BOOOM es el título de la última publicación de Antoni Miralda (Terrassa, Barcelona, 1942). Un fotolibro que estalla con fuerza en manos del lector, abriéndole paso a nuevos caminos a través de la mirada intuitiva, fragmentaria y desbordante de su autor. Su munición es un cúmulo de vivencias que resuenan con la fuerza de un alegato pacifista, cargado de poesía y subversión, y la contundencia de un testimonio clave para entender las temáticas y fijaciones que marcaron la posterior trayectoria de este artista, reconocido por su versatilidad, ingenio y genialidad dentro de la vanguardia española de las últimas décadas.. A las seis y media, tocaban a diana en el campamento militar de Los Castillejos, en Tarragona, a donde llegó Miralda, en 1962, para cumplir con las Milicias Universitarias. Tras la oración y el reconocimiento de las siete y quince, quedaba por delante un día largo y rutinario, del cual el autor, entonces estudiante de Peritaje Textil, destinaba buena parte a fotografiar la vida cotidiana del cuartel. Aquello le supuso varios arrestos, sin embargo, el desobediente soldado no desistió de su propósito; mirar a través de una cámara le ayudaba a olvidar el inhóspito lugar donde estaba.. Miralda fotografió la arquitectura de las tiendas de campaña; los grafitis que va encontrando en distintas superficies; la precisa organización de unos rifles que se pierden en la niebla, y las composiciones que forman los robustos correajes sobre la tela del uniforme. Imágenes que fue archivando, clasificando y ordenando, y que fueron educando la visión del artista. De esta suerte, durante las distintas etapas que duró la instrucción militar, entre las cuales se intercalaron las primeras y definitorias estancias del autor en París y Londres, acumuló todo un repertorio artístico compuesto por instantáneas en blanco y negro, dibujos y viñetas, como la serie Bien /Mal (1966), donde reproduce ilustraciones del manual de instrucción militar, que cargadas de humor y sacadas de contexto, ridiculizan al ejército.. “Miralda piensa dibujando”, escribe Ignasi Duarte, en uno de los textos que incluye la nueva publicación. “Y es gracias a emborronar obsesivamente, durante años, cientos de papeles con soldados en diferentes poses, situaciones, acciones… que alcanza la concreción plástica y conceptual, sintetizando su imaginario antibelicista con un croquis que remite a la forma de un soldadito de juguete de plástico que pinta de blanco”. Un soldado que se convertirá en el protagonista de Soldats soldés (1965-1973) y de los Essais d’amélioration (1968- 69), las primeras intervenciones en el espacio público que ayudarán a dar a conocer al artista en la escena internacional.. Mediante un envolvente diseño realizado por This Side Up, el nuevo monográfico combina imágenes inéditas y de distinta naturaleza. Fotografías que huyen de lo evidente mediante encuadres inesperados, donde el artista juega con la escala, sin ningún propósito de documentar, sino de revelar lo oculto en lo cotidiano y transformar lo banal en extraordinario. Instantáneas que se entrelazan con esquemáticos dibujos, mientras la figura del soldado blanco va cobrando protagonismo en la narración. Recorre un periodo que va de 1962 a 1972: una década, marcada por distintos conflictos internacionales, como la Guerra de Vietnam, en el contexto de la Guerra Fría y los procesos de descolonización, más allá de la anquilosada y represiva España de Franco.. Así, BOOOM llega, tal y como apunta Juan Garrigues, en otros de los textos,”en la peor escalada de violencia bélica desde la II Guerra Mundial”. Su ágil secuenciación fluye con la misma fuerza que el torrente que parece arrastrar a las tropas de soldaditos hacía la anatomía fragmentada de una mujer, invadiendo lo íntimo. El cuerpo se hace paisaje. Más tarde, los soldados se insertan en elementos encontrados; en mobiliarios, monumentos públicos y en las esculturas que se conservan en museos, como el Louvre. Un asalto metafórico a nuestra historia.. Y, una