Era una noche oscura y tormentosa…. Y entonces Snoopy apoyaba su vieja máquina de escribir sobre el tejado de su caseta y se convertía de forma indiscutible en el mejor escritor del planeta. Sus novelas siempre arrancaban igual: Era una noche oscura y tormentosa… Y a menudo no pasaban de ahí.. Copiaba aquella prosa púrpura de Edward Bulwer-Lytton y soñaba con ser Tolstói, Eudora Welty o F. Scott Fitzgerald con las mismas dosis de imaginación que le hacían fracasar una y otra vez como as de la aviación de la Primera Guerra Mundial. Con su gorro y sus gafas de piloto y la estela de su bufanda a los mandos de un Sopwith Camel condenado a la derrota. A veces era un intrépido astronauta, un habilidoso jugador de hockey sobre hielo o un mundialmente famoso abogado con pajarita incapaz de ganar un solo pleito. Snoopy podía ser el más célebre jugador de tenis de todos los tiempos y también el irresistible estudiante universitario Joe Cool…. Snoopy era todo eso y a la vez no era más que un chucho blanco con el morro negro sin otras aspiraciones que descansar las orejas en el suelo o tumbarse a la bartola. Un beagle que no se parecía en nada a un beagle de verdad.. «Snoopy representa los sueños de mucha gente. Tiene que refugiarse en su mundo imaginario para sobrevivir. Porque, de lo contrario, sólo le queda una vida aburrida y miserable», admitía hace casi 30 años su creador, Charles M. Schulz, que se inspiró en su perro Spike para diseñar al personaje más icónico de las 17.897 tiras cómicas que dibujó de forma casi ininterrumpida durante medio siglo bajo el título Peanuts para más de 2.600 periódicos de 75 países distintos.. «Posiblemente la historia más larga jamás contada por un ser humano», decía el obituario de Schulz que publicó The New York Times en 2000.. En España, la saga se rebautizó como Carlitos y Snoopy. Ahora Reservoir Books acaba de sacar a la venta la más completa antología jamás editada en nuestro idioma, 75 años después de que se publicara la primera viñeta en la prensa americana y 25 desde que vio la luz la última. Pero este reportaje no va sólo de efemérides y nostalgias: el perro más famoso de la historia vuelve a estar de moda, convertido hoy en héroe imprevisto de la generación zeta.. Echen un ojo a su alrededor. Snoopy ya no es sólo un aviador de la Primera Guerra Mundial. Es también una camiseta de Zara, un pijama de H&M, una sudadera en Uniqlo, unas zapatillas de Vans, un polo de Lacoste, unos vaqueros Levi’s, una taza de Starbucks, una funda de móvil, los calcetines de tu compañero de oficina, un reloj Swatch, un Apple Watch también o un peluco de lujo marca Omega valorado en más de 50.000 euros. Su imagen aparece igual en un felpudo de Leroy Merlin que en un cotizado bolso de Marc Jacobs. Hasta firmas como Chanel, Fendi, Dolce & Gabbana o Karl Lagerfeld han vestido al personaje estos días en París en una exposición que celebra los tres cuartos de siglo del estiloso sabueso.. Todo lleva hoy la cara de Snoopy. Te lo juro por…. Snoopy es además un octogenario influencer. Su impacto en redes sociales se ha disparado en los últimos tiempos. Según los datos de la compañía Peanuts Worldwide, la cuenta oficial del personaje en TikTok creció casi un 224% en 2023. Y desde el Museo y Centro de Investigación Charles M. Schulz, en California, aseguran que las interacciones en su perfil de Instagram se han disparado también por encima de un 200%. El museo registró la temporada pasada las mejores cifras de asistencia en sus más de 20 años de historia.. «Snoopy representa los sueños de mucha gente. Tiene que refugiarse en su mundo imaginario para sobrevivir a una vida aburrida y miserable». Charles M. Schulz, autor de ‘Peanuts’. Los jóvenes de hoy en día probablemente no tengan la menor idea de quién fue Schulz, quizás ni siquiera han leído sus cómics, pero