Tras la lectura de Atrás queda la tierra queda la sensación de que Arianna de Sousa-García (Puerto La Cruz, Venezuela, 1988) ha de ser mucho mejor periodista que novelista, pues lo que aquí ha escrito es una novelita testimonial estimable, pero en la que el afán documental y «humano» va claramente (quizás incluso a conciencia) en detrimento de lo literario.. Seix Barral. 144 páginas. 19 € Ebook: 9,99 €. Puedes comprarlo aquí.. La protagonista también considera que el periodismo es «mi lugar, el único lugar que he tenido en el mundo», y a él se consagra para dar cuenta, con indisimulado rencor, del empobrecimiento negligente que Venezuela ha sufrido en los últimos años por culpa del «comandante eterno» y del «presidente heredero». Pero aquí lo novelesco es ante todo el discurso, ya que, aunque en algunas tramas secundarias o indirectas se cuenta la peripecia de otras personas, el texto adquiere sobre todo la forma de una crónica, casi una carta, que una madre escribe para su hijo, para explicarle de dónde vienen y por qué tuvieron que irse. Todo lo demás es información, que, por lo que se ve al final, en la página de «Fuentes», procede de entrevistas reales, de hechos comprobados.. Es en esa información, que llega a incluir estadísticas, porcentajes, datos…, donde el lector interesado podrá encontrar las virtudes de este libro, emotivo en el fondo pero muy limitado en su alcance creativo, eficaz como denuncia o como memoria pero tal vez desdeñable como ejercicio literario. Los lectores de novela a los que les atraiga el mismo tema, abordado desde el mismo sitio (el antichavismo en el exilio) pero también con una mirada totalmente distinta, harán bien en leer Volver a cuándo, de María Elena Morán, claramente superior a la hora de servirse de recursos netamente literarios y mucho más consciente de cómo se comporta la ficción.. Toda ideología daña el arte, y es así incluso cuando las ideas son dignas del mayor aplauso. Atrás queda la tierra (título que procede de un poema de Vicente Gerbasi) contiene suficientes detalles buenos o bonitos como para que su lectura merezca la pena, pero ya que lo que principalmente se pretende, según se reconoce, es contar «nuestra historia a nuestros hijos […] para que aprendan a detectar a carroñeros y a desmenuzar discursos», el impulso es más bien hacer como la protagonista y marcharse pronto a un lugar un poco mejor, ya que no por ser justo y comprensible resulta menos panfletario.. La literatura no consiste en estar más o menos de acuerdo con las ideas que se leen y se escriben, ni en lograr o no empatizar con las aventuras y desventuras de personajes que se ven, sin merecerlo, en situaciones comprometidas: la literatura está ahí para intentar entre todos entender o aprender algo de la vida y de la Historia, y en ese sentido siempre será mejor una buena novela chavista que un texto antichavista lacrimógeno, maniqueo o excesivamente sentimental.
La Lectura // elmundo
Su debut ‘Atrás queda la tierra’ es una novelita testimonial estimable, pero en la que el afán documental y «humano» va claramente (quizás incluso a conciencia) en detrimento de lo literario Leer
Su debut ‘Atrás queda la tierra’ es una novelita testimonial estimable, pero en la que el afán documental y «humano» va claramente (quizás incluso a conciencia) en detrimento de lo literario Leer