vez el soldado ha alcanzado la escala humana, se adentrará por los mercados demolidos de París, por los no- lugares y también por los sitios más emblemáticos de la ciudad, en una especie de ruta turística, o búsqueda desesperada por encontrar un pedestal donde consolidar su poderío. Acabará, sin embargo, derruido a orillas de un río, sin haber encontrado la ansiada peana. Ese peregrinaje aparece filmado en París. La Cumparista (1972), una película, realizada en colaboración con Benet Rossell, considerada clave en la producción artística conceptual de los setenta, tanto por los que supone la perdida de materialidad de la obra como la critica política subyacente.. La provocación, el humor y el absurdo han estado siempre muy presentes en la obra de Miralda, como lo está aquí la contraposición entre la guerra y el juego. “Siempre me ha interesado trasmitir mi interés en lo lúdico”, advierte el artista durante una entrevista. “De igual forma, siempre he sentido que no era necesario hablar en primera persona, comunicar mis sentimientos a través de mi trabajo. De ahí que me ha tentado al idea de crear camuflado a través de una capa que permita al lector, o al espectador, reaccionar o interpretar, dado que, por descontado, me interesan sus interpretaciones. Hubiera sido demasiado fácil presentar al soldado en verde, tal y como lo fabrican, pero quería manipularlo, despojarlo de su personalidad pintándolo, a mano, de blanco. Siempre procuro dejar un espacio a lo lúdico donde aparece la ambiguo para dar cabida a un lenguaje más poético”.. En el rico imaginario de Miralda las situaciones y los objetos se serializan, se rehacen, se reeditan y se reinterpretan hasta adquirir un significado diferente y simbólico. Más que imágenes, sus fotografías son huellas de un proceso creativo en constante movimiento y evolución, una exploración sin límites de la vida y sus contradicciones. “Siempre he pensado que el trabajo tiene que originarse de una vivencia, del contacto directo con la realidad”, asegura.. BOOOM se presenta como una indagación visual y conceptual sobre la guerra, la memoria, el concepto de autoridad y la fragilidad del poder. Entre lo íntimo y lo monumental, entre lo cotidiano y lo bélico, la obra desvela una poética de la destrucción y la transformación. En su viaje errante, la figura del soldado blanco, se convierte en un símbolo de una historia que se repite, de un conflicto que nunca encuentra su pedestal definitivo.. BOOOM. Antoni Miralda. Editorial La Fábrica. 228 páginas. 39 euros. Seguir leyendo
BOOOM es el título de la última publicación de Antoni Miralda (Terrassa, Barcelona, 1942). Un fotolibro que estalla con fuerza en manos del lector, abriéndole paso a nuevos caminos a través de la mirada intuitiva, fragmentaria y desbordante de su autor. Su munición es un cúmulo de vivencias que resuenan con la fuerza de un alegato pacifista, cargado de poesía y subversión, y la contundencia de un testimonio clave para entender las temáticas y fijaciones que marcaron la posterior trayectoria de este artista, reconocido por su versatilidad, ingenio y genialidad dentro de la vanguardia española de las últimas décadas.A las seis y media, tocaban a diana en el campamento militar de Los Castillejos, en Tarragona, a donde llegó Miralda, en 1962, para cumplir con las Milicias Universitarias. Tras la oración y el reconocimiento de las siete y quince, quedaba por delante un día largo y rutinario, del cual el autor, entonces estudiante de Peritaje Textil, destinaba buena parte a fotografiar la vida cotidiana del cuartel. Aquello le supuso varios arrestos, sin embargo, el desobediente soldado no desistió de su propósito; mirar a través de una cámara le ayudaba a olvidar el inhóspito lugar donde estaba. Miralda fotografió la arquitectura de las tiendas de campaña; los grafitis que va encontrando en distintas superficies; la precisa organización de unos rifles que se pierden en la niebla, y las composiciones que forman los robustos correajes sobre la tela del uniforme. Imágenes que fue archivando, clasificando y ordenando, y que fueron educando la visión del artista. De esta suerte, durante las distintas etapas que duró la instrucción militar, entre las cuales se intercalaron las primeras y definitorias estancias del autor en París y Londres, acumuló todo un repertorio artístico compuesto por instantáneas en blanco y negro, dibujos y viñetas, como la serie Bien /Mal (1966), donde reproduce ilustraciones del manual de instrucción militar, que cargadas de humor y sacadas de contexto, ridiculizan al ejército.