viralizan sus viñetas como si fueran memes y reproducen los lamentos de Charlie Brown y las reflexiones filosóficas de su mascota como los 10 mandamientos de su generación. «Mis ansiedades tienen ansiedades», se quejaba Carlitos en una viñeta de 1977, una frase que se reproduce cada día en pins, imanes, chapas, gorras, stories, reels y tazones de frapuccinos.. «Las historias de Snoopy funcionaban muy bien en el formato de las tiras cómicas porque eran breves y contundentes estallidos de profundidad. Y por eso se adaptan muy bien ahora a Instagram o TikTok», celebra desde Londres Claire Catterall, conservadora del centro cultural Somerset House. «Quizás pasaron algo desapercibidas tras la muerte de Schulz, y, por supuesto, cuando los periódicos dejaron de leerse en formato impreso. Pero ahora, con las redes sociales, ¡han encontrado otro soporte perfecto!».. En 2019, Catterall fue comisaria de Good Grieve, Charlie Brown, una exposición que celebraba «el poder perdurable» de sus viñetas. Aquella muestra ponía el foco en la influencia de la obra de Schulz en artistas y escritores, pero ya anticipaba su impacto en los más jóvenes. «Snoopy es rebelde y egoísta, inocente y crítico, sensible y astuto… Rompe las reglas, trasciende todos los límites, insufla un aire de anarquía, libertad y posibilidad. No es extraño que tanta gente joven, desilusionada con la sociedad y confusa con lo que se espera de ellos, se siga tomando a Snoopy tan en serio», explicaba entonces.. Uno de los paneles de aquella exposición recogía parte de lo que el filósofo italiano Umberto Eco dejó escrito en su ensayo Apocalípticos e integrados hace más de 60 años. Resulta terriblemente vigente hoy: «El mundo de Carlitos y Snoopy es un microcosmos, una pequeña comedia humana válida tanto para el lector inocente como para el sofisticado. Estos niños nos tocan de cerca porque en cierto sentido son monstruos: son las monstruosas reducciones infantiles de todas las neurosis de un ciudadano moderno de la civilización industrial».. Medio siglo después de las cavilaciones de Eco, el profesor de Psicología Educativa de la Universidad de Connecticut James C. Kaufman revisitó las locuras de los protagonistas de Peanuts para tratar de explicar el modelo clásico de la personalidad de cinco factores. Así, los perfiles de Charlie Brown, Lucy, Schroeder y compañía responden a cada uno de nuestros traumas y nuestras emociones. Y quizás por eso conectan con cualquier lector. En los años 60 del siglo pasado y también ahora.. «Charlie Brown, eternamente lleno de preocupaciones y dudas, representa a un neurótico ejemplar. Es propenso a la depresión, a la ansiedad y a ataques paralizantes de sobreanálisis», diagnostica Kaufman. Y sigue pasando lista: «Schroeder, que no para de practicar con el piano, es el concienzudo. Linus, propenso a filosofar pero también dispuesto a perseguir ideas inusuales, es el más abierto a las experiencias. Y Lucy, a menudo malhumorada, gruñona o incluso un poco violenta, es la más desagradable y antipática».. «Sus viñetas, rápidas y breves, se trasladan bien a un teléfono y a los momentos superbreves de compromiso tan comunes hoy en día». James C. Kaufman, profesor de Psicología Educativa. «El ceño fruncido de Lucy es tan icónico para mí como la sonrisa burlona de la Mona Lisa», dijo el cineasta John Waters.. -¿Y Snoopy?. -Snoopy, por supuesto, es la extroversión -remata el diván de Kaufman-. Siempre dispuesto a bailar, abrazar, salir con los amigos y conocer gente. Es un extrovertido típico. Extravagante y atrevido hasta la exageración, intenta participar en todas las actividades y conversaciones. Snoopy es el alma de la fiesta.. El alma de una fiesta que nunca termina. «En efecto, no creo que Snoopy haya pasado de moda alguna vez», explica el profesor a través del correo electrónico. «Es