de «simbología extremista», Serenko comenzó a escribir este libro unas dos semanas antes del 24 de febrero de 2022, fecha del inicio de la invasión rusa de Ucrania. Fue arrestada por una publicación que mencionaba el «voto inteligente» promovido por el opositor Alexei Navalny, un sistema diseñado por el líder disidente para redirigir el voto en cada demarcación hacia el partido con mejores opciones para quitar escaños o concejales a la formación gubernamental.. «Desde la URSS, Rusia tiene una amplia experiencia como dictadura. Pesa mucho la herencia imperial, la herencia militarista y el legado de la guerra». La cuenta atrás para el inicio de la guerra, inaudible para los rusos, se superpone con la cuenta atrás hacia una libertad que no será como esperaba Daria. «Me llevaron allí [a la comisaría] a la fuerza dos hombres vestidos de civil que se presentaron como empleados del departamento de investigación criminal. Irónicamente, estos hombres irrumpieron en el café un minuto después de que yo firmara mi libro para mi amigo. La dedicatoria decía: Rusia será libre y definitivamente lo celebraremos. Me llevaron presa junto con el libro. Al parecer, Rusia no será libre en los próximos 15 días».. Retazos de conversaciones de funcionarios hacen que el veneno de la inminente guerra se asome en su borrador antes de que los tanques salgan en las noticias. Serenko escribió las primeras líneas mientras aún estaba en su celda. Terminó su libro en el exilio, porque la obligaron a abandonar Rusia y luego fue declarada «agente extranjero». Su obra es una suerte de Archipiélago Gulag posmoderno: desde el cautiverio, Serenko nos explica la libertad. Queda libre un día antes del comienzo de los ataques a gran escala de febrero de 2022. Sale al exterior en un mundo en el que un Estado todopoderoso afila en esa última noche las armas para la invasión que lleva meses negando. Su liberación es el negativo de la foto de lo que está pasando en ese momento en Rusia. Estrena una libertad que al país sólo le puede durar unas horas, pues con el inicio de la guerra a gran escala el régimen de Vladimir Putin pisará el acelerador de la represión hasta acallar todas las voces que no digan lo mismo que el Gobierno. Serenko abandonará Rusia pocos días después. Ahora, tras un primer exilio en la convulsa Georgia, hoy es una refugiada política en España y participará en febrero en el Foro de la Cultura de Valladolid.. Usted regresó a la libertad el día en que los rusos perdieron definitivamente su libertad. ¿Cómo llegó Rusia a convertirse en una prisión? ¿Por qué Rusia perdió la libertad?. Esto no sucedió el 24 de febrero de 2022. Rusia ha venido siendo una dictadura durante muchos años, tiene una amplia experiencia como dictadura, ya con la Unión Soviética. Hay muchas razones históricas y socioculturales por las cuales Rusia no pudo consolidar su democracia. Hubo intentos, y unos años que podrían llamarse democráticos. Pero pesa mucho toda nuestra herencia imperial, la herencia militarista, el legado de la guerra.. Hubo una experiencia distinta en otros países, por ejemplo, en Alemania. ¿Fue un error que después del fin la Unión Soviética no se examinase la relación sobre el pasado?. Después de la Unión Soviética hubo esa discusión, tanto entre personas como en la esfera pública. Y sin embargo, esto no interfirió con lo que sucedió en paralelo: dos guerras chechenas en los años 90. La dictadura regresó restaurada en parte por cómo se llevó a cabo el tránsito de una autoridad a otra, cómo murió la Unión Soviética y cómo nació la Rusia moderna.. ¿Por qué Putin decidió comenzar esta guerra?. La guerra contra Ucrania resultó ser rentable económica e ideológicamente. Creo que esta guerra era necesaria para fortalecer la dictadura y consolidar el poder de Putin. Para sedimentar en la sociedad rusa la idea de que la guerra es urgente, que la situación es una catástrofe. A todos los dictadores les encanta sublimar el hecho de que durante el desastre la gente debe guardar silencio ante su líder y que no debería haber un cambio de poder en esta situación. Aunque Putin, por supuesto, puede simular que tenemos democracia, y de hecho concurre a las elecciones, como si fuera un líder demócrata. Y esta es una combinación interesante: por un lado, necesita reunir a la gente alrededor de su figura de dictador; por otro lado, quiere simular una democracia con algunos procedimientos democráticos.. Como escritora se asomó primero a la desazón burocrática. ¿Qué descubrió sobre Rusia estando ya en prisión?. Dentro me sentí pequeña. Creo que si quieres conocer bien a un Estado, basta