“Miralda piensa dibujando”, escribe Ignasi Duarte, en uno de los textos que incluye la nueva publicación. “Y es gracias a emborronar obsesivamente, durante años, cientos de papeles con soldados en diferentes poses, situaciones, acciones… que alcanza la concreción plástica y conceptual, sintetizando su imaginario antibelicista con un croquis que remite a la forma de un soldadito de juguete de plástico que pinta de blanco”. Un soldado que se convertirá en el protagonista de Soldats soldés (1965-1973) y de los Essais d’amélioration (1968- 69), las primeras intervenciones en el espacio público que ayudarán a dar a conocer al artista en la escena internacional.Mediante un envolvente diseño realizado por This Side Up, el nuevo monográfico combina imágenes inéditas y de distinta naturaleza. Fotografías que huyen de lo evidente mediante encuadres inesperados, donde el artista juega con la escala, sin ningún propósito de documentar, sino de revelar lo oculto en lo cotidiano y transformar lo banal en extraordinario. Instantáneas que se entrelazan con esquemáticos dibujos, mientras la figura del soldado blanco va cobrando protagonismo en la narración. Recorre un periodo que va de 1962 a 1972: una década, marcada por distintos conflictos internacionales, como la Guerra de Vietnam, en el contexto de la Guerra Fría y los procesos de descolonización, más allá de la anquilosada y represiva España de Franco.Así, BOOOM llega, tal y como apunta Juan Garrigues, en otros de los textos,”en la peor escalada de violencia bélica desde la II Guerra Mundial”. Su ágil secuenciación fluye con la misma fuerza que el torrente que parece arrastrar a las tropas de soldaditos hacía la anatomía fragmentada de una mujer, invadiendo lo íntimo. El cuerpo se hace paisaje. Más tarde, los soldados se insertan en elementos encontrados; en mobiliarios, monumentos públicos y en las esculturas que se conservan en museos, como el Louvre. Un asalto metafórico a nuestra historia. Y, una vez el soldado ha alcanzado la escala humana, se adentrará por los mercados demolidos de París, por los no- lugares y también por los sitios más emblemáticos de la ciudad, en una especie de ruta turística, o búsqueda desesperada por encontrar un pedestal donde consolidar su poderío. Acabará, sin embargo, derruido a orillas de un río, sin haber encontrado la ansiada peana. Ese peregrinaje aparece filmado en París. La Cumparista (1972), una película, realizada en colaboración con Benet Rossell, considerada clave en la producción artística conceptual de los setenta, tanto por los que supone la perdida de materialidad de la obra como la critica política subyacente.La provocación, el humor y el absurdo han estado siempre muy presentes en la obra de Miralda, como lo está aquí la contraposición entre la guerra y el juego. “Siempre me ha interesado trasmitir mi interés en lo lúdico”, advierte el artista durante una entrevista. “De igual forma, siempre he sentido que no era necesario hablar en primera persona, comunicar mis sentimientos a través de mi trabajo. De ahí que me ha tentado al idea de crear camuflado a través de una capa que permita al lector, o al espectador, reaccionar o interpretar, dado que, por descontado, me interesan sus interpretaciones. Hubiera sido demasiado fácil presentar al soldado en verde, tal y como lo fabrican, pero quería manipularlo, despojarlo de su personalidad pintándolo, a mano, de blanco. Siempre procuro dejar un espacio a lo lúdico