el tipo de fenómeno atemporal que se redescubre y se hace popular de repente cada cierto tiempo. Siempre está feliz de jugar, soñar despierto y permitirse un poco de fantasía. Creo que en estos tiempos en los que todo parece muy serio e incluso catastrofista, contar con un personaje creativo, alegre y divertido resulta atractivo. Pero, a la vez, Snoopy no es superficial: experimenta emociones reales; es simpático, pero desde luego no es perfecto. Y sus viñetas, rápidas y breves, se trasladan bien a un teléfono y a los momentos superbreves de compromiso tan comunes hoy en día».. Snoopy apareció por primera vez en prensa en la tercera tira de Peanuts, publicada el 4 de octubre de 1950. Entonces era un beagle normal y corriente, caminaba todavía a cuatro patas y aquel día marchaba con una flor en la boca hasta que una vecina la regaba desde su ventana sin querer y empapaba al pobre perro en un gag esencialmente chaplinesco. Casi dos años después, tuvo su primer pensamiento. Snoopy nunca dijo una palabra, pero tenía profundas burbujas de reflexión. El 27 de mayo de 1952, Charlie Brown le tira de las orejas. «Hoy hace un poco de calor para usar orejeras, ¿no crees?», le vacila. Y Snoopy se aleja refunfuñando: «¿Por qué tengo que sufrir estas indignidades?».. Pasaron otros cinco años hasta que, el 28 de junio de 1957, Snoopy se levantó sobre sus patas traseras por primera vez. Y la historia cambió para siempre.. «Schulz traslada los distintos rasgos de su personalidad a sus personajes. Y su fantasía y el deseo de ser cualquier cosa que uno pueda imaginar recae en Snoopy a partir de entonces», apunta Pedro Paredes, autor del ensayo Un hombre llamado Charles M. Schulz (Ediciones Marmotilla). «Snoopy alberga múltiples disciplinas y con diferentes resultados, de modo que logra más que ningún otro personaje que el lector o la persona que ve su imagen en redes se identifique con él. Según cómo nos vaya la vida y nos enfrentemos a ella, nos identificamos con uno u otro álter ego. En Snoopy podemos encontrar lo que busquemos o necesitemos en cada momento».. El doctor Don Presnell, profesor de la Universidad Estatal de los Apalaches, en Carolina del Norte, y responsable de un seminario sobre «la simple complejidad de Peanuts», sostiene que Snoopy funciona como el test de Rorschach: «Significa algo distinto para cada uno de nosotros».. «Me gusta pensar que, como todo el arte de Schulz, Snoopy consta de muy pocas líneas y se presenta como una figura o un personaje con el que cualquier lector puede identificarse», explica Presnell desde Estados Unidos. «Quizás Snoopy resulta reconfortante ahora para una generación especialmente ansiosa… Aunque yo no fui consciente de que era tan popular entre mis estudiantes de la generación zeta hasta que el año pasado vi en las noticias que un peluche de Snoopy se había agotado en todas las farmacias del país».. Cómo un Snoopy de 13,99 dólares desató la locura de la Generación Z, titulaba The Wall Street Journal a finales de 2023, cuando miles de jóvenes americanos perdieron la cabeza para conseguir uno de los muñecos del perro, con un adorable abrigo acolchado azul y sombrerito de rayas, que promocionaba la cadena de farmacias CVS. El peluche se llegó a revender en internet por cuatro veces su precio y TikTok se llenó de videos de chavales buscando el beagle desesperadamente. Casi a la vez, las donaciones de sangre en Estados Unidos aumentaron un 40% después de que Cruz Roja regalara una camiseta con la imagen de Snoopy en su versión Joe Cool a todos los voluntarios. Otra vez TikTok explotó con cientos de vídeos de jóvenes corriendo a los centros de transfusiones.. «En sus tiras hay lucha feminista, lucha por la libertad, cuestiones sobre el aborto, la ecología, el racismo, la salud mental». Pedro Paredes, autor de ‘Un hombre llamado