con mirar cómo el Estado se comporta con la gente vulnerable. Me sorprendió el hecho de que no me sorprende nada. Resulta que lo conozco lo suficientemente bien, entiendo bastante bien cómo funcionan nuestros sistemas estatales. No había nada inesperado para mí allí dentro. Y mis descubrimientos eran más bien sobre mí, no sobre mi país. Surgen nuevas ideas alrededor de una chica, en el ámbito individual. En tales condiciones, puedes permanecer con una persona que conserva su dignidad humana. Aunque todo el sistema tiene como objetivo privarte de esta condición.. «A los dictadores les encanta sublimar el hecho de que durante una guerra la gente debe guardar silencio ante su líder y que no debe haber un cambio de poder». Tras 25 años de ‘putinismo’ existe una ‘Generación P’, la de los que no han conocido a otro presidente. ¿Cómo es el diálogo con la generación anterior?. De hecho, pertenezco a la generación de personas que tuvieron a Putin y a Boris Yeltsin. Durante varios años, estuvo Yeltsin, y luego, todo el rato: Putin, Putin, Putin, Putin. Mis colegas que son más jóvenes no han visto otra cosa. Esto condiciona que las personas rechacen el militarismo, el autoritarismo, que arriesguen sus vidas, que vayan a prisión por sus puntos de vista. Cosas increíblemente duras. Saben que si dicen su opinión abiertamente serán castigadas. Y en estas condiciones no está claro cómo calcular cuántas personas apoyan a Putin, porque las opciones no se especifican. La gente no dice la verdad. Y resulta que para analizar se necesitan otras herramientas que no siempre están disponibles durante la guerra y la dictadura. Pero el hecho que todos deberían entender con precisión es que la oposición continúa existiendo en Rusia. Incluso en estas condiciones, las personas siguen trabajando y hacen cosas increíbles. Pero muchas veces la dictadura quiere que pensemos que estamos en minoría y solos. Éste es el mito principal de nuestra dictadura: te mira a los ojos y te dice que eres poca cosa, que nadie te escuchará. Dice esto sistemáticamente a millones de personas, y si la gente cree en ello, la mentira funciona. Te encuentras con desesperanza. Por lo tanto, muchos activistas ahora están trabajando dentro de Rusia para restaurar la comunicación entre la gente.. Desde Ucrania y desde distintos ámbitos se señala no sólo a Rusia, sino a los rusos: a todos los rusos. ¿Cómo concilia su arriesgada escritura con la idea de culpa colectiva?. Está la idea de culpa colectiva, y la de responsabilidad colectiva. La culpa es una sensación improductiva. Está la responsabilidad, lo que estás dispuesto a hacer. No solo respecto a la guerra, también de cara al mundo. De cara a nuestros hijos o nietos. ¿Qué tipo de antepasado seré para ellos? La responsabilidad es hacerte cargo de lo que puedas asumir. Facilitar algo la vida a mujeres ucranianas concretas o familias específicas. O crear tu pequeña organización. También hay quien recauda dinero. Cuando me preguntan sobre esto, me digo a mí misma que no siento alegría ni culpa. Pero me siento responsable. Y esto es suficiente para continuar activa.. Los escritores rusos han navegado siempre entre cautivar la esencia de su país y chocar contra las narrativas impuestas por el Gobierno. ¿Cómo ha podido durar la dictadura de Putin tanto tiempo?. La dictadura trajo un poder concentrado en manos de una persona. Y la dictadura es también una institución, con una oligarquía y un entramado de corrupción. Es la misma corrosión que impregna a todas las grandes autoridades rusas. Y también, dado que el propio Putin fue un oficial de los servicios de seguridad, rápidamente se propuso establecer un Estado policial. El régimen se ve reforzado por el hecho de ser una dictadura policial, y ahora se ha ido endureciendo gradualmente a través de la dictadura militar. Tiene una fuerza terrible. Por cada manifestante que haya salido a la calle tendrás dos o tres policías antidisturbios totalmente equipados. Y es absolutamente incomprensible cómo resistir ante una dictadura policial con tal aparato de poder. Muchos de nosotros simplemente no sabemos cómo hacer esto.. «La dictadura es una institución, con una oligarquía y una trama de corrupción. Es la misma corrosión que impregna a todas las autoridades rusas». En Deseo cenizas para mi casa Serenko se centra en la violencia que se ha arraigado en la sociedad de su país durante muchos años con una fuerza cada vez mayor. Con un patrimonio carcelario basado en unos libros, cepillo de dientes, maquillaje y poco más, Serenko dibuja todas las formas y consecuencias posibles de la violencia. Sus