donde aparece la ambiguo para dar cabida a un lenguaje más poético”.En el rico imaginario de Miralda las situaciones y los objetos se serializan, se rehacen, se reeditan y se reinterpretan hasta adquirir un significado diferente y simbólico. Más que imágenes, sus fotografías son huellas de un proceso creativo en constante movimiento y evolución, una exploración sin límites de la vida y sus contradicciones. “Siempre he pensado que el trabajo tiene que originarse de una vivencia, del contacto directo con la realidad”, asegura.BOOOM se presenta como una indagación visual y conceptual sobre la guerra, la memoria, el concepto de autoridad y la fragilidad del poder. Entre lo íntimo y lo monumental, entre lo cotidiano y lo bélico, la obra desvela una poética de la destrucción y la transformación. En su viaje errante, la figura del soldado blanco, se convierte en un símbolo de una historia que se repite, de un conflicto que nunca encuentra su pedestal definitivo.BOOOM. Antoni Miralda. Editorial La Fábrica. 228 páginas. 39 euros Seguir leyendo
BOOOMes el título de la última publicación de Antoni Miralda (Terrassa, Barcelona, 1942). Un fotolibro que estalla con fuerza en manos del lector, abriéndole paso a nuevos caminos a través de la mirada intuitiva, fragmentaria y desbordante de su autor. Su munición es un cúmulo de vivencias que resuenan con la fuerza de un alegato pacifista, cargado de poesía y subversión, y la contundencia de un testimonio clave para entender las temáticas y fijaciones que marcaron la posterior trayectoria de este artista, reconocido por su versatilidad, ingenio y genialidad dentro de la vanguardia española de las últimas décadas.. Imagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDAImagen perteneciente a ‘BOOOM’ de Antoni Miralda. La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDA. A las seis y media, tocaban a diana en el campamento militar de Los Castillejos, en Tarragona, a donde llegó Miralda, en 1962, para cumplir con las Milicias Universitarias. Tras la oración y el reconocimiento de las siete y quince, quedaba por delante un día largo y rutinario, del cual el autor, entonces estudiante de Peritaje Textil, destinaba buena parte a fotografiar la vida cotidiana del cuartel. Aquello le supuso varios arrestos, sin embargo, el desobediente soldado no desistió de su propósito; mirar a través de una cámara le ayudaba a olvidar el inhóspito lugar donde estaba.. Miralda fotografió la arquitectura de las tiendas de campaña; los grafitis que va encontrando en distintas superficies; la precisa organización de unos rifles que se pierden en la niebla, y las composiciones que forman los robustos correajes sobre la tela del uniforme. Imágenes que fue archivando, clasificando y ordenando, y que fueron educando la visión del artista. De esta suerte, durante las distintas etapas que duró la instrucción militar, entre las cuales se intercalaron las primeras y definitorias estancias del autor en París y Londres, acumuló todo un repertorio artístico compuesto por instantáneas en blanco y negro, dibujos y viñetas, como la serie Bien /Mal (1966), donde reproduce ilustraciones del manual de instrucción militar, que cargadas de humor y sacadas de contexto, ridiculizan al ejército.. “Miralda piensa dibujando”, escribe Ignasi Duarte, en uno de los textos que incluye la nueva publicación. “Y es gracias a emborronar obsesivamente, durante años, cientos de papeles con soldados en diferentes poses, situaciones, acciones… que alcanza la concreción plástica y conceptual, sintetizando su imaginario antibelicista con un croquis que remite a la forma de un soldadito de juguete de plástico que pinta de blanco”. Un soldado que se convertirá en el protagonista de Soldats soldés (1965-1973) y de los Essais d’amélioration (1968- 69), las primeras intervenciones en el espacio público que ayudarán a dar a conocer al artista en la escena internacional.. Mediante un envolvente diseño realizado por This Side Up, el nuevo monográfico combina imágenes