Charles M. Schulz’. «En esta época de incertidumbre social y política, un planeta que se deteriora rápidamente y todo se mueve hacia un modelo de pago, necesitábamos un héroe», reflexionaba entonces en su canal de internet la youtuber Bobbi Miller, experta en cultura pop. «Snoopy tiene más de 70 años, pero si te asomas a tu aplicación de redes sociales más cercana verás que ha sido consagrado en miles de cámaras de fans, montajes y fotos de perfil, específicamente de miembros de la generación zeta, como si fuera una creación hecha a su medida. Hoy se puede sentir una nube de existencialismo cerniéndose sobre todos nosotros, así que no es de extrañar que muchos busquemos refugio en lugares de consuelo. Si tengo que existir en este mundo y tengo que soportarlo, al menos tengamos la licencia para soñar e imaginar algo mejor».. «De vez en cuando siento que mi existencia está justificada», meditaba Snoopy a finales de la década de los 60 repanchingado en el techo de su caseta.. «Sus problemas y sus inquietudes son iguales a las de los jóvenes de ahora», comparte la joven escritora española Marina Aguirre, último Premio SM de Literatura Juvenil con la novela Hoy honramos a los vivos. Marina tiene 34 años, pero reconoce al otro lado del teléfono que el día que contactamos con ella vestía una camiseta de Snoopy y tenía una manta con los personajes de Peanuts arrugada en el sofá. «A mi madre ya le encantaba Snoopy en los años 80, yo he leído sus libros desde pequeña y he vestido camisetas con el personaje hasta que empecé a trabajar como profesora de Matemáticas y dejé de usarlas en clase porque mis alumnas las llevaban igual».. Si uno repasa la antología de Carlitos y Snoopy, encuentra cientos de viñetas que conectan con las preocupaciones de los jóvenes del siglo XXI, más allá de las ansiedades ansiosas de Charlie Brown. Tenemos al Snoopy scout preocupado la naturaleza o por cómo su inseparable amigo, el pájaro Woodstock (Emilio, en España), sobrelleva los cambios de temperatura. Tenemos la consulta psiquiátrica de Lucy a cinco dólares la sesión, anticipando el interés por la salud mental de los adolescentes. O a Peppermint Patty, reinterpretada años después como icono LGTBI, recordando ya a finales de los 60 que las chicas también podían jugar (y además ganar) al béisbol o al fútbol… americano. Y tenemos a Franklin, el primer personaje afroamericano de Peanuts, creado sólo unos días después del asesinato de Marthin Luther King.. «Schulz nunca quiso que Peanuts fuese un cómic editorialista ni político, era más como un cronista al modo de Bob Dylan. En sus tiras hay lucha feminista, lucha por la libertad religiosa, por la libertad de pensamiento, cuestiones sobre el aborto, la ecología, el racismo, la salud mental…», explica Pedro Paredes antes de trasladar esa melodía a la actualidad. «Gran parte de las noticias que publica EL MUNDO o The Washington Post podrían explicarse bajo una viñeta de Peanuts. Desde 2007 los jóvenes han vivido crisis económicas, medioambientales, políticas, energéticas, atentados terroristas y guerras militares y comerciales. Eso hace que adquieran conciencia, pero también que, ante ese ambiente de queja e ira continua, elijan la evasión».. «Es un personaje con el que cualquier lector puede identificarse y quizás resulta reconfortante ahora para una generación especialmente ansiosa». Don Presnell, profesor de la Universidad Estatal de los Apalaches. Dice Pareces que, «de la felicidad a la depresión, de la derrota a la esperanza», no hay cómic que haga más hincapié en la emoción que Peanuts: «Ante esa necesidad de huir, de elegir la fantasía -no es baladí el crecimiento que ha tenido en la última década la saga de Harry Potter- y una visión individualista y nihilista del mundo, no hay ningún personaje que lo transmita mejor que Snoopy».. La