enormes ojos inquisitivos y sus manos templadas por el pulso con el sistema forjan el retrato del horror de la guerra y el miedo de las mujeres que la viven. Todo en un texto reposado y a la vez urgente.. Antes que reclusa, Daria Serenko ya era poeta, trabajadora cultural, oficinista, activista, profesora de literatura y artista. Fue durante años una de las chicas, las dóciles e insignificantes funcionarias de las que trata su primer libro, Chicas e instituciones. «Las chicas son un sistema de comunicaciones y calefacción que envuelve las entrañas yertas del Estado», reflexiona en este libro: «Si se parasen y dejasen de trabajar, Dios sabe qué sería entonces de todos nosotros. Seguramente el frío haría que nos durmiéramos en nuestros puestos de trabajo y ya nunca volveríamos a despertarnos. Tal vez sería lo mejor: queridas chicas, parece que necesitamos una huelga a muerte. Vivir se ha vuelto insoportable».. Serenko conoce las tripas cobardes del sistema. Trabajó en la galería Peresvetov Pereulok y en la Biblioteca Nekrásov, de donde fue despedida por su activismo político. En 2016, se hizo famosa por la campaña Piquete silencioso: viajaba diariamente en el metro de Moscú con carteles con proclamas políticas, reflexiones feministas o sobre temas sociales. También hacía circular poemas de autores rusos. Sus primeras poesías fueron aclamadas por la crítica y premiadas en múltiples ocasiones.. Igual que Deseo cenizas para mi casa, aquel libro sale de las cuatro paredes para alzar el vuelo llamando a la resistencia y el cambio. Pero ahora Serenko no sólo habla sobre la escritura y el ego. La guerra la ha empujado a pasar de ser una activista feminista a convertirse también en una antimilitarista que denuncia la instrumentalización de la muerte. Su última reencarnación es la de exploradora del exilio y la identidad y sus testimonios sobre la educación heredada generación tras generación y las consecuencias del carácter colonizador y opresor de Rusia. Su munición: testimonios, cuentos, entrevistas imaginarias, sátiras, descripciones hiperbólicas, listas y poemas. Un compromiso literario para describir la política represora de Putin y de los devastadores efectos de la guerra.. «Estoy en España ahora y para mí es importante. estoy muy agradecida. El Gobierno me permitirá regularizarme aquí, mientras tanto estoy sin documentos». En febrero de 2022, junto con otras compañeras, fundó el grupo Resistencia Feminista Contra la Guerra para protestar contra la invasión de Ucrania, ocho años después de la toma de Crimea. En su libro se repite esta pregunta: «¿Dónde estaba estos ocho años?». Me involucré en el activismo público y la política como feminista. En Moscú estaba muy implicada en la lucha por los derechos humanos. Hice todo tipo de proyectos en el campo de la cultura. La mayor parte de mi vida adulta consciente es el activismo de la oposición.. Tras años luchando contra el régimen de Putin a pesar de la cruda persecución y las amenazas de muerte recurrentes… ¿Cómo encara su nueva versión de escritora exiliada?. Estoy en España ahora y eso para mí es importante. El Gobierno me permitirá regularizarme aquí: mientras tanto estoy sin documentos. Georgia, debido a sus nuevos lazos con Rusia, también se volvió peligroso. Y mis colegas y yo nos vimos obligados a irnos de Tiflis. Ahora mismo estoy muy agradecida, y sí, viviré en este país. Por eso mismo la publicación de este libro es muy importante.. Su libro es una breve actualización del ‘Archipiélago Gulag’ de Solzhenitsyn. Cuando lo leyó por primera vez, ¿pensó que el Estado podría repetirlo?. Lo leí a la edad de 15 años. Por cierto, lo tuvimos en el plan de estudios escolar. Ahora en la escuela -o en muchas escuelas- están tratando de evitar este tema, y los libros de texto tratan de demostrar que no hubo tales represiones. Esto forma parte de nuestro trabajo para la memoria. Yo desde la infancia creía que sería escritora, y tenía la sensación de que éste era el destino habitual de un escritor o escritora de Rusia. Pero entonces todavía era pequeña, lo romanticé. Me pareció: oh, esa vida es increíble. Ahora, por supuesto, no quiero nada de esto: sabemos que todo esto es una pesadilla, un terror, un horror. Por lo tanto, en general, sí, pensé que volvería a suceder. Pero lo pensé no por un análisis político, sino observando la realidad.
La Lectura // elmundo
Refugiada política en España tras haber pasado por la cárcel, publica ‘Deseo cenizas para mi casa’. «Creo que esta guerra era necesaria para fortalecer la dictadura», dice Leer
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