inéditas y de distinta naturaleza. Fotografías que huyen de lo evidente mediante encuadres inesperados, donde el artista juega con la escala, sin ningún propósito de documentar, sino de revelar lo oculto en lo cotidiano y transformar lo banal en extraordinario. Instantáneas que se entrelazan con esquemáticos dibujos, mientras la figura del soldado blanco va cobrando protagonismo en la narración. Recorre un periodo que va de 1962 a 1972: una década, marcada por distintos conflictos internacionales, como la Guerra de Vietnam, en el contexto de la Guerra Fría y los procesos de descolonización, más allá de la anquilosada y represiva España de Franco.. Imagen perteneciente al fotolibro ‘BOOOM’ de Antoni Miralda, editado por La Fábrica (2024).ANTONI MIRALDA. Así, BOOOM llega, tal y como apunta Juan Garrigues, en otros de los textos,”en la peor escalada de violencia bélica desde la II Guerra Mundial”. Su ágil secuenciación fluye con la misma fuerza que el torrente que parece arrastrar a las tropas de soldaditos hacía la anatomía fragmentada de una mujer, invadiendo lo íntimo. El cuerpo se hace paisaje. Más tarde, los soldados se insertan en elementos encontrados; en mobiliarios, monumentos públicos y en las esculturas que se conservan en museos, como el Louvre. Un asalto metafórico a nuestra historia.. Y, una vez el soldado ha alcanzado la escala humana, se adentrará por los mercados demolidos de París, por los no- lugares y también por los sitios más emblemáticos de la ciudad, en una especie de ruta turística, o búsqueda desesperada por encontrar un pedestal donde consolidar su poderío. Acabará, sin embargo, derruido a orillas de un río, sin haber encontrado la ansiada peana. Ese peregrinaje aparece filmado en París. La Cumparista(1972), una película, realizada en colaboración con Benet Rossell, considerada clave en la producción artística conceptual de los setenta, tanto por los que supone la perdida de materialidad de la obra como la critica política subyacente.. La provocación, el humor y el absurdo han estado siempre muy presentes en la obra de Miralda, como lo está aquí la contraposición entre la guerra y el juego. “Siempre me ha interesado trasmitir mi interés en lo lúdico”, advierte el artista durante una entrevista. “De igual forma, siempre he sentido que no era necesario hablar en primera persona, comunicar mis sentimientos a través de mi trabajo. De ahí que me ha tentado al idea de crear camuflado a través de una capa que permita al lector, o al espectador, reaccionar o interpretar, dado que, por descontado, me interesan sus interpretaciones. Hubiera sido demasiado fácil presentar al soldado en verde, tal y como lo fabrican, pero quería manipularlo, despojarlo de su personalidad pintándolo, a mano, de blanco. Siempre procuro dejar un espacio a lo lúdico donde aparece la ambiguo para dar cabida a un lenguaje más poético”.. Imagen perteneciente al fotolibro ‘BOOOM’ de Antoni Miralda, editado por La Fábrica (2024)ANTONI MIRALDA. En el rico imaginario de Miralda las situaciones y los objetos se serializan, se rehacen, se reeditan y se reinterpretan hasta adquirir un significado diferente y simbólico. Más que imágenes, sus fotografías son huellas de un proceso creativo en constante movimiento y evolución, una exploración sin límites de la vida y sus contradicciones. “Siempre he pensado que el trabajo tiene que originarse de una vivencia, del contacto directo con la realidad”, asegura.. BOOOM se presenta como una indagación visual y conceptual sobre la guerra, la memoria, el concepto de autoridad y la fragilidad del poder. Entre lo íntimo y lo monumental, entre lo cotidiano y lo bélico, la obra desvela una poética de la destrucción y la transformación. En su viaje errante, la figura del soldado blanco, se convierte en un símbolo de una historia que se repite, de un conflicto que nunca encuentra su pedestal definitivo.. BOOOM. Antoni Miralda. Editorial La Fábrica. 228 páginas. 39 euros
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