vigencia de Snoopy, además, no es sólo intelectual. Hoy es también un gigantesco negocio. «Schulz es una de las celebridades muertas que más dinero ingresa cada año en EEUU, con una media de 30 millones de dólares, pese a que ya no se publican nuevas tiras», recuerda el autor español. Su presencia se mantiene tanto en los cómics como en la televisión y sigue siendo muy relevante en la cultura americana. Cuando en la España de los 80 y 90 asociábamos a Snoopy al pijerío más cursi, en Estados Unidos era ya un símbolo universal. El beagle de Charlie Brown es el personaje que más veces ha aparecido en el desfile de Acción de Gracias que celebra cada año en Nueva York la cadena de grandes almacenes Macy’s. Y sus compañeros de viñetas han aparecido en sellos postales, campañas de Coca-cola y anuncios de la Super Bowl.. Paredes recuerda que en 1967, tras el desastre del Apolo I que acabó con la vida de tres astronautas, la NASA encargó a Charles M. Schulz el diseño de un pin con la imagen de Snoopy para convertirlo en mascota de su personal de seguridad. Dos años más tarde dos módulos del Apolo X fueron bautizados como Charlie Brown y Snoopy. En 1990 un peluche de Snoopy voló por primera vez al espacio a bordo del transbordador Columbia y en 2022 repitió en la misión Lunar de Artemis I.. «Del mismo modo que sucedía en vida de Schulz, la presencia de Snoopy es grande, pero de una manera diferente a la de Mickey Mouse o el resto de personajes del conglomerado Disney, Marvel, Star Wars, Pixar…», explica el autor de Un hombre llamado Charles M. Schulz. «Sus viñetas las publica una de las editoriales de cómics más respetadas, Fantagraphics, y sus contenidos audiovisuales se emiten en Apple TV y eso genera una sensación de leer, ver o tener algo cool, exclusivo y de mayor calidad. Además, el diseño de Snoopy es uno de los que más trabajó Schulz y una virtud clave para su vigencia: la juventud sigue viendo a Snoopy como una imagen moderna y no clásica o anticuada, algo que sí ocurre con personajes como Lulú, Popeye o los creados por Ibáñez».. La última viñeta de Peanuts se publicó el 13 de febrero de 2000, sólo un día después de la muerte de Schulz. Snoopy tecleó su máquina de escribir por última vez para reproducir la carta de despedida de su autor:. «Queridos amigos: he tenido la suerte de dibujar a Carlitos y sus amigos durante casi 50 años. Con ello se ha hecho realidad el sueño de mi infancia (…) Carlitos, Snoopy, Linues, Lucy… jamás os olvidaré…».. Nos preguntamos qué diría Snoopy del mundo de hoy.. «No diría nada», sospecha Marina Aguirre. «Pondría los ojos en blanco, como ese emoticono que mira hacia arriba. Sin palabras…».. ¿Y qué haría el más americano de todos los perros ante la América de Donald Trump?. «Quizás debería volver a presentarse a las elecciones», bromea Claire Catterall recordando una tira cómica de finales de los 60.. «Aunque probablemente seguiría en su burbuja», rebate el profesor James C. Kaufman. «¿Qué haría Snoopy hoy? Luchar contra el Barón Rojo como un as de la aviación de la Primera Guerra Mundial y, seguramente, arrancar una nueva novela melodramática».. Era una noche oscura y tormentosa…. Reservoir Books. 576 páginas. 29,90 euros. Puede comprarlo aquí
La Lectura // elmundo
Tres cuartos de siglo después de su primera viñeta y 25 años después de la última, la filosofía del perro más famoso del mundo vuelve a cautivar a millones de personas: «En estos tiempos en los que todo parece muy serio y catastrofista, contar con un personaje así resulta atractivo». Leer
Tres cuartos de siglo después de su primera viñeta y 25 años después de la última, la filosofía del perro más famoso del mundo vuelve a cautivar a millones de personas: «En estos tiempos en los que todo parece muy serio y catastrofista, contar con un personaje así resulta atractivo». Leer