Nick Drake perdió la vida por una sobredosis de antidepresivos a los 26 años. La noticia apenas tuvo repercusión en la escena musical británica; una indiferencia parecida a aquella con la que fueron recibidos los tres discos que publicó en vida: ‘Five leaves left’ (1969), ‘Bryter Layter’ (1971) y ‘Pink moon’ (1972). «Murió en la desesperanza, pensando que a nadie le había interesado nada de lo que había intentado comunicar».. El periodista y escritor Richard Morton Jack resume con esta frase la gran paradoja de Nick Drake (Rangún, 1948- Warwickshire, 1974), considerado hoy uno de los músicos más influyentes del siglo XX, cuyo eco sigue presente en The Cure (Robert Smith nombró su grupo a partir de un tema suyo) y su escuela, pero también en Los Planetas, que en sus comienzos hicieron una versión de ‘Northern Sky’ titulada ‘Cielo del norte’. El homenaje que le rindieron los Proms de la BBC este julio en el Royal Albert Hall confirmó la vigencia de su legado. Y sí: la voz frágil pero inapelable de Drake en ‘River man’, sigue sonando hoy como si este lunes no se cumpliesen 50 años de su prematura muerte.. Morton Jack publicó el pasado año ‘Nick Drake: The Life’ (John Murray), la obra definitiva sobre la vida de este gigante tímido e hipersensible. En nuestro país, Miguel Ángel Oeste le escogió como héroe de su novela ‘Perro negro’ (Tusquets), que vio la luz en enero.. Sostiene el periodista que Drake estaría enormemente satisfecho de saber lo equivocado que estaba con la falta de interés por su música. «Es fácil olvidar que, a pesar del maravilloso contenido de sus discos, era un mercado muy competitivo», subraya el biógrafo por videoconferencia. «Todo el tiempo salían cosas nuevas. Y Nick era un chaval con una guitarra, cuando ya tenías a Bob Dylan, Leonard Cohen, Cat Stevens, Neil Young, James Taylor… Así que triunfar en ese espacio era muy complicado». Para conseguirlo, hacía falta prestar atención a cuestiones extramusicales. «Tenías que estar visible, dar conciertos, salir en la radio y la TV, dar entrevistas… En pocas palabras:estar en el juego. Pero no creo que Nick estuviese psicológicamente preparado para hacer otra cosa que no fuese escribir canciones y grabarlas en discos. Él quería alcanzar el éxito basándose solamente en las partes que encontraba fáciles y disfrutables. No era que fuese arrogante, sino que le resultaba todo un desafío estar en frente de un público para exponerse de ese modo».. Morton Jack incide en otro aspecto que ayuda a entender la asincronía con el público. «Sus discos requieren esfuerzo y algo de imaginación por parte del oyente. Y en un mundo tan en ebullición y tan concurrido, donde los jóvenes viven vidas frenéticas, la música de Drake precisa un poco más de tiempo del que se le dio en su momento. Es fácil desecharla tras escucharla y decir que sí, que está bien, pero que no tiene el poder cautivador de Led Zeppelin o de cualquier otra cosa nueva y excitante que surgiese en el momento. La maldición de Nick fue tener que cocinarse a fuego lento».. En su libro, Morton Jack ofrece muchos detalles para «iluminar los momentos y que Nick se sintiese como una persona real y no una entidad sobrenatural». También ha querido echar por tierra algunas leyendas equivocadas, como su desmedida afición por el cannabis («una reputación injusta») o la tristeza como elemento recurrente en su peripecia vital. «La gente asume que estaba siempre deprimido y que para él no había nada más que su enfermedad», lamente el escritor. «Por eso ha sido tan gratificante hablar con tantas personas que le conocieron y que me presentaron la verdad: que durante la mayor parte de su vida fue un chico feliz, con los pies en la tierra, al que le gustaba socializar, que tenía un gran sentido del humor y que formaba parte de un alegre grupo de amigos». La pena, prosigue, es «que la enfermedad le robase su energía y su capacidad para interactuar con la gente».. Esa condena ha dado lugar a un culto muy particular. «Es maravilloso que la gente siga pensando en él como si fuese una posesión, como si cada uno de sus seguidores fuese su descubridor», plantea el autor de ‘Nick Drake: The Life’. «Debido a que tuvo tan poco éxito comercial durante su vida, se piensa que todavía está escondido bajo una piedra. Así y todo, continúa este hechizo por el cual sigue pareciendo un artista desconocido que se convierte en el descubrimiento privado de cada individuo».. El malditismo, no obstante, puede ser transformado en material positivo en nuestra década, tan marcada por la enfermedad mental. «Muchas conversaciones sobre salud mental arrancan con él. Y puede ser un subproducto positivo de su tragedia, porque inspira a la gente a pensar en lo que sucede en su interior».. Curiosamente, España fue un lugar en el que Drake pudo escapar de sí mismo. «Le encantaba Granada y pasó largos periodos en la casa que el dueño de su discográfica, Chris Blackwell, tenía en Tarifa. Seguramente escribió bastante de ‘Pink moon’ allí. Definitivamente, fue un país en el que encontró inspiración creativa y, sobre todo, paz».
La Lectura // elmundo
Medio siglo después del suicido, asolado por la depresión y la tristeza, del cantante y guitarrista inglés su escaso reconocimiento en vida se ha convertido hoy en una admiración que lo hace uno de los autores más influyentes de la música actual Leer
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